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07 diciembre 2023

Homenaje del ámbito del Deporte a la Virgen

“La práctica del deporte puede favorecer la afirmación de valores como el respeto, la lealtad, la amistad, la comunión, la perseverancia, la valoración del otro y la solidaridad”, dijo el Obispo.

 

Durante la noche del miércoles 6 de diciembre, en el octavo día del novenario en honor de la Pura y Limpia Concepción del Valle, rindió su homenaje el Ámbito del Deporte estatal y privado, Clubes, Asociaciones, Círculos y Federaciones del Deporte.

Una sentida plegaria elevó Mons. Urbanč a la Virgen al término de su homilía: “Querida Madre del Valle, ayúdanos a tener una correcta mirada sobre la vida en esta tierra. Que hagamos de ella nuestra casa común. Que el cuidado del cuerpo se oriente a cuidar mejor nuestra alma, nuestra vida espiritual de relación con Dios. Que en el deporte prime el compartir sobre el competir, para que todos tengan acceso a una saludable disciplina de la voluntad y la libertad, procurando siempre el bien de los demás. Que podamos erradicar el nefasto culto al cuerpo que es una peligrosa idolatría. Que lo que pensemos y hagamos nos lleve a construir el Reino de Dios, en el amor, la justicia, la verdad, la amistad, el respeto, el perdón, la alegría, la unidad y la paz. Que no sigamos generando excluidos con criterios egoístas y políticas discrecionales, que lo único que producen es descontento, violencia e inequidad. Y que vivamos en coherencia con la fe recibida. Amén”.

La prédica había comenzado con una exclamación respecto del tema de este octavo día de la novena -comunidad que rechaza la violencia y construye la paz- expresando: “¡Qué noble misión la que tenemos los cristianos!”. Luego saludó a los alumbrantes de esta Misa y manifestó: “Para poder iluminar de un modo correcto el lugar que debe ocupar el deporte en la vida de un cristiano, es preciso tener en cuenta que el ser humano ha sido creado por Dios para que lo conozca, lo ame y lo sirva en este mundo y luego pueda gozar de Él en el Cielo (…) cuanto más conocemos a Dios, más podemos darle gloria. En este sentido, el deportista cristiano debe ser coherente con lo que dice creer. Cuanto más comprenda un atleta la grandeza de Dios, es menos probable que juegue buscando su propia gloria. Además, un cristiano no glorificará a Dios en los deportes si no asume un compromiso profundo de buscar la gloria de Dios”.

“En la Biblia observamos que es valioso ponernos a prueba, examinarnos y considerar nuestros caminos, incluyendo nuestro corazón y la forma en que practicamos los deportes”, señaló luego, aludiendo a algunos pasajes de las Escrituras. Más adelante sostuvo: “San Pablo nos recuerda algo muy importante para que logremos una verdadera madurez valiéndose del deporte: «Los que se preparan para competir en un deporte, evitan todo lo que pueda hacerles daño»; por lo cual, si un atleta quiere alcanzar su objetivo y ganar un premio debe establecer límites en su vida. Al igual nosotros para que alcancemos el premio eterno para el que fuimos creados y que es lo único que nos puede dar la verdadera e inextinguible felicidad”. Y acotó: “La práctica del deporte puede favorecer en todos la afirmación de valores importantes como el respeto, la lealtad, la amistad, la comunión, la perseverancia, la valoración del otro y la solidaridad”.

A continuación aseguró que “la práctica deportiva regular y disciplinada ayuda a formar el carácter que se requiere para ser un buen cristiano, y ayuda a cuidar el cuerpo en la forma que Dios quiere que lo hagamos, porque es templo del Espíritu Santo”.

Refiriéndose al mensaje del Evangelio habló de los excluidos a los que Jesús reincorpora con misericordia, y luego finalizó su homilía con la sentida plegaria.

 

Un marino entregó su uniforme

Hacia el final de la celebración eucarística, José Domingo Sosa, perteneciente a la  Infantería de Marina, hizo entrega de su uniforme a la Virgen del Valle como ofrenda.

Dijo que “prometí hacer una distancia de 1.300 kilómetros desde Punta Alta hasta aquí para hacer entrega de este uniforme que me acompañó durante toda mi vida, y que representa para mí y para mi familia todo lo que hemos sido durante este tiempo”.

Luego de sus palabras, el obispo le impartió su bendición para él y su familia.

 

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA

Queridos devotos y peregrinos:

En este octavo día de la novena pedimos ser una “comunidad que rechaza la violencia y construye la paz”. ¡Qué noble misión la que tenemos los cristianos!

Hoy rinde su homenaje a la Virgen el ámbito del deporte. Bienvenidos a esta celebración, que la Virgen del Valle consiga para ustedes aquellas gracias que necesitan para ser auténticos hijos e hijas de Dios.

Para poder iluminar de un modo correcto el lugar que debe ocupar el deporte en la vida de un cristiano, es preciso tener en cuenta que el ser humano ha sido creado por Dios para que lo conozca, lo ame y lo sirva en este mundo y luego pueda gozar de Él en el cielo. Fuimos creados por Dios para que, con nuestra vida, en todo momento, le demos gloria. Así nos lo enseña el final del texto de Isaías que escuchamos: Aquel día se dirá: “Aquí está nuestro Dios. Esperábamos en él y nos ha salvado. Este es el Señor en quien esperamos. Celebremos y gocemos con su salvación” (Is 25,9).

Cuando el creyente ora “Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu nombre en toda la tierra y por eso quiero adorarte” (Sal 8,2), está reconociendo que Dios es totalmente diferente a cualquier otra cosa. Es categóricamente diferente e infinitamente superior a todo lo que existe. Cuanto más conocemos a Dios, más podemos darle gloria. En este sentido, el deportista cristiano debe ser coherente con lo que dice creer. Cuanto más comprenda un atleta la grandeza de Dios, es menos probable que juegue buscando su propia gloria. Además, un cristiano no glorificará a Dios en los deportes si no asume un compromiso profundo de buscar la gloria de Dios.

En efecto, todo cristiano puede disfrutar de los deportes para la gloria de Dios, pero eso no sucederá sin un compromiso intencional de hacerlo.

Más allá de tomar la decisión y asumir el compromiso de dar gloria a Dios en los deportes, también debemos examinar nuestras propias vidas. En la Biblia observamos que es valioso ponernos a prueba, examinarnos y considerar nuestros caminos, incluyendo nuestro corazón y la forma en que practicamos los deportes (2 Co 13:5; 1 Co 11:28; Sal 119:59).

Algunas sugerencias específicas que pueden ayudar para que puedan dar gloria a Dios a través del deporte. Las haré en forma de preguntas: ¿Reconoces a tus compañeros de equipo y entrenadores como un campo misionero? Si pudiera saber qué piensa cada uno de ustedes ¿me equivocaría si concluyo que están más preocupados por ser un gran deportista, que ocupados en la salvación de los que te rodean? ¿Rezas por tus compañeros de equipo con regularidad?

Como deportista, puedes darle gloria a Dios mostrando una actitud de agradecimiento, alegría y compromiso con Él. Durante las reuniones de equipo, las prácticas y los partidos, ¿dirían tus compañeros de equipo que siempre estás agradecido y que a través de ti han llegado a conocer la verdadera alegría? Los creyentes que practican deportes deben jugar con justicia, observar voluntariamente las reglas, entrenar conscientemente, reconocer con honestidad la superioridad del equipo contrario y cuidar a todos. Es en este contexto que debes considerar lo siguiente: cuando tu equipo pierde, ¿mantienes tu nivel de agradecimiento, gozo y paz interior?

Si eres un padre con hijos que practican deportes, una forma en que puedes glorificar a Dios es en el discipulado adecuado de tus hijos. Ellos necesitan saber que su valor e identidad no está en los deportes. Además, es necesario que aprendan que la conducta es mucho más importante que el éxito deportivo. Si tu hijo tuvo un partido excepcional y marcó un gol de victoria, pero durante el juego lo observaste hablando mal del árbitro y del otro equipo, ¿cómo reaccionas? Si elogias a tu hijo por haber hecho un gran partido, pero pasas por alto las formas en que puede mejorar su conducta, entonces no estás pastoreando el corazón de tus hijos de manera correcta.

¡Cómo cambiarían nuestras conductas si viéramos y proyectáramos nuestra conducta a la luz de la Palabra de Dios! Descubriríamos que el deporte es más que un juego, que no es un dios y que, cuando el evangelio lo transforma, podemos recibirlo como un regalo y un medio humanizador.

San Pablo nos recuerda algo muy importante para que logremos una verdadera madurez valiéndose del deporte: “Los que se preparan para competir en un deporte, evitan todo lo que pueda hacerles daño” (1Cor 9,25); por lo cual, si un atleta quiere alcanzar su objetivo y ganar un premio debe establecer límites en su vida. Al igual nosotros para que alcancemos el premio eterno para el que fuimos creados y que es lo único que nos puede dar la verdadera e inextinguible felicidad.

La práctica del deporte puede favorecer en todos, la afirmación de valores importantes como el respeto, la lealtad, la amistad, la comunión, la perseverancia, la valoración del otro y la solidaridad.

La Iglesia valora y respeta todos los deportes que favorecen el desarrollo ordenado y armonioso del cuerpo al servicio del espíritu y cuando dan lugar a una competición inteligente y formativa que promueve el interés y el entusiasmo, y son fuente de sano esparcimiento.

La práctica deportiva regular y disciplinada ayuda a formar el carácter que se requiere para ser un buen cristiano, y ayuda a cuidar el cuerpo en la forma que Dios quiere que lo hagamos, porque es templo del Espíritu Santo.         El mensaje del Evangelio que escuchamos nos hace descubrir que Jesús donde se siente más a gusto es en su Galilea de mar abierto, de aires de libertad, de trabajo, de búsqueda y fraternidad. Es la Galilea del llamado de los apóstoles, de las bienaventuranzas, de curaciones, de enseñanzas. Allí los últimos que pasan a los primeros puestos, al Reino: “tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos, leprosos, endemoniados y muchos otros”. Todos excluidos por una sociedad que descubría el pecado en muchas de las fragilidades de esa lista de personas y de otras muchas personas que no están en ella. Los binomios pureza-impureza, sagrado-profano, rico-pobre, sabio-ignorante, creyente-incrédulo son los opuestos que limitan la vida de muchos seres humanos y que identifican enfermedad con pecado y pecado con exclusión. Una dinámica perversa que sigue estando presente. Jesús cura y reintegra a una nueva realidad que es el Reino. Esto provoca en la gente una gran admiración y el seguimiento de Jesús.

Pero por si toda esta actividad fuese poca Jesús aun da un paso más y siente más compasión. Se preocupa por algo que parece que a todo el mundo le pasa desapercibido: esas personas tienen hambre. Y la solución no quiere que sea solo de él, por eso involucra a los discípulos para que dejen de ser meros espectadores. Ellos tienen que aportar sus pocos panes y peces (como la viuda de Sarepta, la viuda de los dos centavos en el Templo, como San Francisco, Santa Teresa de Calcuta y tantos otros). Con poco se hace mucho, pero ese poco hay que ponerlo sin miramientos. Lo que se parte y reparte es lo único que sacia. Y que nada se pierda.

Querida Madre del Valle, ayúdanos a tener una correcta mirada sobre la vida en esta tierra. Que hagamos de ella nuestra casa común. Que el cuidado del cuerpo se oriente a cuidar mejor nuestra alma, nuestra vida espiritual de relación con Dios. Que en el deporte prime el compartir sobre el competir, para que todos tengan acceso a una saludable disciplina de la voluntad y la libertad, procurando siempre el bien de los demás. Que podamos erradicar el nefasto culto al cuerpo que es una peligrosa idolatría. Que lo que pensemos y hagamos nos lleve a construir el Reino de Dios, en el amor, la justicia, la verdad, la amistad, el respeto, el perdón, la alegría, la unidad y la paz. Que no sigamos generando excluidos con criterios egoístas y políticas discrecionales, que lo único que producen es descontento, violencia e inequidad. Y que vivamos en coherencia con la fe recibida. Amén

¡¡¡Viva la Virgen del Valle!!!

#FiestasMarianas2023

#VirgenDelValleCatamarca 

Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca