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04 septiembre 2021

EN SU TIERRA NATAL

Jubilosa fiesta por la beatificación del fraile franciscano catamarqueño Mamerto Esquiú

 

“Esquiú fue un pastor que se entregó a los pobres al estilo de San Francisco. Era infatigable en la asistencia a los enfermos y en la administración de los sacramentos (…) Iluminó el orden temporal con la luz del Evangelio, defendiendo y promoviendo la dignidad humana, la paz y la justicia”, expresó en su homilía el Legado Papal.

 

Llegó el día tan esperado durante casi un siglo. El humilde fraile franciscano y obispo Mamerto Esquiú fue beatificado en una ceremonia realizada en su Piedra Blanca natal, en el departamento catamarqueño que hoy lleva su nombre.

La fiesta comenzó a las 8.30 con la animación que se transmitió por emisoras radiales, redes sociales, canales de televisión de Catamarca -después se sumarían canales nacionales- y medios de comunicación digitales argentinos y de otros países, los que paulatinamente fueron sumando seguidores hasta llegar a


miles.

Mientras tanto iban llegando al Campus de Beatificación autoridades civiles, sacerdotes, religiosos y laicos -entre ellos, descendientes de los hermanos de Fray Mamerto- especialmente invitados para esta ceremonia que, por razones sanitarias, no pudo ser multitudinaria como era el deseo de todos. El Campus estaba preparado para cumplir con el protocolo que establece distancia física entre las personas, sanitización en los accesos y el requisito de que todos los presentes lleven puesto el doble barbijo.

Con un entorno natural de extraordinaria belleza, en un día luminoso con el sol a pleno, la fachada del templo de San José lucía radiante. El espacio estaba engalanado con un gran altar en altura, que atrás


tenía una imagen gigante con el logo que identifica este Año Diocesano de Esquiú y el lema “Pastor y Peregrino, testimonio de unidad”. Arreglos florales, banderas alfombras y la presencia de los Servidores Marianos que iban ubicando a los invitados, daban tono a la extraordinaria fiesta que estaba comenzando.

 

Llegó Emma, luego la Virgen y comenzó la Misa

Pasadas las 9.30 llegó Emma Pacheco Paz, la niña de Tucumán en la que Dios obró un milagro por intercesión de Fray Mamerto. En el orden natural resultó inexplicable su curación de osteomilietis femoral grave, enfermedad detectada en su nacimiento. Sus papás, Ana Paz y Alí Omar Pacheco, comprendieron que el camino que quedaba era por la vía de lo sobrenatural. Invocaron a nuestro Beato y consiguieron el milagro, que a su vez permitió elevar a los


altares a nuestro amado fraile franciscano.

Minutos antes de las 10.00 hizo su entrada la Madre Morena, portada por el rector de la Catedral Basílica y Santuario del Santísimo Sacramento y de Nuestra Señora del Valle Pbro. Gustavo Flores, para presidir esta celebración en la que su devoto hijo, Mamerto de la Ascensión, iba a ser declarado oficialmente Beato. Era escoltada por Granaderos del Gral. San Martín, que llegaron especialmente para esta ser parte de esta fiesta. De pie, en oración y con emoción, los congregados en este espacio saludaban su paso. En cada hogar, miles y miles de hijos saludaban a la Madre, agradeciendo esta jubilosa jornada.

Seguidamente comenzó la Santa Misa de Beatificación, presidida por el Legado Papal, el cardenal Luis Héctor Villalba, y concelebrada por una treintena de Obispos, y más de cien sacerdotes de Catamarca y otras diócesis. Participaron, el gobernador de la provincia Lic. Raúl Jalil; el secretario de Culto de la Nación, Guillermo Rodolfo Oliveri; el director nacional de Culto Católico Dr. Luis Saguier Fonrouge; el intendente de Fray Mamerto Esquiú, Dr. Guillermo Ferreyra; el intendente de la Capital Dr. Gustavo Saadi, legisladores nacionales, provinciales y municipales, entre otras autoridades civiles.


La Televisión Pública Nacional y el Canal Orbe 21 y amplia red de medios de comunicación y redes sociales se sumaron a la transmisión, que se emitió con lengua de señas para la mejor participación de los hermanos hipoacúsicos.

Los cantos litúrgicos estuvieron a cargo de Cantus Nova, dirigido por el Prof. Ariel Escobal, y el Coro de la Catedral Basílica y Santuario del Santísimo Sacramento y la Virgen del Valle, junto a destacados músicos catamarqueños.

Después de las oraciones iniciales, el Obispo de Catamarca, Mons. Luis Urbanc, pidió al Papa Francisco, por intermedio de su Legado, que inscriba “en el número de los beatos al Venerable Siervo de Dios, Fray Mamerto de la Ascensión Esquiú y Medina, hijo de esta tierra de Catamarca, hijo de San Francisco de Asís de la Orden de los Frailes Menores y Obispo de Córdoba”. A continuación, el vicepostulador de la Causa, Fray Marcelo Méndez, leyó una biografía breve de nuestro ilustre fraile.


El cardenal Luis Héctor Villalba, Arzobispo Emérito de la Arquidiócesis de Tucumán, dio lectura a la Carta Apostólica en la que Su Santidad inscribe en el Libro de los Beatos al Venerable Siervo de Dios, Fray Mamerto de la Ascensión Esquiú y Medina. Lo hizo en latín, y luego Fray Andrada, en español: “Nos, acogiendo el deseo de nuestros hermanos Carlos José Ñáñez, Arzobispo de Córdoba, y Luis Urbanc, Obispo de Catamarca, así como de muchos otros hermanos en el Episcopado y de muchos fieles, después de haber recibido el parecer de la Congregación de la Causa de los Santos, con nuestra autoridad apostólica concedemos que el Venerable Siervo de Dios, Mamerto Esquiú, de la Orden de los Frailes Menores, Obispo de Córdoba, promotor del bien común, pastor sedante y fiel anunciador del Evangelio, de ahora en adelante sea llamado Beato y que sea celebrado cada año en los lugares y según las reglas establecidas por el Derecho, el 11 de mayo. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. Dado en Roma, en San Juan de Letrán, el 4 de agosto del Año del Señor 2021, 9° de nuestro pontificado. Papa Francisco”.

Mientras el Maestro de Ceremonias levantaba la Carta Apostólica y la mostraba desde el altar, estallaron los aplausos y repicaron las campanas del templo de San José. Este momento fue coronado con el canto de un triple Amén. Muchos que soñaron con este momento, especialmente ancianos, se emocionaron hasta las lágrimas.


“Fray Mamerto de la Ascensión Esquiú y Medina ha sido incluido en el número de los Beatos. Se devela ahora la imagen oficial para inspirar su veneración y amor al servicio de Dios”, anunciaron los guías de la Misa. Y fue bajando el velo que cubría una imagen gigante del Beato Mamerto Esquiú, instantes que fueron acompañados por un canto de glorificación.

Luego se presentaron las reliquias del flamante beato -una vértebra y una falange- que se veneran en el templo franciscano San Pedro de Alcántara, de la ciudad de Catamarca, desde el 4 de octubre de 2018. Fueron entregadas al cardenal Villalba por Emma y sus papás. El Legado Papal las depositó en un pedestal y luego las incensó.

Seguidamente, Mons. Urbanc expresó: “Eminencia, la Iglesia de Dios que peregrina en Catamarca y la Orden de los Frailes Menores dan gracias al sucesor del Apóstol Pedro, Su Santidad el Papa Francisco; rinde adoración al Padre de Nuestro Señor Jesucristo y Padre nuestro, al Dios tres veces santo, y canta un himno de alabanza por haber proclamado Beato al Venerable Siervo de Dios Fray


Mamerto de la Ascensión Esquiú y Medina”.
Después, Mons. Urbanc se arrodilló delante del Legado pontificio, para recibir de sus manos una copia de la Carta Apostólica. Idéntico gesto se dio con el vicepostulador de la Causa de Esquiú, Fray Méndez, quien estuvo acompañado en la oportunidad por el Provincial de la Orden, Fray Andrada. De esta forma, concluyó el Rito de Beatificación y continuó la celebración de la Santa Misa.

 

Un pastor que se entregó a los pobres al estilo de San Francisco

Luego de saludar a todo el pueblo de Dios, comenzando por sus hermanos Obispos, el Legado Papal manifestó con júbilo: “Doy gracias al Señor, porque en nombre del Santo Padre Francisco, cuyo saludo afectuoso y cuya bendición les traigo, tengo la alegría de presidir esta celebración eucarística y proclamar beato a Mamerto Esquiú”.

Al hablar de la alegría que este hecho significa, dijo: “Mamerto Esquiú Beato, ¿qué significa? Significa que la Iglesia reconoce en él una figura excepcional, un hombre en el que se dieron cita la gracia de Dios y el alma de Esquiú para alumbrar una vida estupenda hasta alcanzar esa grandeza moral y espiritual que llamamos santidad”.


“Mamerto Esquiú como religioso, como sacerdote, como Obispo es un modelo a imitar y como San Pablo puede decirnos a todos: «Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo» (1Cor. 11, 1; 11,1). Y, a la vez, Mamerto Esquiú es un intercesor en favor nuestro. La Iglesia nos dice, al beatificarlo, que lo podemos invocar y a él podemos orar, pues ya participa de la felicidad eterna”, manifestó Mons. Villalba.

Después el cardenal en su predicación recordó a


cuantos lo escuchaban que “una beatificación nos recuerda a nosotros que somos la Iglesia peregrinante y militante a la Iglesia bienaventurada y triunfante, es decir, el epílogo glorioso de la vida cristiana, la certeza de nuestra inmortalidad y de nuestro destino al Paraíso”.

Al hablar de la vida del nuevo beato, aclaró que no era el momento de hacer una biografía. Así, después de repasar momentos importantes de su trayectoria se refirió a algunos rasgos de su vida. “Esquiú buscó ser santo -dijo-. Buscó, sobre todo, hacer la voluntad de Dios. Lo que importa, decía, es hacer a todo trance la voluntad de Dios. Construyó su vida de santidad sobre Jesucristo. Su meta era conocer y amar a Jesús para grabar su imagen en su alma. La Palabra de Dios ocupó un lugar central en su vida (…) Tenía un gran amor a la Santísima Virgen María y a San José (…) Esquiú fue un pastor que se entregó a los pobres al estilo de San Francisco. Era infatigable en la asistencia a los enfermos y en la administración de los sacramentos (…) Iluminó el orden temporal con la luz del Evangelio, defendiendo y promoviendo la dignidad humana, la paz y la justicia”.


Más adelante, reflexionó sobre las lecturas proclamadas y sostuvo que “no hay más que una vocación definitiva: la de ser santos. La santidad no es una excepción en la vida cristiana, es un llamado para cada uno de nosotros (…) La santidad es un don, un regalo. La santidad se nos confiere por el bautismo y los otros sacramentos por los cuales se nos infunde la gracia, que nos hace santos, hijos de Dios, partícipes de la naturaleza divina. Pero la santidad no es sólo don, regalo, sino también un deber”.

En el cierre de su homilía, el Arzobispo emérito de Tucumán elevó esta invocación: “Que la Virgen María, Reina de los Santos, suscite en el pueblo cristiano, hombres y mujeres santos. Que el beato Esquiú nos alcance esta gracia”.

El momento de las ofrendas fue muy especial, porque se presentaron ante el altar representantes de comisiones probeatificación de Esquiú que en distintos lugares trabajaron por esta Causa, de instituciones educativas, religiosas y civiles, excombatientes de Malvinas, periodismo, entre otros sectores, para entregar símbolos que los identifican y con ellos, sus vidas. Finalmente, la familia de Emma acercó las especies de vino y de pan para que sean convertidas en la Sangre y el Cuerpo del Señor.


Después de la Comunión, Mons. Urbanc manifestó su gratitud a Dios por esta Beatificación, a la Santísima Virgen del Valle, al Papa Francisco, al Cardenal Villalba, a los Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Consagradas y Seminaristas, a la orden de los Frailes Menores, a los postuladores y vicepostuladores de este largo proceso que llevaron y seguirán llevando adelante la Causa, a la Arquidiócesis de Córdoba, a las autoridades civiles, a los organizadores y servidores del acto, a la familia Pacheco Paz -a la que luego les entregó un Rosario que les envió el Papa Francisco- y a todos los que participaron de esta ceremonia presencial o virtualmente. Seguidamente hizo unas breves reflexiones y exhortó a que sigamos pidiendo a Dios para que pronto sea canonizado el Beato Mamerto Esquiú.


Luego de la bendición final con la que concluyó la Misa de Beatificación se realizó el acto protocolar, que comenzó con el Himno Nacional y el Himno a Catamarca. En su transcurso, autoridades provinciales y del departamento Fray Mamerto Esquiú en nombre del pueblo brindaron un reconocimiento al Legado Papal.

Por último, una caravana con la imagen y la reliquia del Beato Mamerto Esquiú se trasladó desde la Plaza San José hasta el kartódromo, para bendecir a quienes desde allí participaron de la celebración.

 

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