Jubiloso encuentro de la Madre con sus hijos en el Paseo de la Fe
En la vuelta a la presencialidad, el
Obispo llamó a “que seamos muy cuidadosos con las medidas de prevención. Que
nos ayudemos los unos a los otros a ser precavidos”. E invitó a que “roguemos a
lo largo de toda la Novena en su honor que ya no tengamos que padecer futuros aislamientos”.
En la tarde de este lunes 29 de noviembre, el pueblo
catamarqueño vivió jubiloso la Solemne Bajada de la Sagrada Imagen de la Virgen
del Valle desde el Camarín hasta el Paseo de la Fe, donde los fieles devotos la
esperaban para tributarle su amor.
La tradicional ceremonia, con la cual dan inicio las
fiestas en honor de la Pura y Limpia Concepción del Valle, fue presidida por el
Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, quien trasladó en sus brazos a la Imagen
cuatro veces centenaria, acompañado de sacerdotes del clero diocesano, y una
Guardia de Honor de la Policía Provincial.
Participaron autoridades provinciales y municipales,
encabezadas por el Vicegobernador, Rubén Dusso, y el Intendente de Capital,
Gustavo Saadi, respectivamente; legisladores y de las fuerzas de seguridad,
entre otras.
Con cantos, vivas y pañuelos en alto, los fervorosos
devotos saludaron a la Madre Morena, quien nuevamente es celebrada de manera
presencial, luego de tres festividades virtuales debido a las restricciones por
la pandemia. Justamente por la situación sanitaria, este rito, que
habitualmente se realiza en el interior del templo, en esta ocasión se realizó
al aire libre.
A los cientos de fieles apostados en el Paseo de la
Fe, se sumaron muchos otros de distintas latitudes del país a través de la
transmisión por las redes sociales, con lengua de señas.
Luego del rezo de los misterios gozosos del Santo
Rosario y las Letanías, Mons. Urbanc pronunció su mensaje expresando:
Cuidarnos entre todos. Demos
gracias a Dios y a la Virgen del Valle que hoy podemos participar en este
solemne rito de la Bajada de la Sagrada Imagen de nuestra Madre Celestial,
luego de dos años de habérnoslo privado la situación sanitaria, ocasionada por
la pandemia del Covid 19. Y roguemos a lo largo de toda la Novena en su honor
que ya no tengamos que padecer futuros aislamientos. Que seamos muy cuidadosos
con las medidas de prevención. Que nos ayudemos los unos a los otros a ser
precavidos.
Mejores ciudadanos. Este rito que solemos hacer para
empezar las honras a nuestra querida Reina del Valle, debe motivarnos a
profundizar más nuestro amor a Dios y al prójimo. Y todo esto nos debe hacer
mejores ciudadanos, constructores de una sociedad más justa, fraterna, unida e
inclusiva.
El texto que nos ha sido proclamado
nos invitaba a dar gracias a Dios en toda ocasión porque eso es lo que Dios
espera de nosotros (cf. 1 Tes 5,18), y esforzándonos por hacer el bien a todos,
sin excluir a nadie (cf. 1 Tes 5,15).
Alegría y oración fervorosa. No
me cabe la menor duda que a todos nos embarga una gran alegría porque podemos
participar en esta celebración, pero a la alegría debemos unir la oración
fervorosa y constante (cf. 1 Tes 5,16-17), a fin de que no extingamos la acción
del Espíritu Santo, examinando todo con su Luz, pero quedándonos con lo bueno
(cf. 1 Tes 5,19.21).
Aprovechemos bien este novenario
para que “el Dios de la paz nos santifique plenamente a fin de que seamos
irreprochables en cuerpo, alma y espíritu hasta la Venida de nuestro Señor
Jesucristo” (1 Tes 5,23).
Tiempo de Adviento. De
esta manera, nos adentramos en el sobrio tiempo de Adviento como preparación a
celebrar la Navidad, primera venida del Hijo de Dios en la humildad de nuestra
carne débil y pecadora, y a estar vigilantes para su segunda venida en gloria y
poder para juzgar a vivos y muertos.
Hacer el bien. Que el rezo diario del santo
Rosario, siempre pedido por la Santísima Virgen, nos ayude a estar vigilantes y
ocupados en hacer el bien, sin mirar a quién, empezando por casa, por nuestras
familias, nuestro vecindario, lugares de trabajo, nuestras comunidades y sobre
todo para generar una cultura nueva, basada en los valores perennes del
Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria, el honor y el
reino, por los siglos de los siglos. Amén
¡¡¡Nuestra Madre del Valle, ruega
por nosotros!!!
Luego de la invocación al Espíritu Santo fue recibido
el Santísimo Sacramento, que fue adorado con la oración, el silencio y el himno.
Finalmente, el Obispo bendijo con el Santísimo proclamado luego a viva voz.
El canto se hizo intenso y los corazones exultantes
saludaron a la Madre Morenita que regresó al interior del Santuario, desde
donde presidirá las fiestas hasta el 6 de diciembre en que será llevada hasta
el parque Adán Quiroga, para vivir las últimas tres jornadas junto a sus hijos
peregrinos que llegarán a honrarla.
Fotos: Facebook Prensa Iglesia Catamarca