Emoción y gratitud en la despedida a las hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas
“Que en este día reciban el fuego
del fervor misionero, para que colaboren con la vida que Dios les está dando en
el surgimiento de muchas y santas vocaciones a la vida consagrada”, dijo el
obispo.
Con mucha emoción y gratitud, la comunidad
catamarqueña, y de manera particular la familia del Colegio del Carmen y San
José, participó de la Eucaristía por los 92 años de presencia de las hermanas
Carmelitas Misioneras Teresianas en las tierras de la Virgen del Valle.
La Santa Misa fue presidida por el obispo diocesano,
Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por los presbíteros Oscar Tapia, vicario
episcopal de Educación; Gustavo Flores, Ángel Nieva y Ramón Carabajal, rector y
capellanes de la Catedral Basílica y Santuario mariano, respectivamente; Reinaldo
Oviedo, párroco de San Jorge; y el sacerdote franciscano Pablo Reartes.
Se unieron a esta acción de gracias autoridades
educativas provinciales como la secretaria de Gestión Educativa, Analía
Valcalda; el director de Educación de Gestión Privada y Municipal, Pablo
Figueroa; la supervisora general Claudia Madina; y los representantes legales del
colegio del Carmen y San José, Sergio Quintero y Lorena Varela, junto a
personal, alumnos, exalumnos y fieles en general.
En su homilía, Mons. Urbanč destacó las “más de nueve
décadas que las hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas han estado prestando
un servicio educativo en el tan conocido y querido Colegio del Carmen”, y dijo
que “nos embarga la gratitud, pero también la tristeza por la despedida… pero
tenemos la fe que nos enseña a sobreponernos a las dificultades, a los contratiempos,
y poner la confianza en el Señor”.
En otro tramo de su predicación hizo referencia al
carisma de las religiosas expresando: “Ustedes, hermanas Carmelitas Misioneras
Teresianas, tienen tres conceptos muy fuertes, toda la espiritualidad
carmelitana, que se remonta a Elías en el Monte Carmelo, y después la dimensión
misionera, todos somos discípulos misioneros, y con el espíritu de la gran
misionera Teresa de Ávila. Todo esto es hermoso y creo que es suficiente para
motivar a un corazón a entregar su vida, a seguir trabajando por la promoción
de las vocaciones, a seguir dando testimonio de vida cristiana, de vida
consagrada, con alegría”.
El obispo insistió en la necesidad de “rezar todos
juntos, con mucha fe, pidiendo al Señor por intercesión de Nuestra Madre del
Carmen, que nos ayude a tomar conciencia de que debemos trabajar mucho por las
vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada en nuestra sociedad”, haciendo
un llamado a la generosidad de nuestras familias.
Más adelante exhortó a las hermanas a que “sigan con
su carisma carmelitano, misionero y teresiano, tal como se concreta en la
figura de Teresa de Jesús en quien podemos ver un hermoso resumen de una mujer
enamorada de Dios, que se gastó y se desgató para hacer que la gente ame a Dios”.
“Que en este día en el que celebramos esta Misa de
acción de gracias de despedida de ustedes de Catamarca, de este gran servicio
que han prestado, reciban el fuego del fervor misionero para que colaboren con
la vida que Dios les está dando en el surgimiento de muchas y santas vocaciones
a la vida consagrada”.
“Nos vamos geográficamente, pero
nuestro corazón y compromiso se
queda”
Luego de la Comunión, la hermana María Isabel Obregón,
superiora de la congregación, dirigió sus palabras -por momentos con la voz
entrecortada por la emoción- agradeciendo al Señor “por tanta vida donada y
entregada de tantas hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas en esta querida
diócesis”.
Haciendo propias las palabras de la Virgen María en el
Magnificat: “Proclama mi alma la grandeza
del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”, agradeció “por los
92 años de nuestra presencia en esta querida tierra catamarqueña”, e hizo
memoria de “todas las generaciones de hermanas que han pasado por este querido Colegio
del Carmen y San José”, dando “su vida en bien de la educación de niños,
adolescentes y jóvenes”.
También mencionó “la amplia y fecunda trayectoria
histórica, pedagógica y apostólica de la comunidad religiosa, que desde sus inicios
trabajó siempre con laicos y junto a las familias”, compartiendo “la gestión y
la misión en respuesta a la formación integral de los alumnos, siendo una
comunidad inclusiva y participativa en la sociedad”.
Invitó a la comunidad educativa a “no perder el
espíritu de oración, sobre todo en los momentos de dificultades y
contrariedades”, y a seguir “caminando en Misión Compartida, nos vamos geográficamente,
pero nuestro corazón y compromiso se queda y la oración, que todo lo hace
posible, nos acercará fraternalmente cada día”.
Fue una celebración litúrgica cargada de emoción,
signos y gestos, como el que se vivió en el momento de la bendición final del
obispo, cuando las hermanas se acercaron al Presbiterio y los fieles coloraron
sus manos sobre los hombros de cada una de ellas formando una cadena de afecto,
agradecimiento y bendición para quienes por más de nueve décadas dejaron su
huella en nuestra diócesis.
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca