Hoy, hace 43 años, la humanidad llegó a la Luna, que no brilla con luz propia, seguramente para que nos percatemos que tampoco nosotros brillamos con luz propia, sino que debemos reflejar la de nuestro Creador, origen de toda Vida, Verdad, Bien, Justicia, Amor y Amistad.
Este día fue elegido para reflexionar sobre algo tan importante como es la Amistad, que la experimentamos, si tenemos amigos. Es por eso que les comparto esta reflexión:
Jesús define, como amistad, su relación con los discípulos, que hoy somos cada uno de nosotros: "Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: sino que os llamo amigos, pues lo que he oído a mi Padre, se lo he dado a conocer" (Jn 15,15).
El amor transforma la relación entre Maestro y discípulos, entre Creador y criatura, para instaurar una nueva relación: la del amor gratuito. Amigo no es una expresión anticuada para Jesús, al contrario, para Él es una palabra comprometedora. Dios llama al hombre amigo. Según el texto, se trata de una amistad ofrecida como don al discípulo que, en su libertad, es llamado a aceptarla y vivirla.
Cristo fue amigo de Marta, María y Lázaro, hasta tal punto que, ante la muerte de éste, dirá San Ireneo: "Jesús lloró como hombre y amigo, y lo resucitó como Dios".
Cristo fue amigo de Marta, María y Lázaro, hasta tal punto que, ante la muerte de éste, dirá San Ireneo: "Jesús lloró como hombre y amigo, y lo resucitó como Dios".
El mejor amigo que puedes tener es Jesús. Elige amigos que amen a Dios y tengan un corazón puro. "Huye de las pasiones juveniles y busca la justicia, la fe, el amor y la paz con los que invocan al Señor con un corazón puro" (2Tim 2,22).
Para ser amigos de Jesús y de los demás "no hagamos cosa alguna por espíritu de rivalidad o vanagloria: antes, llevados de la humildad, tengamos a los demás por superiores a nosotros, preocupándonos no sólo de nuestras cosas, sino sobre todo de las de los demás". (Filp 2,3-4), ya que Él ha dicho "quien cumple la voluntad de Dios, es mi hermano, mi hermana, mi madre y ‘mi amigo’" (Mc 3, 35).
Jesús vio su muerte como un sacrificio de amistad. Por eso dijo: "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" (Jn 15,13)… "Llega a casa, llama a sus amigos y les dice: "Alégrense conmigo, porque he encontrado a mi oveja perdida" (Lc 15,6).
Si la amistad es amor, es también caridad. Porque amor y caridad son, a la vez, el único sentimiento existente entre los cristianos de fe.
Para ser amigos de Jesús y de los demás hemos de “examinarlo todo, retener lo bueno y huir de toda clase de mal" (1Tes 5,14-22) y cumplir con su mandamiento: “que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado. Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que les mando" (Jn 15,12).
Para terminar les transcribo la hermosa canción de Roberto Carlos inspirada en el amor de Jesucristo por la humanidad. Me he permitido subrayar frases muy decidoras. Así querría ser para ustedes un amigo con alma de niño, brindando respeto y cariño, sin cambios, por más fuertes que sean los vientos.
Tú eres mi hermano del alma, realmente el amigo
que en todo camino y jornada está siempre conmigo.
Aunque eres un hombre, aún tienes el alma de un niño,
aquél que me da su amistad, su respeto y cariño.
Recuerdo que juntos pasamos muy duros momentos,
y Tú no cambiaste por fuertes que fueran los vientos.
Es tu corazón una casa de puertas abiertas,
Tú eres realmente el más cierto en horas inciertas.
En ciertos momentos difíciles que hay en la vida
buscamos a quien nos ayude a encontrar la salida,
y aquella palabra de fuerza y de fe que me has dado
me da la certeza que siempre estuviste a mi lado.
Tú eres mi amigo del alma en toda jornada,
sonrisa y abrazo efectivo a cada llegada.
Me dices verdades tan grandes con frases abiertas,
Tú eres realmente el más cierto en horas inciertas.
No preciso ni decir todo esto que te digo,
pero es bueno así sentir que eres Tú mi gran amigo.
Mons. Luis Urbanc
Obispo de Catamarca