Catamarca se unió a la consagración de Rusia y Ucrania a la Virgen y oró por la vida
“La voluntad de Dios es que seamos constructores de Paz y
de Amistad entre todos los seres humanos”, dijo Mons. Urbanc.
Este
viernes 25 de marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor, la Diócesis de
Catamarca se unió a la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de
María, realizada por el Papa Francisco durante una ceremonia penitencial de
Cuaresma en la plaza San Pedro.
En
comunión con la Iglesia que peregrina en Argentina y el mundo, a las 13.00
(17.00 de Roma), el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Santa Misa
en la Catedral Basílica y Santuario del Santísimo Sacramento y de Nuestra Señora
del Valle, que fue concelebrada por los presbíteros Diego Manzaraz, Canciller y
Secretario de la Curia Diocesana; Marcelo Amaya, Delegado Episcopal de la
Pastoral Familiar; Carlos Figueroa, párroco de San José Obrero; Ramón Carabajal
y Luis Páez, capellanes de la Catedral y Santuario mariano. Se sumó a las
intenciones de esta Eucaristía, la acción de gracias del padre Páez por sus 19
años de ordenación sacerdotal.
También las distintas comunidades parroquiales
se sumaron a esta jornada de oración rogando por la paz del mundo y por la vida
naciente.
En el
inicio de su homilía, Mons. Urbanc expresó que este día de la Solemnidad de la
Anunciación del Señor también “desde hace unas décadas, ha sido elegido como el
día de oración por todos los niños que se están gestando en un vientre materno
para que sean queridos y cuidados, y puedan tener la dicha de nacer, crecer y
madurar como la tuvo el Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo”.
Luego
destacó que “hoy, de un modo especial, y a esta hora, estamos unidos al Papa
Francisco, quien nos pidió que lo acompañemos en la consagración de Rusia y
Ucrania al Inmaculado Corazón de María, y que pidamos al buen Dios por la
conversión de nuestros corazones en este tiempo de cuaresma, por el don de la
paz no sólo para estas naciones sino para el mundo entero, e impetremos el cese
inmediato de la guerra, en la que ya hubo miles de víctimas, innumerables
heridos, llanto, angustia, dolor y zozobra por parte de tantas familias que
están en medio del conflicto, y de todos, sobre todo madres, que han ido a
refugiarse a países vecinos con cientos de miles de niños, ancianos y
enfermos”.
Seguidamente
afirmó que “es un hecho que la humanidad ha perdido la senda de la paz. Ha
olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de
millones de caídos en las guerras mundiales. Ha desatendido los compromisos
asumidos como Comunidad de Naciones y está traicionando los sueños de paz de
los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Ha enfermado de avidez, se ha
encerrado en intereses nacionalistas, se ha dejado endurecer por la
indiferencia y paralizar por el egoísmo. Ha preferido ignorar a Dios, convivir
con sus ídolos, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas,
olvidándose de que cada persona debe ocuparse de su prójimo y de la casa común.
Ha destrozado con la guerra el jardín de la tierra, ha herido con el pecado el
corazón del Padre de todos, que nos quiere hermanos y hermanas”.
En
este contexto, manifestó que “cada uno de nosotros, y en nombre de toda la
humanidad, supliquemos con vergüenza: ¡perdónanos, Señor! Y roguemos que cada
ser humano pueda reproducir en su propia historia terrena la disponibilidad de
María a los designios de Dios: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí
según tu palabra» (Lc 1,38), que es también la de Jesús: «Aquí estoy para hacer
tu voluntad» (Heb 10,7.9; Sal 39). La voluntad de Dios es que seamos
constructores de Paz y de Amistad entre todos los seres humanos”.
“En la
miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la
iniquidad del mal y de la guerra, volvamos nuestra mirada hacia nuestra Madre
del Valle que siempre nos recuerda que Dios no nos abandona, sino que continúa
mirándonos con amor, ternura y paciencia, deseoso de perdonarnos y levantarnos
de nuevo, con la certeza de que es Él quien nos la ha entregado y ha dispuesto
que su Corazón Inmaculado sea un refugio para la Iglesia y para la humanidad en
las vicisitudes más adversas y aterradoras de la historia”.
Tras
reflexionar sobre la Palabra de Dios escuchada, se dirigió a la Virgen, diciendo:
“Querida Madre del Valle, postrados ante Ti te suplicamos que despiertes en
nosotros el respeto por toda vida humana naciente, siendo capaces de apreciar
en el fruto del vientre materno la admirable obra del Creador; dispón nuestros
corazones a la generosa acogida de todo niño ante la vida. Bendice a las
familias, santifica la unión de los esposos, haz fecundo su amor para que jamás
dejen de asombrarse ante el don precioso e inestimable de la vida humana.
Intercede para que las decisiones de las asambleas legislativas de todas las
naciones reconozcan y respeten la sacralidad de la vida, de toda vida humana.
Acompaña la obra de los científicos y médicos para que el progreso contribuya
al bien integral de la persona y nadie padezca supresión e injusticia. Concede
a los economistas caridad creativa para que promuevan condiciones suficientes
para que las jóvenes familias puedan abrirse serenamente al nacimiento de
nuevos hijos. Consuela a los esposos que sufren la imposibilidad de engendrar
hijos, dándoles la generosidad de adoptar y así realizarse en su capacidad de
amar, de cuidar y de educar. Amén”.
Antes
de la bendición final, se hizo el Acto de Consagración ante la sagrada imagen
de la Virgen del Valle, Patrona de Catamarca y del Noroeste Argentino.
Rosario
y Vía Crucis por la Vida
Como la fecha coincide con el Día del Niño por
Nacer, antes de la celebración eucarística de la mañana se rezó el Rosario por
la Vida.
Esta jornada de oración continuará a las 19.00 con
el rezo el Vía Crucis por la Vida y a las 20.00 se celebrará la Santa Misa en
el altar mayor de la Catedral Basílica y principal Santuario mariano de la
diócesis.