Día del Niño por Nacer: “Jornada de Oración por la Vida”
En esta jornada, celebramos litúrgicamente el
acontecimiento de la Encarnación del Verbo de Dios en el vientre purísimo de
María Virgen. El evangelista San Lucas se encarga de contarnos ese maravilloso
encuentro del Arcángel Gabriel con María, una muchacha humilde de Palestina,
elegida por Dios para ser Madre de su Hijo (Lc 1, 26–38).
La Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la
Familia (CEVILAF), meditando el texto de la Anunciación del evangelista Lucas,
nos invita a “Abrazar la Vida con ternura y misericordia” del niño por nacer y
de la mamá, siempre y en todas las circunstancias, porque toda vida es valiosa
a los ojos de Dios. Queremos adherirnos como Pastoral Familiar de la Diócesis
de Catamarca a la propuesta, confirmando que es necesario cuidar y respetar la
vida desde su concepción para garantizar los derechos inalienables de toda persona
humana.
Sabemos que en muchas situaciones la fragilidad y el
sufrimiento acechan la realidad de las mujeres embarazadas que se encuentran en
condiciones vulnerables, poniendo en peligro la vida del niño por nacer, como a
la propia vida de la madre; y es ahí cuando como comunidades cristianas y
hermanos en la fe, estamos llamados a “fortalecer y recrear una pastoral del
cuidado de la vida naciente y la maternidad, acogiendo, acompañando y abrazando
a la mujer en su realidad, sea cual sea”.
Qué lindo es escuchar al Papa Francisco dando su justo
valor al significado de una vida nueva y al lugar que ocupa la mujer en esa
proyección: “El embarazo es una época difícil, pero también es un tiempo
maravilloso. La madre acompaña a Dios para que se produzca el milagro de una
nueva vida. La maternidad surge de una «particular potencialidad del organismo
femenino, que con peculiaridad creadora sirve a la concepción y a la generación
del ser humano»” (Amoris Leatitia 168).
Importante también se hace la familia, como espacio y
realidad necesaria para acompañar una vida que comienza, bajo el cuidado y la
protección de la mamá y el papá, que asumen el desafío de la paternidad
responsable como enseña la Iglesia: “Ambos, varón y mujer, padre y madre, son
«cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes».
Muestran a sus hijos el rostro materno y el rostro paterno del Señor. Además,
ellos juntos enseñan el valor de la reciprocidad, del encuentro entre
diferentes, donde cada uno aporta su propia identidad y sabe también recibir
del otro” (AL 172).
Ponemos en manos de María del Valle, nuestra Madre
llena de ternura, que cuide de la maternidad de la mujer en nuestra tierra
catamarqueña y de la vida de cada niño por nacer, y lleguen así a feliz término
como una obra maravillosa y un don de Dios para cada familia.
Pastoral Familiar – Diócesis de
Catamarca