El Obispo pidió a la Virgen por los educadores de Catamarca; también que “reconforte con su ternura materna a todos los damnificados de Telaritos”; y que acompañe a los peregrinos.
Durante la Santa Misa de las 21.00
del miércoles 4 de diciembre, sexto día de la Novena en honor de la Pura y
Limpia Concepción del Valle, rindieron su homenaje autoridades y empleados del Ministerio
de Educación, docentes en actividad y jubilados, Docentes Jubilados
Autoconvocados, gremios docentes, Vicaría Diocesana de Educación, Centro
Educativo y Cultural Diocesano Virgen del Valle (Ceculd) y Pastoral de
Educación.
Participaron el ministro de
Educación, Dr. Dalmacio Mera, entre otras autoridades del ámbito educativo
provincial y municipal, representantes legales, directivos y docentes de instituciones
educativas, fieles en general y peregrinos que desde el inicio de las festividades
están llegando a la ciudad capital para honrar a la Madre Morena.
La Eucaristía fue presidida
por el obispo diocesano Mons. Luis Urbanč y concelebrada por el vicario de
Educación, padre Lucas Segura.
En su predicación, luego de
dar la bienvenida a los alumbrantes, el Obispo pidió “que la gran Maestra de la
Fe y de las buenas costumbres los siga cuidando y guiando en esta nobilísima
tarea, para que podamos ser una sociedad justa, fraterna e inclusiva”.
En referencia a la Palabra de
Dios proclamada, afirmó que “las lecturas de Isaías y del Evangelio de Mateo
nos animan a adentrarnos con profundidad en el espíritu del Adviento, un tiempo
en el que somos llamados a vivir la esperanza, reconocer la providencia de Dios
y dejarnos llenar de su compasión y amor transformador”.
Más adelante expresó que “en
el Evangelio de Mateo (15,29-37), esta promesa de salvación encuentra un eco en
la compasión de Jesús hacia la multitud. En la escena del monte, Jesús no sólo
cura a los enfermos y lisiados, devolviéndoles la salud y la dignidad, sino que
también se preocupa por el hambre de la gente, ofreciendo alimento en
abundancia. Este relato nos habla de un Dios cercano, que no sólo se ocupa de
nuestras necesidades espirituales, sino que también se hace cargo de nuestras
necesidades terrenales. Jesús, al multiplicar los panes, muestra que su Reino
es un reino de comunión, generosidad y vida en plenitud, donde todo el ser
humano cuenta (materia y espíritu), y debe ser cuidado”.
“En Adviento, este Evangelio
nos desafía a vivir desde una fe activa y generosa. La compasión de Jesús hacia
la multitud nos invita a preguntarnos: ¿de qué manera podemos ser instrumentos
de su amor y cuidado en medio de las carencias del mundo? ¡Qué importante desafío
en el ámbito educativo! Para el Año jubilar, esta invitación se vuelve aún más
urgente: compartir el pan con los que tienen hambre, sanar las heridas de
quienes sufren y, sobre todo, ser testigos de la abundancia de Dios en nuestras
vidas. ¡Por favor que resuene esto en el corazón de cada educador de nuestra
Provincia y en cada funcionario!”, indicó.
Continuando con su reflexión,
dijo que “el Adviento es tiempo de preparación y de esperanza. Así como la
multitud fue saciada por Jesús, nosotros somos llamados a acercarnos al
banquete que el Señor ha preparado. Este tiempo litúrgico nos impulsa a vivir
con la confianza de que Dios no sólo cumple sus promesas, sino que ya ha
comenzado a actuar entre nosotros, llenando nuestras vidas de sentido,
compasión y salvación”.
“Que este Adviento, iluminado
por la esperanza del Jubileo, sea un momento para dejarnos transformar por el
amor de Dios, abrir nuestras manos al necesitado, a los educandos, y proclamar
con alegría: ‘Aquí está nuestro Dios. Celebremos y gocemos con su salvación’”,
enfatizó.
Por
los damnificados de Telaritos y los peregrinos
Dirigiéndose a la Madre, pidió
“que reconfortes con tu ternura materna a todos los damnificados de Telaritos y
que nos libres de las catástrofes naturales, pero, sobre todo, de las que vamos
causando con nuestras faltas de responsabilidad y coherencia con la fe y amor
recibidos en el Bautismo”.
También rogó por los
peregrinos: “Acompaña, cobijados bajo tu Manto materno, a cuantos están
caminando hacia aquí desde distintos puntos con sus corazones cargados de
penas, angustias y sanos deseos de ser mejores cristianos”.
“Y, a todos los que estamos
participando de esta celebración procúranos las gracias divinas que necesitamos
para ser cada día verdaderos servidores del bien, la verdad, la justicia, el
amor, la paz, la honestidad, la unidad, la fraternidad, el perdón y la
reconciliación”.
En el momento de las ofrendas, los alumbrantes acercaron los dones del pan y del vino, y hacia el final se consagración a la Virgen y la alabaron con el canto.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos
Devotos y Peregrinos:
En este sexto día de la novena
rinden su homenaje a la Virgen del Valle quienes trabajan en la Educación.
Bienvenidos a esta celebración y que la gran Maestra de la Fe y de las buenas
costumbres los siga cuidando y guiando en esta nobilísima tarea, para que
podamos ser una sociedad justa, fraterna e inclusiva.
La temática propuesta para
esta jornada, en sintonía con la preparación al Año Jubilar por el 2025
aniversario del Nacimiento de Jesucristo, nos invita a forjar una real comunión
con Dios, a fin de que, cada uno, pueda mantener viva la esperanza, condición
imprescindible para tener una voluntad firme de lucha y superación permanente.
Las lecturas de Isaías y del
Evangelio de Mateo nos animan a adentrarnos con profundidad en el espíritu del
Adviento, un tiempo en el que somos llamados a vivir la esperanza, reconocer la
providencia de Dios y dejarnos llenar de su compasión y amor transformador.
El texto del profeta Isaías
25,6-10, anuncia un festín preparado por el Señor para todos los pueblos, una
imagen de plenitud y salvación. Este banquete, que simboliza la vida en
comunión con Dios, no es sólo un momento de abundancia material, sino un signo
profundo de la acción de Dios en la historia: arrancará el velo que cubre a las
naciones, enjugará las lágrimas de los rostros y aniquilará la muerte para
siempre.
En Adviento, estas palabras
resuenan con fuerza porque nos recuerdan que nuestra esperanza está en un Dios
que no se olvida de su pueblo, que cumple sus promesas y nos invita a
participar de su salvación. Este monte del Señor representa la cercanía de
Dios, que viene a nuestro encuentro para llenarnos de vida y alegría.
Esta visión de Isaías también
ilumina el significado del Adviento en el contexto de un Año jubilar. El
jubileo nos llama a contemplar y experimentar la restauración que Dios quiere
realizar en nuestra vida y en el mundo. En este tiempo, el Señor nos invita a
dejar atrás el dolor y la opresión, y a proclamar con confianza: “Aquí está
nuestro Dios, esperábamos en él y nos ha salvado”.
En el Evangelio de Mateo
(15,29-37), esta promesa de salvación encuentra un eco en la compasión de Jesús
hacia la multitud. En la escena del monte, Jesús no sólo cura a los enfermos y
lisiados, devolviéndoles la salud y la dignidad, sino que también se preocupa
por el hambre de la gente, ofreciendo alimento en abundancia. Este relato nos
habla de un Dios cercano, que no sólo se ocupa de nuestras necesidades
espirituales, sino que también se hace cargo de nuestras necesidades
terrenales. Jesús, al multiplicar los panes, muestra que su Reino es un reino
de comunión, generosidad y vida en plenitud, donde todo el ser humano cuenta
(materia y espíritu), y debe ser cuidado.
En Adviento, este Evangelio
nos desafía a vivir desde una fe activa y generosa. La compasión de Jesús hacia
la multitud nos invita a preguntarnos: ¿de qué manera podemos ser instrumentos
de su amor y cuidado en medio de las carencias del mundo? ¡Qué importante
desafío en el ámbito educativo! Para el Año jubilar, esta invitación se vuelve
aún más urgente: compartir el pan con los que tienen hambre, sanar las heridas
de quienes sufren y, sobre todo, ser testigos de la abundancia de Dios en
nuestras vidas. ¡Por favor que resuene esto en el corazón de cada educador de
nuestra Provincia y en cada funcionario!
El Adviento es tiempo de
preparación y de esperanza. Así como la multitud fue saciada por Jesús,
nosotros somos llamados a acercarnos al banquete que el Señor ha preparado.
Este tiempo litúrgico nos impulsa a vivir con la confianza de que Dios no sólo
cumple sus promesas, sino que ya ha comenzado a actuar entre nosotros, llenando
nuestras vidas de sentido, compasión y salvación.
Que este Adviento, iluminado
por la esperanza del Jubileo, sea un momento para dejarnos transformar por el
amor de Dios, abrir nuestras manos al necesitado, a los educandos, y proclamar
con alegría: “Aquí está nuestro Dios. Celebremos y gocemos con su salvación”.
Querida Madre, Gran Educadora
de los hijos e hijas de Dios, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos para
que nos animemos a una nueva esperanza, con un corazón bien dispuesto a
secundar la Gracia de Dios como lo hiciste Tú, Virgen de la paciente espera.
Te pido que reconfortes con tu
ternura materna a todos los damnificados de Telaritos y que nos libres de las
catástrofes naturales, pero, sobre todo, de las que vamos causando con nuestras
faltas de responsabilidad y coherencia con la fe y amor recibidos en el
Bautismo.
Acompaña, cobijados bajo tu
Manto materno, a cuantos están caminando hacia aquí desde distintos puntos con
sus corazones cargados de penas, angustias y sanos deseos de ser mejores
cristianos.
Y, a todos los que estamos
participando de esta celebración procúranos las gracias divinas que necesitamos
para ser cada día verdaderos servidores del bien, la verdad, la justicia, el
amor, la paz, la honestidad, la unidad, la fraternidad, el perdón y la reconciliación.
Amén.
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Fotos y videos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat