En la mañana de este domingo 8 de diciembre, el obispo diocesano Mons. Luis Urbanč presidió la Misa Solemne en honor de la Pura y Limpia Concepción, que fue concelebrada por numerosos sacerdotes del clero catamarqueño y otros peregrinos.
Participaron de manera
especial los militares del Ejército Argentino IV Brigada Aerotransportada de la
provincia de Córdoba, quienes llegaron en peregrinación a través de la
modalidad trote en postas, recorriendo 440 kilómetros hasta el Santuario de
Catamarca.
También en el templo se
encuentra desde ayer la imagen de San Nicolás de Bari, de la hermana diócesis
de La Rioja, quien llegó con los hermanos riojanos a honrar a la Patrona de
Catamarca y Patrona del Noroeste Argentino.
En inicio de la Eucaristía, el
Obispo compartió la alegría de la Iglesia en el NOA y en Argentina por la
incorporación al Colegio Catedralicio del arzobispo de Santiago del Estero,
Mons. Vicente Bokalic, También anunció que pondrá en funciones como nuevo
párroco de San Jorge al padre Héctor Moreno.
“A lo largo de toda la novena
fuimos ahondando en el Lema del Jubileo 2025: ‘Peregrinos de la Esperanza’, sin
embargo, hoy queremos volver sobre nuestra ancestral invocación: ‘Madre del
Valle, Esperanza nuestra’. Y, es así, puesto que nadie puede tener de verdad a
Dios por Padre, si no tiene a María por Madre. Esto lo quiso Dios en su
providencia. Y debemos estar agradecidos que lo haya dispuesto de este modo,
porque es lo más pedagógico para acompañar la psicología y espiritualidad de la
naturaleza humana”, manifestó el Obispo en el inicio de su predicación.
Hizo un poco de historia,
indicando que “en el año 1854, el Papa Pío IX, con la bula Ineffabilis,
proclamó solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción: ‘...Declaramos,
proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la santísima Virgen
María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer
instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente,
en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, está
revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por
todos los fieles’ (DS, 2.803). Se trata de la redención anticipada de María
como singular gracia y puro privilegio”.
Luego profundizó en los textos
bíblicos y dedicó un espacio para catequizar acerca de cómo debemos rezar el
Ave María, a la vez que hizo la distinción entre la adoración, que le debemos
sólo a Dios, y la veneración, que dirigimos a la Virgen María y a los santos.
Hacia el final de su reflexión
rogó: “Querida Madre del Valle, que, con tu ayuda y ejemplo, durante este
tiempo de Adviento pregustemos los frutos de la Salvación que tienen su
comienzo en tu Sí incondicional a Dios con el que se produjo la Encarnación del
Hijo Eterno de Dios, tu querido Jesús, que hizo morada en tus purísimas
entrañas, ya que eres ‘toda Santa’, ‘toda Hermosa’”.
“Que comprendamos que en Ti
Dios realizó anticipadamente lo que quiere realizar en todos los seres humanos;
por eso, Tú eres tipo, figura y modelo de la humanidad redimida, que se
realiza, plena y anticipadamente, en toda la Iglesia”, continuó.
También pidió “que nuestros
corazones se asemejen al tuyo por medio de una nueva orientación de nuestra
voluntad, que parta de una clara percepción del Misterio del Emmanuel, el Dios
con nosotros, que tuvo lugar en tu purísimo vientre hace 2025 años y que lo
celebraremos como Año Jubilar a partir del 29 de diciembre, hasta el 28 de
diciembre del próximo año”.
“Madre amada, que el camino de
conversión al que nos convoca el Jubileo no nos cause tristeza, creyendo que
convertirse es aburrido y que nos frustra, sino una gran esperanza, sabiendo
que no debemos poner la atención en el pesimismo ni en los fantasmas interiores
que nos llevan al desaliento y a decirnos que ‘no puedo’, ‘todo está mal’, ‘ser
santo no es para mí’. Que nos percatemos que todo cambia, si le dejamos el
primer lugar a Dios, como Tú; que le dejemos la puerta abierta para que entre y
obre sus maravillas como en Ti y en tantos santos y santas a lo largo de miles
de años”, expresó.
Asimismo, rogó “por tantos
peregrinos que vinieron a honrarte con sus vidas cargadas de pesares, fracasos,
incertidumbres, carencias y para dar gracias; que regresen a sus hogares llenos
de paz, consuelo y gozo de haber estado contigo y renovados en su fe, esperanza
y amor, para compartirlo con familiares y vecinos que no pudieron llegar este
año, pero que te aman como su tierna madre”.
Al finalizar la celebración
eucarística, los militares de Córdoba le entregaron al Obispo las intenciones
de todos los Paracaidistas Militares de Argentina, para que las pusiera a los
pies de su Santísima Patrona, luego del peregrinaje a Catamarca.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos Devotos y Peregrinos:
A lo largo de toda la novena
fuimos ahondando en el Lema del Jubileo 2025: ‘Peregrinos de la Esperanza’, sin
embargo, hoy queremos volver sobre nuestra ancestral invocación: “Madre del
Valle, Esperanza nuestra”. Y, es así, puesto que nadie puede tener de verdad a
Dios por Padre, si no tiene a María por Madre. Esto lo quiso Dios en su
providencia. Y debemos estar agradecidos que lo haya dispuesto de este modo,
porque es lo más pedagógico para acompañar la psicología y espiritualidad de la
naturaleza humana.
Antes que nada, un poco de
historia. En el año 1854, el Papa, Pío IX, con la bula Ineffabilis, proclamó
solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción: "...Declaramos,
proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la santísima Virgen
María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer
instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente,
en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, está
revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por
todos los fieles" (DS, 2.803). Se trata de la redención anticipada de
María como singular gracia y puro privilegio.
En orden a esto es de capital
importancia la primera lectura que escuchamos de (Gn 3,9-15.20), que suelen
llamar ‘protoevangelio’ y del Evangelio (Lc 1,26-38). Los versículos, a
destacar, son: Gn 3,15: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu
linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón". Y
Lc 1,28: "El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:
"¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Cuando leemos el texto hebreo
y la traducción griega de Gn 3,15, el que aplastará a la serpiente es la
descendencia o el descendiente, sin embargo, la traducción al latín dice que es
la mujer la que la aplastará. Por eso, la iconografía cristiana difundió la
imagen de la Virgen aplastando la serpiente, seguramente orientado por una
lectura similar que hace el libro del Apocalipsis 12,1-9. Aclarado esto, hay
que decir que ambas traducciones no se contraponen, ya que la intención del
simbolismo es representar una lucha continua del hombre contra la tentación con
la victoria del primero (cf. Gn 4,7). Para la justificación del dogma de la Inmaculada
el término clave es "enemistad". El texto hebreo sugiere una pugna
perenne entre la mujer, que representa a la humanidad, y la serpiente, que
representa al demonio. El Magisterio de la Iglesia, por su parte, ha visto en
este pasaje el anuncio de una total y permanente separación entre la
mujer/María y la serpiente/el mal.
En síntesis, en este texto
bíblico se proclama la enemistad entre la mujer y su descendencia/
descendiente, por una parte, y la serpiente y sus secuaces, por otra. Se trata
de una hostilidad expresamente establecida por Dios, que cobra un relieve
singular si consideramos la cuestión de la santidad personal de la Virgen. Para
ser la enemiga irreconciliable de la serpiente y sus secuaces, María debía
estar exenta de todo dominio del pecado. Y esto desde el primer momento de su
existencia. Por tanto, la absoluta enemistad puesta por Dios entre la mujer y
el demonio exige que María fuera concebida sin pecado en orden a ser la Madre
su Hijo, que no tiene pecado, y que obtuvo la victoria definitiva sobre Satanás
e hizo beneficiaria anticipadamente a su Madre, preservándola del pecado.
Por su parte, el texto de Lc
1,28, el más importante para la fundamentación del dogma de la Inmaculada
Concepción, tiene su eje en el vocablo griego ‘kejaritomene’, participio
perfecto pasivo del verbo causativo ‘jaritoo’, que significa agraciar a
alguien, conceder una gracia; y por ser forma pasiva, indica que es causada por
otro, es decir, la gracia es otorgada, en este caso por Dios a María y la transforma.
Y por ser tiempo perfecto, su efecto dura en el presente. Es decir, que la
acción fue antes de la anunciación y encarnación del del Hijo de Dios, y su
condición de Inmaculada es actual y permanente.
Algunos exegetas piensan que
"llena de Gracia" sería el nombre nuevo de María que nos revela su
vocación, su ser y su misión a los ojos de Dios. En síntesis, el apelativo
“llena de gracia” al atraer nuestra atención hacia la santidad especial de
María y hacia el hecho de que fue completamente liberada del influjo de
Satanás, nos hacen intuir, en el privilegio único concedido a María por el
Señor, el inicio de un nuevo orden, que es fruto de la amistad con Dios y que
implica la victoria de Dios sobre el pecado, del bien sobre el mal.
Por último, una importante
acotación respecto a como debemos rezar el Ave María. Es frecuente oír que
cuando se lo reza, muchos, pensando de buena manera y creyendo que reivindican
a la Virgen María, dicen ‘llena de gracias’, con lo cual la rebajan a ser una
mujer muy favorecida o la más favorecida, quitándole la prerrogativa exclusiva
y necesaria en orden a la Encarnación del Hijo de Dios, que es la de ser ‘La
Pura y Limpia Concepción’, ‘La Inmaculada’, ‘La Sin Pecado’. Por tanto,
queridos papás y mamás, catequistas, sacerdotes, religiosos/as, recen
correctamente el Ave María para que profesemos explícitamente el dogma de la
Inmaculada Concepción, que mucho bien nos hará en orden a valorar el plan
salvífico de Dios y ser agradecidos con Él por medio de una conducta más coherente
con la fe recibida y que debemos transmitir íntegra y claramente para evitar
equívocos y graves distorsiones no sólo en lo que se cree, sino en el obrar.
Aprovecho la ocasión también
para clarificar otro concepto muy mal usado y que genera muchas rispideces con
los cristianos no católicos. Se trata de ‘Adorar’, que lo usan, lamentablemente
como sinónimo de amar o querer.
En el Antiguo Testamento, Dios
hasta el cansancio, y también Jesucristo en el Nuevo Testamento, dejan bien en
claro que sólo a Dios se adora, y a nadie y a nada más. El concepto es,
exclusivo y excluyente, para la relación de la creatura con el creador.
¡Cuántas veces se repite en la Biblia: “Sólo a Dios adorarás”! (Dt 6,13)
Isaías 43,7: "Yo los he
creado para que me adoren y me canten alabanzas".
Éxodo 23,25: “Adora al Señor
tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. Yo apartaré de ustedes toda
enfermedad”.
Juan 4,24: “Dios es espíritu,
y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.
Mateo 4,10: “Retírate Satanás,
porque está escrito: adorarás al Señor, tu Dios, y sólo a Él darás culto”.
En concreto, para dirigirnos, con nuestro amor y cariño, a la Virgen, a los santos o a los seres queridos, usamos la palabra venerar u honrar. Por favor, no dejen de hacer la distinción y habitúense a ser correctos en el uso de la lengua. Esto nos ahorrará muchos malentendidos y discusiones inútiles. No basta hablar por hablar; hay que hacerlo correctamente y viviremos en paz y en comunión.
Querida Madre del Valle, que,
con tu ayuda y ejemplo, durante este tiempo de Adviento pregustemos los frutos
de la Salvación que tienen su comienzo en tu Sí incondicional a Dios con el que
se produjo la Encarnación del Hijo Eterno de Dios, tu querido Jesús, que hizo
morada en tus purísimas entrañas, ya que eres «toda Santa», «toda
Hermosa».
Que comprendamos que en Ti
Dios realizó anticipadamente lo que quiere realizar en todos los seres humanos;
por eso, Tú eres tipo, figura y modelo de la humanidad redimida, que se
realiza, plena y anticipadamente, en toda la Iglesia.
Te pedimos, Madre, que
nuestros corazones se asemejen al tuyo por medio de una nueva orientación de
nuestra voluntad, que parta de una clara percepción del Misterio del Emmanuel,
el Dios con nosotros, que tuvo lugar en tu purísimo vientre hace 2025 años y
que lo celebraremos como Año Jubilar a partir del 29 de diciembre, hasta el 28
de diciembre del próximo año.
Madre amada, que el camino de
conversión al que nos convoca el Jubileo no nos cause tristeza, creyendo que
convertirse es aburrido y que nos frustra, sino una gran esperanza, sabiendo
que no debemos poner la atención en el pesimismo ni en los fantasmas interiores
que nos llevan al desaliento y a decirnos que ‘no puedo’, ‘todo está mal’, ‘ser
santo no es para mí’. Que nos percatemos que todo cambia, si le dejamos el
primer lugar a Dios, como Tú; que le dejemos la puerta abierta para que entre y
obre sus maravillas como en Ti y en tantos santos y santas a lo largo de miles
de años.
Por último, te ruego por
tantos peregrinos que vinieron a honrarte con sus vidas cargadas de pesares,
fracasos, incertidumbres, carencias y para dar gracias; que regresen a sus
hogares llenos de paz, consuelo y gozo de haber estado contigo y renovados en
su fe, esperanza y amor, para compartirlo con familiares y vecinos que no
pudieron llegar este año, pero que te aman como su tierna madre. Amén.
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