Camino a la Beatificación

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13 abril 2024

Aniversario de la Coronación Pontificia de la Imagen de la Virgen y homenaje del ámbito de la Cultura

“Que cultivando la cultura del encuentro y de la escucha cooperemos para ser una Iglesia sinodal que acompaña a todos”, dijo el Obispo.

 

El viernes 12 de abril, la Iglesia que peregrina en Catamarca celebró el 133° aniversario de la Coronación Pontificia de la Imagen de la Virgen del Valle, en el marco del Septenario en su honor.

A las 20.00, el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, presidió la Santa Misa, que fue concelebrada por el padre Ramón Carabajal, capellán del Santuario y Catedral Basílica, y el padre Héctor Montiel Catalán, sacerdote de la Diócesis de La Rioja quien llegó a honrar a la Patrona de Catamarca.

En esta Eucaristía rindió su homenaje el ámbito de la Cultura: SADE, Junta de Estudios Históricos, SALAC, Damas Belgranianas, Instituto Sanmartiniano y de Cultura Hispánica, EVEA, Conservatorios de Música y demás Instituciones Culturales y Artísticas.

 

Que la oración nos ayude a ir al encuentro de los demás

Al darles la bienvenida a los alumbrantes de esta celebración, Mons. Urbanč encomendó: “Que la Madre de Dios los ayude a forjar aquellos valores humanos y cristianos que transformen y engrandezcan toda vida humana, a fin de propiciar una sociedad más justa, fraterna, inclusiva, pacífica y solidaria”. Luego recordó que en ese día se cumplían los 133 años de la coronación pontificia de la imagen de la Virgen del Valle.

Después pasó a meditar sobre el tema propuesto para esta jornada, ‘la oración de María’, que “es muy importante en pos de una cultura del encuentro, la restauración y sanación de los vínculos y la dignificación y cuidado de toda vida humana”, dijo. Habló del amor y la confianza filial que desde siempre tienen los cristianos en la Virgen, señalando que “todos acuden a Ella en momentos de especial importancia o dificul¬tad. (…) Ella nos puede enseñar a buscar y aceptar en la oración la voluntad de Dios, incluso cuando no entendemos nada de lo que nos está ocurriendo”.

Seguidamente reflexionó sobre las lecturas proclamadas. Al meditar sobre el pasaje del Evangelio de este día, de la multiplicación de los panes y los peces, indicó que Jesús “nos enseña que lo que salva nuestra vida, lo que la redime, no son las cosas razonables, calculadas, precisas, aquello que medimos y hacemos. Sólo el exceso de amor puede acrecentar la vida. Los discípulos manifiestan su escepticismo ante la propuesta de Jesús de ofrecer comida a tanta gente; les parece imposible solucionar el problema. Los cálculos no les salían, no confiaban en la palabra de Jesús. (…) Es probable que nosotros, como ellos, vivamos a veces calculándolo todo, restringiendo al mínimo el amor y la solidaridad. Y así perdemos oportunidades, perdemos la vida”.

“Para concluir, quiero invitarlos a considerar hoy y siempre el gran desafío que el Papa Francisco, siguiendo las huellas de san Juan Pablo II, no se cansa de pregonar: «promover la cultura del encuentro», que parte siempre de un yo individual o plural (un pueblo o una nación). Es un yo que quiere encontrarse con otro, es decir, que tiene voluntad de encuentro”, expresó.

“Querida Madre del Valle, ayúdanos a rezar con madurez, confianza, paz y compromiso. Que la oración nos ayude a salir de nosotros mismos e ir al encuentro de los demás, rehaciendo vínculos, fortaleciéndolos o promoviéndolos. Que tengamos la libertad interior para saber perdonar de corazón a quienes nos hacen sufrir, nos dañan o nos postergan. Que no busquemos tanto ser consolados como consolar, ser amados como amar, ser comprendidos como comprender. Que, de verdad, seamos una ‘Iglesia en salida’, sin temor a ser heridos. Que veamos este mundo como ‘don y tarea’, sin bajar los brazos ante los fracasos o escasos frutos. Que tengamos la sabiduría para discernir por dónde nos quiere llevar el Espíritu Santo. Que cultivando la cultura del encuentro y de la escucha cooperemos para ser una Iglesia sinodal que no corre, ni descarta, ni estigmatiza, sino que acompaña a todos, sin excepción”.

 

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA

Queridos devotos y peregrinos:

                                                             En este sexto día del septenario rinden su homenaje a la Virgen del Valle quienes promueven el ámbito de la cultura. Bienvenidos a esta celebración y que la Madre de Dios los ayude a forjar aquellos valores humanos y cristianos que transformen y engrandezcan toda vida humana, a fin de propiciar una sociedad más justa, fraterna, inclusiva, pacífica y solidaria.

            Cabe señalar que hoy es el día histórico en el que se cumplen los 133 años de la coronación pontificia de esta sagrada imagen, 4 veces centenaria de la Pura y Limpia Concepción, en su advocación del Valle.

            El tema propuesto para esta jornada, ‘la oración de María’, es muy importante en post de una cultura del encuentro, la restauración y sanación de los vínculos y la dignificación y cuidado de toda vida humana.

Jesús quiso que su Madre Santísima se elevara en la Iglesia como cauce para el encuentro con Él. Por eso los cristianos siempre se han dirigido a Ella con amor filial y confianza plena. Todos acuden a Ella en momentos de especial importancia o dificul-tad. María, es para los cristianos modelo y apoyo. Ella nos puede enseñar a buscar y aceptar en la oración la voluntad de Dios, incluso cuando no entendemos nada de lo que nos está ocurriendo. Su palabra es el modelo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu pala¬bra” (Lc 1,38). Ella da luz y fuerza. Misteriosamente está presente en la mente y en el corazón. Ella nos enseña a decir: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador” (Lc 1,46-47). Toda su vida es modélica: “María conservaba todas estas co¬sas en su corazón y las meditaba” (Lc 2,19).

Pensemos si no en el modo de obrar del fariseo Gamaliel, que, por ser un hombre de oración, supo dar un consejo oportuno y atinado ante sus colegas, enceguecidos por el odio y la envidia, de no exponerse a luchar contra Dios, persiguiendo a los apóstoles (Hch 5,38-39). Como también la alegría de los apóstoles de haber podido sufrir algo por ser fieles a Jesús y de disponerse más y mejor para seguir anunciando la Buena Noticia, a fin de que sean cada vez más los que conozcan a Jesús y que se unan a Él por el Bautismo, acrecentando así la Iglesia, llamada a dar testimonio del Resucitado (Hch 5,41-42).

Por su parte, Jesús, en El Evangelio (Jn 6,1-15) nos enseña que lo que salva nuestra vida, lo que la redime, no son las cosas razonables, calculadas, precisas, aquello que medimos y hacemos. Sólo el exceso de amor puede acrecentar la vida. Los discípulos manifiestan su escepticismo ante la propuesta de Jesús de ofrecer comida a tanta gente; les parece imposible solucionar el problema. Los cálculos no les salían, no confían en la palabra de Jesús. Les parece un absurdo.

Es probable que nosotros, como ellos, vivimos a veces calculándolo todo, restringiendo al mínimo el amor y la solidaridad. Y así perdemos oportunidades, perdemos la vida. Si no desbordamos de vida, simplemente la perdemos. Necesitamos aprender de Jesús, necesitamos estar atentos a los otros, construir presencias de amor.

Basta ofrecernos con generosidad y dar lo que hemos recibido gratis. Basta con hacer el bien. El Espíritu Santo lo quiere hacer a través nuestro.

Que el pan no se acumule en pocas personas, sino que se comparta para que llegue a los que están esperando el “pan de cada día” (Mt 6,11).

Para concluir, quiero invitarlos a considerar hoy y siempre el gran desafío que el Papa Francisco, siguiendo las huellas de san Juan Pablo II, no se cansa de pregonar: “promover la cultura del encuentro”, que parte siempre de un yo individual o plural (un pueblo o una nación). Es un yo que quiere encontrarse con otro, es decir, que tiene voluntad de encuentro. Si se dice que “2 no se pelean si uno no quiere”, también, podría decirse que 2 –sean singulares o plurales- no se encuentran si uno de los 2 no quiere. Por tanto, la voluntad del encuentro es importante como lo es que uno –un alguien, un yo- dé un primer paso e inicie un movimiento hacia el otro.

El encuentro no requiere tan solo un movimiento físico, a veces, el movimiento es de orden más interno, mental, si se prefiere. Requiere un salir para encontrarse con otro. Salir, ¿de qué? De sí, de las posiciones estancadas que se puedan tener, de los prejuicios, de la comodidad, de aquello que paraliza o dificulta un posible encuentro. En el lenguaje coloquial se suele expresar del siguiente modo: “Alguien tiene que dar el primer paso”. Así es, alguien –un yo- tiene que iniciar el primer movimiento, dar un primer paso, encaminarse –hacer camino- hacia el otro. También, es cierto que esta expresión se suele utilizar cuando 2 están enfrentados, pero, obviamente, no es necesario que haya un conflicto para encontrase con el otro. Contemplado desde otra perspectiva más positiva, la amistad supone un salir, recurrentemente, al encuentro del amigo.

Querida Madre del Valle, ayúdanos a rezar con madurez, confianza, paz y compromiso. Que la oración nos ayude a salir de nosotros mismos e ir al encuentro de los demás, rehaciendo vínculos, fortaleciéndolos o promoviéndolos. Que tengamos la libertad interior para saber perdonar de corazón a quienes nos hacen sufrir, nos dañan o nos postergan. Que no busquemos tanto ser consolados como consolar, ser amados como amar, ser comprendidos como comprender. Que, de verdad, seamos una ‘Iglesia en salida’, sin temor a ser heridos. Que veamos este mundo como ‘don y tarea’, sin bajar los brazos ante los fracasos o escasos frutos. Que tengamos la sabiduría para discernir por dónde nos quiere llevar el Espíritu Santo. Que cultivando la cultura del encuentro y de la escucha cooperemos para ser una Iglesia sinodal que no corre, ni descarta, ni estigmatiza, sino que acompaña a todos, sin excepción. Amén.

¡¡¡Viva la Virgen del Valle!!!

#FiestasMarianas2024

#VirgenDelValleCatamarca

Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat