“Que cultivando la cultura del encuentro y de la escucha cooperemos para ser una Iglesia sinodal que acompaña a todos”, dijo el Obispo.
El viernes 12 de abril, la
Iglesia que peregrina en Catamarca celebró el 133° aniversario de la Coronación
Pontificia de la Imagen de la Virgen del Valle, en el marco del Septenario en
su honor.
A las 20.00, el obispo
diocesano, Mons. Luis Urbanč, presidió la Santa Misa, que fue concelebrada por
el padre Ramón Carabajal, capellán del Santuario y Catedral Basílica, y el
padre Héctor Montiel Catalán, sacerdote de la Diócesis de La Rioja quien llegó
a honrar a la Patrona de Catamarca.
En esta Eucaristía rindió su
homenaje el ámbito de la Cultura: SADE, Junta de Estudios Históricos, SALAC,
Damas Belgranianas, Instituto Sanmartiniano y de Cultura Hispánica, EVEA,
Conservatorios de Música y demás Instituciones Culturales y Artísticas.
Que
la oración nos ayude a ir al encuentro de los demás
Al darles la bienvenida a
los alumbrantes de esta celebración, Mons. Urbanč encomendó: “Que la Madre de
Dios los ayude a forjar aquellos valores humanos y cristianos que transformen y
engrandezcan toda vida humana, a fin de propiciar una sociedad más justa,
fraterna, inclusiva, pacífica y solidaria”. Luego recordó que en ese día se
cumplían los 133 años de la coronación pontificia de la imagen de la Virgen del
Valle.
Después pasó a meditar sobre
el tema propuesto para esta jornada, ‘la oración de María’, que “es muy
importante en pos de una cultura del encuentro, la restauración y sanación de
los vínculos y la dignificación y cuidado de toda vida humana”, dijo. Habló del
amor y la confianza filial que desde siempre tienen los cristianos en la
Virgen, señalando que “todos acuden a Ella en momentos de especial importancia
o dificul¬tad. (…) Ella nos puede enseñar a buscar y aceptar en la oración la
voluntad de Dios, incluso cuando no entendemos nada de lo que nos está
ocurriendo”.
Seguidamente reflexionó
sobre las lecturas proclamadas. Al meditar sobre el pasaje del Evangelio de
este día, de la multiplicación de los panes y los peces, indicó que Jesús “nos
enseña que lo que salva nuestra vida, lo que la redime, no son las cosas
razonables, calculadas, precisas, aquello que medimos y hacemos. Sólo el exceso
de amor puede acrecentar la vida. Los discípulos manifiestan su escepticismo
ante la propuesta de Jesús de ofrecer comida a tanta gente; les parece imposible
solucionar el problema. Los cálculos no les salían, no confiaban en la palabra
de Jesús. (…) Es probable que nosotros, como ellos, vivamos a veces
calculándolo todo, restringiendo al mínimo el amor y la solidaridad. Y así
perdemos oportunidades, perdemos la vida”.
“Para concluir, quiero
invitarlos a considerar hoy y siempre el gran desafío que el Papa Francisco,
siguiendo las huellas de san Juan Pablo II, no se cansa de pregonar: «promover
la cultura del encuentro», que parte siempre de un yo individual o plural (un
pueblo o una nación). Es un yo que quiere encontrarse con otro, es decir, que
tiene voluntad de encuentro”, expresó.
“Querida Madre del Valle,
ayúdanos a rezar con madurez, confianza, paz y compromiso. Que la oración nos
ayude a salir de nosotros mismos e ir al encuentro de los demás, rehaciendo
vínculos, fortaleciéndolos o promoviéndolos. Que tengamos la libertad interior
para saber perdonar de corazón a quienes nos hacen sufrir, nos dañan o nos
postergan. Que no busquemos tanto ser consolados como consolar, ser amados como
amar, ser comprendidos como comprender. Que, de verdad, seamos una ‘Iglesia en
salida’, sin temor a ser heridos. Que veamos este mundo como ‘don y tarea’, sin
bajar los brazos ante los fracasos o escasos frutos. Que tengamos la sabiduría
para discernir por dónde nos quiere llevar el Espíritu Santo. Que cultivando la
cultura del encuentro y de la escucha cooperemos para ser una Iglesia sinodal
que no corre, ni descarta, ni estigmatiza, sino que acompaña a todos, sin excepción”.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y
peregrinos:
En este sexto día del septenario rinden su
homenaje a la Virgen del Valle quienes promueven el ámbito de la cultura.
Bienvenidos a esta celebración y que la Madre de Dios los ayude a forjar
aquellos valores humanos y cristianos que transformen y engrandezcan toda vida
humana, a fin de propiciar una sociedad más justa, fraterna, inclusiva, pacífica
y solidaria.
Cabe señalar que hoy es el día histórico en el que se
cumplen los 133 años de la coronación pontificia de esta sagrada imagen, 4
veces centenaria de la Pura y Limpia Concepción, en su advocación del Valle.
El tema propuesto para esta jornada, ‘la oración de
María’, es muy importante en post de una cultura del encuentro, la restauración
y sanación de los vínculos y la dignificación y cuidado de toda vida humana.
Jesús quiso que su Madre
Santísima se elevara en la Iglesia como cauce para el encuentro con Él. Por eso
los cristianos siempre se han dirigido a Ella con amor filial y confianza
plena. Todos acuden a Ella en momentos de especial importancia o dificul-tad.
María, es para los cristianos modelo y apoyo. Ella nos puede enseñar a buscar y
aceptar en la oración la voluntad de Dios, incluso cuando no entendemos nada de
lo que nos está ocurriendo. Su palabra es el modelo: “He aquí la esclava del
Señor, hágase en mi según tu pala¬bra” (Lc 1,38). Ella da luz y fuerza.
Misteriosamente está presente en la mente y en el corazón. Ella nos enseña a
decir: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios,
mi Salvador” (Lc 1,46-47). Toda su vida es modélica: “María conservaba todas
estas co¬sas en su corazón y las meditaba” (Lc 2,19).
Pensemos si no en el modo de
obrar del fariseo Gamaliel, que, por ser un hombre de oración, supo dar un
consejo oportuno y atinado ante sus colegas, enceguecidos por el odio y la
envidia, de no exponerse a luchar contra Dios, persiguiendo a los apóstoles
(Hch 5,38-39). Como también la alegría de los apóstoles de haber podido sufrir
algo por ser fieles a Jesús y de disponerse más y mejor para seguir anunciando
la Buena Noticia, a fin de que sean cada vez más los que conozcan a Jesús y que
se unan a Él por el Bautismo, acrecentando así la Iglesia, llamada a dar
testimonio del Resucitado (Hch 5,41-42).
Por su parte, Jesús, en El
Evangelio (Jn 6,1-15) nos enseña que lo que salva nuestra vida, lo que la
redime, no son las cosas razonables, calculadas, precisas, aquello que medimos
y hacemos. Sólo el exceso de amor puede acrecentar la vida. Los discípulos
manifiestan su escepticismo ante la propuesta de Jesús de ofrecer comida a
tanta gente; les parece imposible solucionar el problema. Los cálculos no les
salían, no confían en la palabra de Jesús. Les parece un absurdo.
Es probable que nosotros,
como ellos, vivimos a veces calculándolo todo, restringiendo al mínimo el amor
y la solidaridad. Y así perdemos oportunidades, perdemos la vida. Si no
desbordamos de vida, simplemente la perdemos. Necesitamos aprender de Jesús,
necesitamos estar atentos a los otros, construir presencias de amor.
Basta ofrecernos con
generosidad y dar lo que hemos recibido gratis. Basta con hacer el bien. El
Espíritu Santo lo quiere hacer a través nuestro.
Que el pan no se acumule en
pocas personas, sino que se comparta para que llegue a los que están esperando
el “pan de cada día” (Mt 6,11).
Para concluir, quiero
invitarlos a considerar hoy y siempre el gran desafío que el Papa Francisco, siguiendo
las huellas de san Juan Pablo II, no se cansa de pregonar: “promover la cultura
del encuentro”, que parte siempre de un yo individual o plural (un pueblo o una
nación). Es un yo que quiere encontrarse con otro, es decir, que tiene voluntad
de encuentro. Si se dice que “2 no se pelean si uno no quiere”, también, podría
decirse que 2 –sean singulares o plurales- no se encuentran si uno de los 2 no
quiere. Por tanto, la voluntad del encuentro es importante como lo es que uno
–un alguien, un yo- dé un primer paso e inicie un movimiento hacia el otro.
El encuentro no requiere tan
solo un movimiento físico, a veces, el movimiento es de orden más interno,
mental, si se prefiere. Requiere un salir para encontrarse con otro. Salir, ¿de
qué? De sí, de las posiciones estancadas que se puedan tener, de los
prejuicios, de la comodidad, de aquello que paraliza o dificulta un posible
encuentro. En el lenguaje coloquial se suele expresar del siguiente modo:
“Alguien tiene que dar el primer paso”. Así es, alguien –un yo- tiene que
iniciar el primer movimiento, dar un primer paso, encaminarse –hacer camino-
hacia el otro. También, es cierto que esta expresión se suele utilizar cuando 2
están enfrentados, pero, obviamente, no es necesario que haya un conflicto para
encontrase con el otro. Contemplado desde otra perspectiva más positiva, la
amistad supone un salir, recurrentemente, al encuentro del amigo.
Querida Madre del Valle,
ayúdanos a rezar con madurez, confianza, paz y compromiso. Que la oración nos
ayude a salir de nosotros mismos e ir al encuentro de los demás, rehaciendo
vínculos, fortaleciéndolos o promoviéndolos. Que tengamos la libertad interior
para saber perdonar de corazón a quienes nos hacen sufrir, nos dañan o nos
postergan. Que no busquemos tanto ser consolados como consolar, ser amados como
amar, ser comprendidos como comprender. Que, de verdad, seamos una ‘Iglesia en
salida’, sin temor a ser heridos. Que veamos este mundo como ‘don y tarea’, sin
bajar los brazos ante los fracasos o escasos frutos. Que tengamos la sabiduría
para discernir por dónde nos quiere llevar el Espíritu Santo. Que cultivando la
cultura del encuentro y de la escucha cooperemos para ser una Iglesia sinodal
que no corre, ni descarta, ni estigmatiza, sino que acompaña a todos, sin excepción.
Amén.
¡¡¡Viva la Virgen del
Valle!!!
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Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat