“Que la Madre de Dios los siga cuidando y sosteniendo en el arduo servicio de gobernar”
También
pidió que la Virgen les dé “las luces para conducir, la sabiduría y fortaleza
para tomar las decisiones correctas a favor del Bien Común”.
Durante la noche del martes 9 de
abril, tercer día del Septenario en honor de Nuestra Señora del Valle, se rogó
por el Poder Ejecutivo rovincial y municipal: Gobernador de Catamarca,
Intendente de Capital y sus respectivos Gabinetes, durante la Santa Misa
presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por los presbíteros
Gustavo Flores y Diego Manzaraz, rector del Santuario y Catedral Basílica y
Secretario Canciller de la diócesis, respectivamente.
Participaron de la ceremonia
litúrgica el Ministro de Salud Lucas Zampieri, el Asesor General de Gobierno
Nicolás Rosales y el Secretario de Seguridad Martín Miranda.
“Bienvenidos a esta celebración y
que la Madre de Dios los siga cuidando y sosteniendo en el arduo servicio de
gobernar”, les dijo Mons. Urbanč a los alumbrantes, al comenzar su homilía.
Luego se refirió al tema de
meditación propuesto para esa jornada: la oración como un ‘encuentro personal
con Dios’. “La oración -dijo- es el alma de toda vida de fe y, por
supuesto, de la vida cristiana. Lo es para cada persona y lo es también para la
Iglesia, como lo fue para Jesús”.
Después
consideró: “La oración da alegría, da luz y alegra el corazón al hacernos
conscientes de que Dios nos ama, nos sostiene, nos alienta, nos hace salir al
encuentro de los demás, que son nuestros hermanos. No todos los hombres se
atreven a hacer oración, pero los invito a probar. Entra dentro de ti mismo y
verás que hay alguien del que tienes necesidad, que te responde y te acompaña.
Esta vida es un regalo de Dios y tenemos necesidad de vivirla en la alegría de
un amor que envuelve”.
A
continuación reflexionó acerca de la primera
lectura proclamada. “Nos habla de cómo es la vida de los creyentes en Jesús: se
reúnen en comunidad y celebran la Resurrección de Jesucristo como un
acontecimiento que salva. (…) Compartían todo lo que poseían. A nadie lo
sobraba ni le faltaba. El amor, cultivado en la oración, reinaba entre ellos”.
Posteriormente reflexionó sobre el Evangelio del
día. “Del diálogo de Jesús con Nicodemo concluimos que por el nuevo nacimiento
del agua y del Espíritu, el bautismo, viene a la luz del mundo una raza nueva.
El nuevo estilo de vida con sus posibilidades se caracteriza por el amor.
Cristo en cruz es donación de amor y el nuevo hombre nacido en el bautismo debe
seguir el camino de la elevación, es decir, de la entrega de sí mismo. (…) Jesús
habla a Nicodemo desde la luz de su propia Resurrección. Y, desde la
Resurrección, Jesús ve su muerte inevitable como una elevación, como una
exaltación. (…) Lo que sí queda claro, es que Jesús nunca separa la Pasión de la
Gloria, ni la muerte de la resurrección. Para Él son las dos caras de su
elevación, de su glorificación, una elevación o glorificación que no tiene su
sentido en sí misma, sino en orden de nuestra sanación o salvación de la
muerte.
“Sin
la ayuda de la Gracia de Dios no podrán lograr nada eficaz y duradero”
En la plegaria final que caracteriza a sus
predicaciones, el Obispo rogó: “Querida Madre del Valle, hoy te rinden homenaje
los que recibieron el mandato de gobernar, ayúdalos a ser hombres y mujeres de
profunda oración. Que estén convencidos que, sin la ayuda de la Gracia de Dios,
que hay que suplicar incesantemente con la oración, no podrán lograr nada
eficaz y duradero, no poseerán las luces para conducir, ni la sabiduría y
fortaleza para tomar las decisiones correctas a favor del Bien Común”.
Y agregó: Que todos los bautizados recurramos a la
oración asidua para que lleguemos a experimentar un verdadero y sanante
encuentro con Dios Padre, que nos haga sentir la necesidad de ver a todos los
seres humanos como hermanos y coherederos de la misma y única Vida Eterna
prometida y ganada en favor nuestro por la muerte y resurrección de Jesucristo,
tu amado Hijo”.
Los alumbrantes acercaron al altar las ofrendas del
pan y del vino; y antes de la bendición final, junto con toda la asamblea,
honraron a la Madre del Valle con el canto.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y peregrinos:
En
este tercer día del septenario rinden su homenaje a la Virgen del Valle el sr.
Gobernador de la Provincia y el sr. Intendente de nuestra ciudad junto con sus
respectivos gabinetes. Bienvenidos a esta celebración y que la Madre de Dios
los siga cuidando y sosteniendo en el arduo servicio de gobernar.
En
este día se nos propuso meditar sobre la oración como un ‘encuentro personal
con Dios’. En efecto “Orar es dialogar con Dios, Uno y Trino”. La oración es el
alma de toda vida de fe y, por supuesto, de la vida cristiana. Lo es para cada
persona y lo es también para la Iglesia como lo fue para Jesús. Tengamos la
mirada siempre puesta en quien todo lo puede, y seamos valientes para pedir no
sólo aquello que necesitamos, sino, sobre todo, para conocerlo, amarlo y
servirlo más y más. Para orar con esa confianza absoluta que nos pide el Señor,
hemos de descubrir con asombro que Dios sólo sabe de amor. Él no odia. ¡Qué
bien nos lo muestra Jesús en la cruz!: "Padre, perdónalos porque no saben
lo que hacen" (Lc 23,34).
La
vida de quien hace oración, de quien mantiene un diálogo abierto con Dios, con
independencia de las circunstancias concretas, está iluminada y equilibrada. La
oración da alegría, da luz y alegra el corazón al hacernos conscientes de que
Dios nos ama, nos sostiene, nos alienta, nos hace salir al encuentro de los
demás, que son nuestros hermanos. No todos los hombres se atreven a hacer
oración, pero los invito a probar. Entra dentro de ti mismo y verás que hay
alguien del que tienes necesidad, que te responde y te acompaña. Esta vida es
un regalo de Dios y tenemos necesidad de vivirla en la alegría de un amor que
envuelve.
La
primera lectura que hemos escuchado nos habla de cómo era la vida de los
creyentes en Jesús: se reúnen en comunidad y celebran la Resurrección de
Jesucristo como un acontecimiento que salva. En ella nadie era extraño, había
compenetración entre los apóstoles y los simples fieles. Reinaba la unidad de
pensamientos y de corazones hasta el punto de ponerlo todo en común. Compartían
todo lo que poseían. A nadie lo sobraba ni le faltaba. El amor, cultivado en la
oración, reinaba entre ellos.
Este comportamiento provocaba admiración y a la vez
repulsa. Por lo que había quienes pedían incorporarse a ese nuevo estilo de
vida, mientras otros desataban las persecuciones En ambos casos se trataba de
un testimonio, algo capaz de provocar admiración seguida de amor o de odio.
Del diálogo de Jesús con Nicodemo concluimos que
por el nuevo nacimiento del agua y del Espíritu, el bautismo, viene a la luz
del mundo una raza nueva. El nuevo estilo de vida con sus posibilidades se
caracteriza por el amor. Cristo en cruz es donación de amor y el nuevo hombre
nacido en el bautismo debe seguir el camino de la elevación, es decir, de la
entrega de sí mismo. Jesús enseña a Nicodemo que no se puede llegar a la
plenitud de la vida por la observancia pura de la ley sino por la capacidad de
amar, y ésta viene de Dios, y se la implora mediante la oración confiada.
El bautismo, del que habla Jesús, no anula la
personalidad ni destruye al individuo; sólo lo potencia para entrar en
comunicación con la Trinidad.
Jesús habla a Nicodemo desde la luz de su propia
Resurrección. Y, desde la Resurrección, Jesús ve su muerte inevitable como una
elevación, como una exaltación. No es que Jesús exalte el dolor por el dolor ni
– mucho menos aún – practique una especie de culto a la muerte.
Lo que si queda claro es que Jesús nunca separa la
Pasión de la Gloria ni la muerte de la resurrección. Para Él son las dos caras
de su elevación, de su glorificación, una elevación o glorificación que no
tiene su sentido en sí misma, sino en orden de nuestra sanación o salvación de
la muerte. Lo mismo que la serpiente de bronce fue elevada por Moisés en el
desierto para curar a los mordidos por las serpientes.
San Juan, evangelista, presenta la Cruz como un
verdadero trono de gloria. Y así la han presentado también muchos artistas
cristianos en los primeros siglos. La pasión sólo tiene sentido como camino de
superación del sufrimiento y de la misma muerte. Así la aceptó Jesús por
nosotros.
Cada hombre tiene que optar necesariamente por la
vida o por la muerte. Los que son enemigos de la vida rechazan a Jesús y se pierden;
los que están por la vida lo aceptan y se salvan. Cualquier empresa salvífica
sin la base del amor está condenada al fracaso.
Querida Madre del Valle, hoy te rinden homenaje los
que recibieron el mandato de gobernar, ayúdalos a ser hombres y mujeres de
profunda oración. Que estén convencidos que, sin la ayuda de la Gracia de Dios,
que hay que suplicar incesantemente con la oración, no podrán lograr nada
eficaz y duradero, no poseerán las luces para conducir, ni la sabiduría y
fortaleza para tomar las decisiones correctas a favor del Bien Común.
Que todos los bautizados recurramos a la oración
asidua para que lleguemos a experimentar un verdadero y sanante encuentro con
Dios Padre, que nos haga sentir la necesidad de ver a todos los seres humanos
como hermanos y coherederos de la misma y única Vida Eterna prometida y ganada
en favor nuestro por la muerte y resurrección de Jesucristo, tu amado Hijo.
Amén.
¡¡¡Viva la Virgen del Valle!!!
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Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca / @DiocesisCat