En la noche del miércoles 4
de diciembre, rindieron homenaje a la Inmaculada del Valle los Poderes
Ejecutivos Provincial y Municipales, con sus respectivos gabinetes, destacándose
la presencia de la Gobernadora, Dra. Lucía Corpacci, quien dio gracias a Dios
por un año más de vida, acompañada por el Vicegobernador, Dr. Dalmacio Mera y
la Ministra de Salud, Dra. Noemí Villagra. También participaron de la ceremonia
religiosa los Señores Intendentes de San Fernando del Valle de Catamarca, Lic. Raúl
Jalil; de Valle Viejo, Dña. Natalia Soria; de Fray Mamerto Esquiú, Dn. Humberto
Valdez; de Recreo, Dr. Daniel Polti.
La Santa Misa central del
quinto día de la novena fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis
Urbanc, y concelebrada por el Pbro. José Antonio Díaz, Rector del Santuario
Catedral, y el Pbro. Lucas Segura, Vicario Parroquial de Pomán.
Durante la Liturgia de la Palabra,
la Señora Gobernadora leyó la lectura y en el momento de la homilía el Obispo
agradeció la presencia de los alumbrantes. Haciendo referencia al Evangelio proclamado,
expresó que “se nos invita a vivir con sobriedad, a saber esperar, a no ser
ansiosos, a ser moderados… Ésta es la invitación del Adviento y se nos propone
el ejemplo de la
Virgen María, la mujer que supo esperar y confiar en la
Palabra de Dios, la cual se cumple inexorablemente. ¡Vale la pena esperar! El
‘aperitivo’ es la Eucaristía”.
Luego llamó a la reflexión
de nuestro compromiso solidario: “Es inaceptable que los satisfechos no piensen
en los que no tienen qué comer; e inconcebible que sólo la compasión de las
organizaciones caritativas internacionales consigue obligar de vez en cuando a
los estados a la colaboración. La compasión es más útil para los que la sienten
que para los destinatarios. En efecto, los primeros toman conciencia de que se
puede salvar sólo si se está unido por el amor con los demás. Quien siente
compasión descubre su propia limitación e impotencia y que por sí solo no puede
hacer nada para aliviar la enorme miseria del mundo. Y, terminaría por
desanimarse y encerrarse en sí mismo. Pero los milagros ocurren cuando se
comparte, incluso cuando es algo pequeño. Si toda persona de buena voluntad da
un poco, junto al poco de los demás, se crea una gran cadena de solidaridad”.
En el momento de las ofrendas,
los alumbrantes presentaron su ofrenda material ante el altar, como así también
el pan y el vino. El agua y los alimentos serán destinados al servicio de los
peregrinos.
La
Gobernadora celebró su cumpleaños junto a la Virgen
Durante la misa, la Señora Gobernadora
de la Provincia dio gracias a Dios por un año más de vida a los pies de la
Madre del Valle.
El Señor Obispo dijo: “Todos
nos comprometemos a rogar a la Virgen del Valle por sus intenciones y
necesidades. ¡Que el Señor la bendiga!... se lo deseamos de
corazón”.
Al finalizar la Sagrada
Eucaristía, Mons. Urbanc le hizo entrega
de un presente floral y un ejemplar de “Stella, la revista de la Virgen del
Valle”, reeditada este año.
TEXTO COMPLETO DE LA
HOMILÍA
Queridos
devotos y peregrinos:
En primer lugar, doy la bienvenida a
los alumbrantes de esta celebración: Los ejecutivos Provincial y Municipales,
con sus respectivos gabinetes. Destaco la presencia de nuestra Gobernadora,
doctora Lucía Corpacci, ya que hoy está dando gracias a Dios por un año más de
vida; todos nos comprometemos a rogar a la Virgen del Valle por sus intenciones
y necesidades. ¡Que el Señor la bendiga!... se lo deseamos de corazón. En
segundo término les recuerdo que durante esta jornada se nos propuso tener presente
que Dios nos facilitará las cosas si somos solidarios.
Los textos de Isaías 25,6-10 y Mateo
15,29-37, son muy elocuentes para ayudarnos a profundizar esta temática
esencial a la vida cristiana, que brota de la naturaleza de Dios que es Amor,
por ser Trinidad de Personas.
Ambas lecturas nos han planteado el
horizonte cotidiano de la comida y a Dios ofreciendo alimento hasta saciar
total y abundantemente.
Creo que todos nos acordamos, o al
menos lo vemos en nuestros niños que padecen la tentación de comer a destiempo,
de no esperar que todos estén sentados a la mesa, la de aplacar el hambre por
su propia cuenta y sin pensar en los demás. No pocas veces el alimento que el
niño se procura por sí mismo no es nutritivo, pero sí apetitoso, es un manjar
que halaga el gusto, pero que no sustenta. ¡Cuántas veces habremos oído a la
mamá que nos dijo: ‘deja eso, que luego no comes’.
La imagen del banquete constituye
uno de los símbolos fundamentales para expresar la comunión, el diálogo, la
fiesta, la victoria. El banquete anunciado por Isaías para el fin de los
tiempos celebra la victoria de Dios sobre los poderes que oprimen al hombre,
proclamando su realeza universal.
Fijémonos
que la perícopa de Isaías lleva esta misma dinámica a futuro: “Aquel día, el
Señor de los Ejércitos ofrecerá, a todos los pueblos, un banquete de manjares
suculentos y vino añejado”. Se nos invita a vivir con sobriedad, a saber
esperar, a no ser ansiosos, a ser moderados… Ésta es la invitación del Adviento
y se nos propone el ejemplo de la Virgen María, la mujer que supo esperar y
confiar en la Palabra de Dios, la cual se cumple inexorablemente. ¡Vale la pena
esperar! El ‘aperitivo’ es la Eucaristía.
En
el salmo 22 una persona creyente manifiesta su absoluta confianza en el Señor.
Las expresiones «nada me falta» (1c), «no temo ningún mal» (4b), «todos los
días de mi vida» (6a), “por días sin término” (6b) y otras, muestran que se
trata de la total confianza en Dios, pastor de su pueblo.
En
el evangelio Jesús misericordioso cura a los enfermos (v.30), multiplica los
panes como signo del banquete mesiánico y convoca a sus discípulos para que
aprendan de su visión compasiva con los pobres y necesitados (v. 32).
En
la primera multiplicación (Mt 14,13-21) Jesús se manifestó como el buen Pastor
de Israel, haciendo visible la fidelidad de Dios con su pueblo. Ahora también
los paganos son invitados al banquete mesiánico por la misericordia de Dios (Mt
15,29-37).
Los
textos proclamados nos ofrecen una ilustración coherente del rostro de Dios,
que viene a sanar nuestra humanidad herida y a saciar nuestras ansias de
salvación.
Aparece
el retrato de la espera de esa salvación que sólo Dios puede conceder,
iluminando nuestros corazones asediados por la ignorancia de Dios y por el
desaliento.
Hoy
no es aceptable que la mayor parte de los habitantes de la tierra sufran
desnutrición y que aumente el número de los que mueren de hambre. Con todo, en
una época de vuelos espaciales, no debería ser un problema transportar ayuda
alimenticia incluso a los países más lejanos de África o Asia.
Es
inaceptable que los satisfechos no piensen en los que no tienen qué comer; e
inconcebible que sólo la compasión de las organizaciones caritativas
internacionales consigue obligar de vez en cuando a los estados a la colaboración.
La compasión es más útil para los que la sienten que para los destinatarios. En
efecto, los primeros toman conciencia de que se puede salvar sólo si se está
unido por el amor con los demás.
Quien
siente compasión descubre su propia limitación e impotencia y que por sí solo
no puede hacer nada para aliviar la enorme miseria del mundo. Y, terminaría por
desanimarse y encerrarse en sí mismo. Pero los milagros ocurren cuando se
comparte, incluso cuando es algo pequeño. Si toda persona de buena voluntad da un
poco, junto al poco de los demás, se crea una gran cadena de solidaridad.
El
poeta francés R. Follerau, apóstol de los leprosos, decía que Dios ha dado a
los pobres un gran don: la existencia de otros pobres que les ayudarán. Un don
hecho de pobres a pobres tiene una fuerza especial y un mensaje propio. Y si el
pan no se multiplica enseguida, crece, sin embargo, el sentido de la unidad
humana y de la gracia de Dios que aparece como una nueva fuerza creadora en el
mundo.
Un
proverbio checo dice: «Con la oración nunca llegarás tarde, con el ayuno no
adelgazaras, con la limosna no empobrecerás». Quien sigue a Cristo, quien va a
donde Dios le manda, no será abandonado por el Señor.
Este
tiempo de Adviento es el adecuado para reflexionar sobre la espera de Dios que
se encuentra en el corazón de los hombres, y es muy provechoso contemplar a
Jesús rodeado, acaparado y buscado por los maltrechos, achacosos y marginados.
Le
pidamos a la Virgen del Valle que nos ayude a saciar todo tipo de hambre, sea
material, sea espiritual por medio de una sostenida, festiva y fraterna
solidaridad. Y que nuestro camino hacia la Navidad sea un verdadero encuentro o
reencuentro con el hermano que sufre enfermedad, hambre, adicción, soledad,
abandono o desprecio.