El domingo 1 de diciembre,
120 niños pertenecientes a la parroquia Santa Rosa de Lima, en Capital, recibieron
por primera vez a Jesús Sacramentado, durante una misa presidida por el párroco,
Pbro. Antonio Bulacio, en el templo parroquial.
Por la tarde, los niños de
los diferentes centros catequísticos de la jurisdicción parroquial que
recibieron este año su Primera Comunión y Confirmación realizaron una peregrinación desde el templo
hasta la Catedral Basílica para homenajear a la Virgen del Valle y dar gracias
por el sacramento recibido. Animados por cantos y en un clima familiar,
caminaron en compañía del Padre Bulacio, catequistas y familiares, hasta llegar
a los pies de la Virgen para compartir la Santa Misa de las 19.00, en la que
rindieron homenaje los catequistas y la Junta de Catequesis.
Durante la celebración
eucarística se hizo la presentación de la Palabra y las ofrendas, a cargo de
los catequistas de las diferentes parroquias.
En su homilía, el Pbro.
Oscar Tapia expresó: “Hoy comenzamos el Adviento, un tiempo nuevo, un nuevo año
litúrgico, y sin embargo también estamos comenzando el último mes del año civil.
Todos pensamos, por gracia de Dios, cómo
se termina rápido el año y estamos ya planificando las vacaciones, que
diciembre es un mes de fiesta, de múltiples
actividades. Con esta mentalidad vamos pensando en clausurar un año, pero la Iglesia nos propone comenzar un nuevo
año, un nuevo año litúrgico. Al comienzo del año litúrgico y final del año
civil, la Palabra de Dios nos invita a tomar conciencia y conocer la meta
siendo responsables, trazando objetivos para poder ir avanzando en la vida. Por
ejemplo, nadie emprende una carrera de estudio si no conoce cuántos años son, o
un viaje si no sabe a dónde va a ir. Por eso la Iglesia nos propone una conciencia
de espíritu y el fin es el regreso a Jesús”.
“Por eso, la primera
dimensión del Adviento es hacernos pensar, reflexionar y prepararnos para la
segunda venida de Jesús, lo que llamamos técnicamente ‘parusía’. Esta primera
dimensión que podemos decir que es escatológica, nos hace pensar en el fin de
los tiempos, en el regreso glorioso del Señor”, agregó.
“Vivir
como hijos de la luz”
En otro tramo de la
predicación dijo que “el apóstol Pablo nos dice que debemos vivir como hijos de
la luz, erradicando de nosotros las debilidades humanas que dañan a nuestras
comunidades, y el Adviento es tiempo de penitencia que nos ayuda a apartar todo
lo que nos aleja de Dios y que no nos
permite vivir como hijos de la luz. Ésta
es la primera dimensión del tiempo de adviento. En la segunda dimensión, la que
se refleja en la última semana antes de la Navidad las lecturas son más
históricas, nos permiten recordar la primera venida del Señor y nos prepara
para la segunda. Entonces no podemos estar dormidos sino con una conciencia de
una vigilancia activa, responsable, comprometida. Nosotros tenemos la gracia en
nuestra Diócesis de comenzar este Adviento de la mano de la Virgen María, y su
festividad marca un acontecimiento importante en la vida de los catamarqueños y
peregrinos en la cual el Señor nos invita a cobrar conciencia del tiempo que
nos regala y vivir su fuerza nueva para ser discípulos misioneros”.