Se
rogó por la pronta y pacífica solución del conflicto que vive la provincia
El
viernes 6 de diciembre, en el 8° día del novenario en honor a la Virgen del
Valle, los jóvenes rindieron su homenaje en el marco del año dedicado a ellos
como opción pastoral en la diócesis. También durante esta celebración, tres
seminaristas catamarqueños fueron admitidos a las Sagradas Ordenes del
Diaconado y el Presbiterado; y se rogó por la pronta solución del conflicto que
afecta a la provincia, para que mediante el diálogo de las partes se llegue a
una pronta y pacífica solución para el bien de toda la sociedad.
La
Santa Misa se llevó a cabo en el altar mayor de la Catedral Basílica, fue
presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por sacerdotes
del clero local. Participación de la misma los Seminaristas Mayores de la
diócesis, que realizan sus estudios en la Arquidiócesis de Tucumán.
En
el inicio de la oficio religioso, el Vicario General de la Diócesis, Pbro.
Julio Quiroga del Pino, leyó sendos decretos mediante los cuales se nombró al
nuevo Equipo Coordinador del Movimiento Servidores Marianos; y se admitió a los
seminaristas Juan de Dios Gutiérrez, Carlos Diego Manzaraz y Walter Martín Melo
como candidatos al diaconado y al presbiterado.
En
su homilía, Mons. Urbanc exhortó a que “aprendamos a descubrir a Jesús y a la
Virgen cuando salen a nuestro encuentro y a escrutar los signos con los que el
Señor nos llama y nos guía. Lo encontraremos con los
ojos de la carne en los
acontecimientos de la vida, en el rostro de los demás, en la vida de los más
pobres. Lo encontraremos con los ojos del alma en la oración, en la meditación
de la Palabra de Dios, en el rezo del Santo Rosario y en la santa Misa”.
Luego
agregó: “Queridos jóvenes, hay tantas cosas que les tapan los oídos del alma y
les cierran los ojos del corazón: las engañosas ilusiones, las modas efímeras,
la seducción del dinero, el afán de consumir, la sensualidad, la violencia
ejercida por todas partes, la drogadicción, el alcoholismo, la dejadez, la
indolencia, la mundanidad, la pereza espiritual, la disgregación de la
familia,
el facilismo, la falta de horizontes, la corrupción extendida y el olvido de
Dios y de Cristo… Todo esto constituye una auténtica idolatría. Pero, ante toda
forma de idolatría se yergue poderosa la adoración del Dios verdadero como
único acto de auténtica resistencia… Contra toda forma de idolatría se presenta
Jesús, como la única Roca sobre la cual podemos construir un futuro personal y
social más justo y solidario”.
En
otro tramo enfatizó: “Para que este tiempo amenazado por la violencia, el odio
y los múltiples desencuentros, se vea transformado, la Virgen nos recuerda que
los jóvenes están llamados a dar testimonio de
que sólo Jesús puede dar la
verdadera paz al corazón del hombre, a las familias y a los pueblos de la
tierra. La Virgen nos recuerda que los jóvenes están convocados a gritar en sus
casas, en las calles, en los ambientes que frecuentan, que son cristianos, y
que el cristianismo es un encuentro en la fe con Dios por Jesús; más aún, ¡Que
el cristianismo es Cristo! ¡Que el cristianismo es una Persona, es Jesús, el
Viviente!”.
Finalizada
la predicación del Obispo, se llevó a cabo el rito de admisión de los jóvenes seminaristas
a las Sagradas Ordenes del Diaconado y el Presbiterado, quienes fueron
presentados por el responsable de las Vocaciones Consagradas en la diócesis,
Pbro. Julio Avalos.
En
la oración de los fieles, el Obispo rogó especialmente por el conflicto que
afecta a nuestra provincia, para que mediante el diálogo de las partes se
llegue a una solución pacífica para el bien de toda la sociedad.
Luego
se presentaron las ofrendas para preparar la mesa eucarística y después de la
comunión y la bendición final se entonaron alabanzas a la Madre del Valle,
rubricadas con fuertes aplausos.
Sábado 7 de diciembre
La alegría del cristiano nace de un corazón convertido y
renovado.
“Conviértanse porque está cerca el Reino de los Cielos”
5.30-
Santo Rosario y Ángelus.
6.00-
Misa. Peregrinos.
7.00-
Laudes.
7.30-
Misa. Peregrinos.
8.00-
Maratón del Peregrino “Evangelizar a través del deporte” (desde la Catedral
hasta la Gruta).
8.30-
Misa. Peregrinos.
10.00-
Misa. Peregrinos.
11.00-
Misa. Peregrinos.
12.00-
Ángelus. Letanías.
18.30-
Santo Rosario.
19.00-
Misa. Seminaristas y Vida Consagrada.
20.00-
Rezo de la Novena. Parroquia Sagrada Familia y Parroquia Inmaculado Corazón de
María.
21.00-
Misa. Homenaje de la Familia, Pastoral Familiar, Movimiento Familiar Cristiano.
22.00-
Serenata a la Santísima Virgen en el Paseo de la Fe, con la presencia de los
peregrinos.
Durante la noche la Catedral permanecerá abierta.
TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y peregrinos:
En primer lugar, doy la bienvenida a los
jóvenes que hoy rinden su homenaje a la Virgen del Valle, entre ellos se
destacan los egresados, tanto de nivel medio como universitario, y los
integrantes de la pastoral juvenil. También recibamos con un fuerte aplauso a
nuestros seminaristas mayores, que acaban de llegar de Tucumán donde se están
formando. En segundo término les recuerdo que durante esta jornada se nos
propuso tener presente que ‘gracias a la fe podemos ver y conocer con los ojos
de Dios’… A todos les pido que roguemos con mucha confianza para que nuestros
jóvenes tengan esta fe que los guíe a lo largo de toda su vida y así sean
constructores de un mundo nuevo.
Con
el salmista volvamos a repetir: “El Señor es nuestra luz y nuestra salvación,
¿a quién temeremos? El Señor es el refugio de nuestra vida, ¿por quién hemos de
temblar? Una cosa hemos pedido al Señor, una cosa estamos buscando: morar en la
Casa del Señor, todos los días de nuestra vida, para gustar la dulzura del
Señor y contemplar su Templo” (Sal
26,1.4).
¡Estamos aquí porque Jesús nos ha
mirado con amor fraternal y nos ha convocado a su presencia!... ¡Estamos aquí
porque la Virgen quiere estar junto a nosotros!
En realidad, Jesús y María querrían
que estemos siempre a su lado, como Ellos están siempre a nuestro lado… Pero
como solemos hacer oídos sordos a sus deseos, Ellos insisten una y otra vez…
¡Agudicemos, pues, los oídos del alma para escuchar la llamada del Señor, la
invitación de la Virgen!
O, quizá, como los ciegos del camino,
no los podemos ver. Gritemos, entonces, a Jesús pidiéndole ayuda para que
vuelva la luz a nuestros ojos y podamos verlo, podamos ver a María y podamos
contemplar lo que nos rodea con una mirada nueva.
Si lo hacemos, Él nos escuchará y nos
concederá la gracia de la conversión, la luz de la fe y la alegría de creer y
de evangelizar.
¡Aprendamos a descubrir a Jesús y a la
Virgen cuando salen a nuestro encuentro y a escrutar los signos con los que el
Señor nos llama y nos guía!
Lo encontraremos con los ojos de la
carne en los acontecimientos de la vida, en el rostro de los demás, en la vida
de los más pobres.
Lo encontraremos con los ojos del alma
en la oración, en la meditación de la Palabra de Dios, en el rezo del Santo
Rosario y en la santa Misa.
Queridos jóvenes, hay tantas cosas que
les tapan los oídos del alma y les cierran los ojos del corazón: las engañosas
ilusiones, las modas efímeras, la seducción del dinero, el afán de consumir, la
sensualidad, la violencia ejercida por todas partes, la drogadicción, el
alcoholismo, la dejadez, la indolencia, la mundanidad, la pereza espiritual, la
disgregación de la familia, el facilismo, la falta de horizontes, la corrupción
extendida y el olvido de Dios y de Cristo… Todo esto constituye una auténtica
idolatría.
Pero, ante toda forma de idolatría se
yergue poderosa la adoración del Dios verdadero como único acto de auténtica
resistencia… Contra toda forma de idolatría se presenta Jesús, como la única
Roca sobre la cual podemos construir un futuro personal y social más justo y
solidario.
En efecto, si Jesús y la Virgen salen
a nuestro encuentro, es para convertirse en cimientos de nuestra existencia. Si
descubrimos al Señor y a María, es para hacer de Ellos fundamentos
inconmovibles de nuestra vida.
Edificando sobre Ellos nuestra
existencia, los sordos a las cosas espirituales escucharán las inefables
palabras del libro de la vida y los ciegos se verán libres de las tinieblas que
oscurecían su corazón.
Con su asistencia, los pobres, y los
pobres de entre los pobres, volverán a experimentar la alegría de la
liberación; se pondrá fin a la osadía de los tiranos, se acabará el menosprecio
de los burlones y cesarán de obrar impunemente los hacedores del mal. Ya nadie
temerá el falso testimonio ni serán eficaces los lazos tendidos contra los
inocentes. No habrá quien esté falto de inteligencia ni se descubrirá persona
alguna desprovista de sana doctrina… Por Jesús y por María, se convertirán en
casa espiritual de Dios. Y, gracias a ello, todos podremos vivir como hijos del
Padre Eterno y las obras de nuestras manos serán camino de santificación y
alabanza a Dios.
Pero, para que esto sea una realidad;
para que este tiempo amenazado por la violencia, el odio y los múltiples
desencuentros, se vea transformado, la Virgen nos recuerda que los jóvenes
están llamados a dar testimonio de que sólo Jesús puede dar la verdadera paz al
corazón del hombre, a las familias y a los pueblos de la tierra. La Virgen nos
recuerda que los jóvenes están convocados a gritar en sus casas, en las calles,
en los ambientes que frecuentan, que son cristianos, y que el cristianismo es
un encuentro en la fe con Dios por Jesús; más aún, ¡Que el cristianismo es
Cristo! ¡Que el cristianismo es una Persona, es Jesús, el Viviente!
Esta noche los jóvenes que integrarán
la nueva coordinación del Movimiento Juvenil “Servidores Marianos” van a
mostrar, con su aceptación y su compromiso, que están dispuestos a ofrecer al
Señor el oro de su existencia, es decir: la libertad de seguirlo por amor,
respondiendo fielmente a su llamada.
Rita, Exequiel Eduardo, Joaquín
Exequiel, Johana Belén, Pablo Emanuel, Celeste Guadalupe, Celeste y Alejandra
Paola, se convertirán hoy en testigos, ante los demás jóvenes, de que han visto
y oído a Jesús y a María, de que quieren ser sus testigos y de que están
dispuestos a seguir sus pasos.
Sin embargo, Cristo espera mucho más
de los jóvenes y los llama a dejar todo para seguirlo en la vida sacerdotal o
consagrada. Por eso, en esta celebración, tres hijos de familias catamarqueñas,
Juan de Dios, Carlos Diego y Walter Martín, van a decir sí a Jesús por medio
del rito de admisión al diaconado y al presbiterado y van a ofrecer con
gratitud la mirra de su vida religiosa a Aquél que nos ha amado hasta la
muerte, sabedores que, por intercesión de la Virgen, han recibido del Señor la gracia de hacer esta elección
valerosa y de tomar esta decisión definitiva.
Recibamos con gratitud su testimonio
que los lleva a abandonarlo todo para seguir a Jesús. Y recemos por ellos, para
que sean fieles a esta dignación del amor del Señor… Queridos jóvenes, tres
lugares quedan libres en el seminario, necesitamos cubrirlos. Por eso, los
invito, a dar un sí generoso a Jesús, como lo hizo la Virgen María.
También les recuerdo que acompañemos a
los egresados presentes que ofrecen al Señor el incienso de la piedad y de su
confiada súplica para alabanza de su gloria.
Sí, queridos egresados, miren con
coraje y confianza el mañana, con el corazón puesto en Jesús y en la
intercesión de nuestra Madre celestial… Ella les ayudará a caminar, a iluminar
sus decisiones y a amar lo que es verdadero, bueno y bello… Ella, como Madre
atenta y paciente, modela en cada joven un corazón contemplativo y le enseña a
fijar la mirada en Jesús… Ella alienta a los jóvenes para que, en este mundo
que pasa, sean profetas del mundo que no muere, pues Cristo lo renovó para
siempre.
Que Ella los conduzca hacia Jesús, el
único capaz de satisfacer las esperanzas más íntimas de la inteligencia y del
corazón del hombre… Que Ella los haga permanecer junto al Crucificado que, por
su Muerte y Resurrección, dio fin a una
vida mortal, para ser prenda, signo y manantial de una vida plena e inmortal.
Queridos jóvenes: al concluir este año
dedicado a ustedes, los invito a asumir el urgente compromiso de ser testigos
del amor contemplado en Cristo; a transformar la humanidad mediante el
testimonio de una vida santa; a buscar y reconocer la presencia de Jesús en la
Iglesia; a vivir intensamente la vida eclesial, para hacer de la Iglesia un
signo visible del Señor y un lugar de encuentro de Jesús con la humanidad; y a
seguir participando, especialmente en la atención de los niños y adolescentes
durante este año que dedicaremos a ellos, en sus parroquias, en los
movimientos, en las instituciones y en las comunidades educativas, para que se
multipliquen los lazos de la fe entre los hombres y las mujeres, y la Iglesia
se muestre como una comunidad de hermanos unida en virtud de la perfecta
comunión del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.