Desde hace un tiempo, la
Diócesis de Catamarca viene trabajando en la recuperación de personas adictas a
las drogas, a través de la comunidad católica Cenáculo, una obra de fe y amor,
que ayuda a encontrar el sentido a la vida. Como fruto de esta acción concreta,
actualmente se encuentran realizando este proceso tres jóvenes catamarqueños,
quienes están alojados en las casas ubicadas en Pilar y Mercedes, provincia de
Buenos; y otros tres se están preparando para ingresar a estas comunidades. El
servicio que allí se brinda es gratuito.
Un paso más en esta tarea de
ayudar a los hermanos que han caído en esta situación, se da con el ofrecimiento
por parte de la Diócesis de un predio para la instalación en Catamarca de una
casa destinada a atender a chicos afectados por este grave flagelo.
En orden a esta propuesta,
recientemente visitaron nuestra ciudad, el Padre Eugenio Lissiere, sacerdote de
la obra, y Davide, uno de los responsables de la casa instalada en nuestro
país. Ambos fueron recibidos por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y el
Padre Antonio Bulacio, encargado de la Pastoral de la Salud en nuestra diócesis,
y quien trabaja de manera cercana en el proyecto de recuperación de los jóvenes
con problemas de adicción.
En la oportunidad, se
reunieron con amigos y familiares de los chicos que están en la comunidad Cenáculo
y de aquellos que quieren entrar. También conocieron el terreno destinado a la
construcción de la casa, en la localidad de El Rodeo, departamento Ambato.
Respecto de la obra, el P.
Lissiere expresó que “los tiempos se los dejamos a Dios”, indicando que se
trata de un proyecto a mediano o largo plazo. Por ahora “estamos construyendo un
grupo con las familias, haciendo entrevistas, que nosotros llamamos coloquios,
donde un chico o una familia va a Buenos Aires, conoce la comunidad y aprende
el estilo de vida que tenemos”.
La novedad de este proyecto es
que los adictos pueden restablecer sus vidas sólo con la fuerza de la oración y
el trabajo. La comunidad propone a todos los que se acercan un estilo de vida
simple, familiar, basado en el redescubrimiento de la oración, del trabajo
(“ora et labora”), de la amistad verdadera, del sacrificio y de la fe en Jesús,
vividos como dones esenciales. De esta forma se busca encontrar el sentido a la
vida.
La
labor de los voluntarios
Por su parte, el Padre
Bulacio comentó que “en la Pastoral de Adicciones trabajamos con un grupo de amigos
del Cenáculo. Es un grupo grande de voluntarios que hace beneficio para mandar
a los chicos y acompañar a la familia, ya que uno de los requisitos de la
recuperación es que la familia también se recupere, que los papás, los
parientes, los hermanos vengan a la reunión los martes y sábados y tengan
interés en recuperarse también”.
Asimismo, enfatizó que “nuestra
misión es simplemente ayudar y acompañar a los que quieran recuperarse, les
buscamos los lugares y hacemos una preparación previa. Esa es nuestra tarea
como pastoral, preparar y acompañar a los chicos. Ellos están en Buenos Aires,
en Pilar. Nosotros los llevamos, nos encargamos de todo”.
La Comunidad del
Cenáculo. Su historia
Después
de años de espera y de oración, en los cuales sentía en el corazón la urgencia
de dedicar su vida a los jóvenes solos y marginados, con la ayuda de otra
hermana religiosa (Sor Aurelia) y una profesora (Nives), Sor Elvira inicia
sobre la colina de Saluzzo, en una casona abandonada y semidestruida desde
hacía algún tiempo, y cedida en uso gratuito por el intendente de la ciudad, la
primera Fraternidad del Cenáculo.
Sin
seguridades materiales, con mucho sacrificio y mucha oración, con la única
certeza de la fidelidad de Dios, comienza esta aventura que sólo Él conoce
plenamente.
Enseguida
llaman a la puerta los primeros jóvenes, personas laceradas, desesperadas,
drogadas, en los márgenes de la sociedad, quienes buscan un refugio, un reparo,
un lugar para renacer.
Con
ellos, llegan también los primeros apoyos: la Providencia comienza a hacerse presente
como signo tangible de que "Dios está con nosotros".
Los
chicos acogidos, mientras reconstruyen su vida trabajando duramente, ladrillo
tras ladrillo, reordenan también la casa; el trabajo y la oración dan ritmo a
las jornadas de aquellos primeros años de duros sacrificios.
Quiénes son
De
la intuición del Espíritu Santo, a través de una mujer consagrada, Sor Elvira
Petrozzi, nació en julio de 1983 la Comunidad Cenáculo como respuesta de la
ternura de Dios Padre, al grito de desesperación de muchos jóvenes cansados,
desilusionados, desesperados, adictos a las drogas y personas en general, que
buscaban la alegría y el sentido verdadero de la vida.
Actualmente
colaboran con la Comunidad, voluntarios, consagrados y familias que viven y
operan a tiempo completo y en total gratuidad al servicio de esta obra.
La
“Casa Madre” de la Comunidad se encuentra sobre la colina de Saluzzo, una
ciudad en la provincia de Cúneo (Piemonte), en el noroeste de Italia. Desde ese
año, han nacido numerosas Fraternidades del Cenáculo: actualmente son 56 en
Italia y en el resto del mundo.
En
los lugares donde la Providencia los guía, desean ser una pequeña luz en las
tinieblas, un signo de esperanza, un testimonio vivo de que la muerte no tiene
la última palabra.
La casa en Argentina
El
8 de diciembre de 2005 -día en que se celebra la Inmaculada Concepción de
María- la Comunidad Cenáculo abrió su primera casa en la Argentina: Fraternidad
"Nuestra Señora de Luján" en Pilar, con la presencia de su fundadora
Sor Elvira.
El
8 de diciembre de 2012 fue abierta la casa en Mercedes, provincia de Buenos
Aires.
El
paso de la resurrección del infierno de las drogas a una vida nueva se afirma
en la oración y el trabajo, por ello no es de sorprenderse que un gran número
de jóvenes se sanen aquí.
Estilo de vida
A
aquellos que se acoge se les proponen un estilo de vida simple, familiar,
disciplinado, basado en el re-descubrimiento de la oración y del trabajo (“ora
et labora”), de la amistad verdadera, del sacrificio y de la fe en Jesús.
La
espiritualidad de la Comunidad es profundamente eucarística y mariana. Se alternan
en la jornada momentos de oración (Rosario, Adoración Eucarística, Liturgia de
las Horas), de trabajo, compartiendo la vida delante de la Palabra de Dios y de
los hermanos, de juegos, de fiesta.
A quienes deseen entrar
A
los chicos y chicas que quieren entrar
se les pide participar en algunos coloquios preliminares durante los cuales
ellos llegan a conocer la realidad y el estilo de vida de la Comunidad, y donde
se verifica su grado de voluntad para querer cambiar, conociendo sus problemas
reales y evaluando si estamos en grado de poderlos ayudar.
Después
de algunos coloquios se invita a los chicos a transcurrir algunas jornadas
completas, de la mañana a la noche, en una de nuestras Fraternidades y
finalmente, si desea ingresar a la Comunidad, se los recibe.
La
recepción es gratuita, no se paga ninguna renta fija y cada familia colabora
según sus propias posibilidades.