“El Dios que no necesita de nadie y de nada para ser perfecto, quiso en su infinitud de amor ser uno de nosotros”
Queridos hermanos Catamarqueños:
“El Verbo (el Hijo de Dios) se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn
1,14), esta es la Verdad gloriosa, impenetrable, incomprensible sobre la que se
fundamenta nuestra esperanza, la que le da sentido a todas nuestras actividades
y a todos nuestros sufrimientos. Es el núcleo del Plan de redención querido por
Dios Padre para todo el género humano. El Altísimo se humilló, el Creador se
vino a estar con las creaturas, el Poder se hizo debilidad, el Rico se hizo
pobre y la Sabiduría se hizo ‘locura de amor’ por los seres humanos... Lo más
triste: el Señor de todo fue y sigue siendo rechazado por muchas de sus
creaturas y, más aún, denostado y perseguido.
Hermanos, los invito a contemplar
el rostro de ese Niño que yace entre pajas, en una pesebrera lúgubre y fría.
Consideren que es el mismo Dios creador de todo el que está ‘encerrado’ en ese
Niño para hacernos saber cuánto nos ama y quiere hacer por nuestra salvación y
verdadera felicidad. El Dios que no necesita de nadie y de nada para ser
perfecto y pleno en sí mismo, quiso en su infinitud de amor ser uno de nosotros
para que cada uno de nosotros pudiera, si lo acepta libremente, ser un hijo de
Él y coheredero con Cristo de la Vida Eterna, que es participación en su
divinidad.
Les deseo a todos una fecunda
celebración del Nacimiento del Hijo de Dios, el Emmanuel -Dios con nosotros-, y
que Jesús sea, como lo expresa este nombre, el Salvador que han acogido y en
quien han puesto toda su confianza y esperanza.
San José y la Virgen María les
ayuden a profundizar en este Misterio central de nuestra fe cristiana y a
anunciarlo en sus hogares y en todos los lugares de la sociedad.
¡¡¡Feliz Navidad!!!
Mons. Luis Urbanc
8° Obispo de Catamarca