“Que
el deporte sea un verdadero instrumento para
compartir, educar e incluir siempre”
El miércoles 4 de diciembre,
durante el sexto día del novenario en honor a la Inmaculada Concepción en su
advocación del Valle, rindieron su homenaje el Ámbito del Deporte estatal provincial
y municipal, Clubes, Círculos, Federaciones, Asociaciones Automovilísticas,
Club Autos de Época; Cámara de Comercio, Sindicato de Comercio y Centro de
Empleados de Comercio.
La Santa Misa fue presidida
por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Rector
del Santuario
Mariano, Pbro. José
Antonio Díaz, entre otros sacerdotes del clero catamarqueño y peregrinos,
quienes llegaron a honrar a la Madre Morena.
Participaron autoridades del
Deporte y el Comercio, entre ellas el Director General de Deporte de la
Municipalidad de la Capital, Prof. Mariano Brunello, quien proclamó la primera
lectura, y el Secretario General del Centro de Empleados de Comercio local, Sr.
Roberto González, respectivamente.
En correspondencia con el
tema propuesto para la jornada, durante su homilía, Mons. Urbanc afirmó que “el
gran banquete que Dios ofrece a la humanidad es la Eucaristía, memorial de la
pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, con las que Dios aniquiló la
muerte para siempre, secó las lágrimas de todos los rostros y apartó el oprobio
de su pueblo. En ella nos alimentamos con el Cuerpo de Cristo y bebemos de su
Sangre, realidades con las que entramos en profunda comunión de vida con el
mismísimo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
“Este Banquete Eucarístico
no tiene parangón, supera con creces todo lo que la mente humana pueda
imaginar. De allí que hemos de pedir la Gracia de participar habitualmente en
este Banquete de manjar suculento y bebida de solera, en el que siempre está
presente la Virgen María, porque Ella jamás se apartará de junto a la Cruz de
su Hijo”, manifestó.
A tono con este tiempo de
preparación para celebrar el nacimiento del Niño Jesús, dijo que “cuando la
gente veía la multitud de
sufrientes sanados y liberados por Jesús, se admiraba
y daba gloria a Dios. Eran el signo que el pueblo de Israel esperaba ver cuando
el Mesías enviado llegara: así lo habían anunciado los profetas, como Isaías
que describe la presencia del Reino de Dios como un gran banquete lleno de
alegría y vida preparado para todos, en especial para los pobres y oprimidos. Y
Jesús ofrece a la gente que lo sigue un banquete de panes y peces multiplicados
y compartidos. El signo es claro: ya ha llegado el Mesías, el enviado de Dios
para salvarnos”.
“En la espera de su venida,
la de cada día y la del futuro definitivo, ahora es la Iglesia quien continúa
la misión de Jesús. Y, en efecto, en muchos lugares y de diversas formas nos la
encontramos rodeada de migrantes, pueblos empobrecidos, indígenas excluidos,
víctimas de la violencia o de la guerra, oprimidos y explotados, enfermos, etc.
Se nos ensancha el corazón viendo al Papa, o a tantos voluntarios, laicos,
sacerdotes y religiosos, compartiendo la palabra, la presencia, el compromiso y
la comida con los que más sufren en este mundo, al ver la alegría y la
esperanza en sus rostros”, señaló.
Asimismo, enfatizó que “los
discípulos de Jesús de hoy necesitamos más que nunca acompañar al Maestro allí
donde Él quiere estar, con los que Él quiere estar. Y mirar con sus ojos de
amor y misericordia a los más perdidos y a los que más sufren. Y sentir, hablar
y actuar como Él: haciendo presente el Reino nuevo del amor, la equidad, la
justicia y la paz para todos”.
Dirigiéndose a la Madre del
Valle, pidió: “Ayúdanos a acompañar a Jesús a los lugares a donde Él quiere ir,
a perseverar sirviendo en los que Él quiere estar y a
realizar lo que Él
querría hacer. Que sepamos valernos del deporte como un medio para cuidar la
salud de nuestro cuerpo y de nuestro espíritu, a fin de poder servir mejor a
nuestros hermanos, y no que se vuelva como un mero culto narcisista del cuerpo
o un medio más para ganar dinero, prestigio o poder. Que el deporte sea un
verdadero instrumento para compartir, para educar y para incluir siempre a
todos, en especial a los que más lo necesitan”.
“Que todos los que se
dedican al comercio o a los negocios lo hagan con honestidad, responsabilidad y
generosidad. Que sus corazones no se dejen atrapar por el afán de ganar y ganar
a cualquier precio, sino que sean agradecidos con las bendiciones que Dios les
brinda y que sepan compartir los dones recibidos con los más necesitados,
encontrando en ello la hermosa oportunidad para crecer en la caridad que llena
el corazón de paz y gozo”.
En el momento de las
ofrendas, los alumbrantes acercaron al altar elementos para la asistencia de
los hermanos peregrinos, sobre todo agua mineral, entre otros. Junto con ellos
llevaron los dones del pan y del vino.
Antes de la bendición final,
se rezó la Oración del Año y IV Congreso Mariano Nacional, guiada por el Señor
Obispo, acompañado por los sacerdotes concelebrantes, ante la Imagen de la
Virgen Morenita.