“Querida Madre del Valle,
para ti es este Año Jubilar, con el que queremos honrarte y agradecerte por
todo lo que has hecho, haces y harás por tus hijos peregrinos en este ‘valle de
lágrimas’”, dijo Mons. Urbanc en la Misa
Solemne.
Durante la mañana del 8 de
diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, Catamarca inició solemnemente el
Año Jubilar Mariano por los 400 años de la presencia de la Madre del Valle
entre nosotros.
La Sagrada Eucaristía fue
presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el
Obispo Emérito de La Rioja, Mons. Roberto Rodríguez, y numerosos sacerdotes del
clero catamarqueño y de otras jurisdicciones eclesiásticas del país, quienes
llegaron como peregrinos a honrar a la Santa Patrona de Catamarca y del
Noroeste Argentino.
En el inicio de la
celebración litúrgica, el Pbro. Marcelo Amaya dio lectura a los decretos de
Indulgencias Plenarias concedido por la Penitenciaría Apostólica por especial
mandato del Papa Francisco; y el correspondiente al Año Jubilar Mariano
Diocesano, emitido por el Obispo de Catamarca.
Una gran cantidad de devotos
y peregrinos, que desbordó el Santuario Mariano, participó de la Eucaristía, en
la que se pidió especialmente por el eterno descanso del alma de la madre del
Pbro. José Antonio Díaz, Rector de la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra
Señora del Valle.
En su homilía, Mons. Urbanc
expresó:
Año Jubilar. Queridos devotos y peregrinos: Con esta
Misa solemne damos inicio al Año
Jubilar Mariano en acción de gracias por los
400 años de presencia de esta sagrada imagen de la Pura y Limpia Concepción,
por todos ahora conocida como la Virgen del Valle y así invocada por el pueblo
creyente, por los niños, jóvenes, adultos y ancianos. Ella es la Madre de los
enfermos y de los pobres.
Ella
es la Madre de todos. Ella es la que nos ayuda a superar las odiosas
diferencias y a sabernos encontrar después de nuestros desencuentros y
rabietas. Ella es la que nos acompaña en nuestras acciones de Gracias por
tantos y tan variados dones con los que Dios, Padre providente, nos bendice.
Ella
es la ‘Morenita’, la ‘Negrita’, la ‘Virgencita, la ‘Mama Achachita’, la ‘Virgen
Gaucha’, la ‘Madre’, la ‘Señora’, la ‘Patrona’, la ‘Virgen’.
Inmaculada Concepción. Hoy celebramos la solemnidad de la
Inmaculada Concepción, cuya explicación la encontramos en la primera lectura
del Génesis (3,9-15), que acabamos de escuchar, en la que se nos ha narrado la
caída en desgracia de la humanidad, debido a la desobediencia de la primera
pareja que nos representa. Allí mismo Dios no abandonó al ser humano a su
triste suerte, sino que inmediatamente ideó nuestra salvación. Allí cuajó la
realidad de la nueva Eva, María, Virgen Inmaculada, que libremente habría de
asumir ser la Madre del que vendría a aplastar la cabeza del viperino demonio y
así liberarnos del fuego eterno, ofreciendo de nuevo la esperanza de la
salvación a la especie humana. Lo que encuentra en el relato del Evangelio de
san Lucas su humilde y gloriosa consumación. El pecado de la humanidad es
asumido y destruido por la humilde obediencia del Hijo de Dios Encarnado y Exaltado
en la Cruz. Victoria que queda patente con la gloriosa Resurrección.
Con el país. En otro orden de cosas, también hoy en
toda nuestra Nación damos inicio al Año Jubilar Mariano, es por ello que, a lo
largo de estos doce meses de gracia y bendiciones divinas, pondremos la mirada
de la mente y el corazón en la Persona de la Bienaventurada Virgen María, Causa
de nuestra Alegría, pues por medio de su humilde, decidido y generoso SÍ, la
Salvación se ha incoado en toda la creación, es decir, se ha revertido la
maldición, trocándose no sólo en perdón, sino en algo más grandioso e
inmerecido ni soñado por nadie: en Adopción filial de todo ser humano, con
todos los deberes y derechos propios de quien goza de tal definitivo estado de
vida.
Congreso Mariano Nacional. Para poder vivir con mayor provecho este
año, en el que, los catamarqueños seremos anfitriones del IV Congreso Mariano
Nacional, les he escrito una breve, pero creo que sustanciosa, carta pastoral
para motivarlos a no desaprovechar la oportunidad única de profundizar en el
misterio de María en el Plan de Salvación de Dios. Así que a leerla y compartir
en familia, en la escuela, entre amigos o colegas, en los movimientos
eclesiales y diversos ámbitos pastorales los temas mariológicos de nuestra fe.
Recuerden,
hermanos, que nadie ama lo que no conoce. Por tanto, ocúpense de ustedes
mismos, de manera que lleguen a valorarse desde el proyecto amoroso de Dios,
quien todo lo hizo y sigue haciendo en orden a la realización plena de cada ser
humano y de que seamos en verdad felices.
Carta Pastoral. Hoy les entregaré formalmente la carta
pastoral, en la que comienzo diciendo: “Ya pasaron diez años desde nuestro
último jubileo, en el 2010, en el que celebramos los 100 años de nuestra
Iglesia particular de Catamarca. Y al concluir los festejos nos propusimos
hacer un largo camino hasta el 2020 para agradecer a Dios por los 400 años de
ininterrumpida y fecunda presencia de la sagrada imagen de la ‘Pura y Limpia
Concepción’, a la que tiernamente llamamos Virgen del Valle.
Gesto del Episcopado. Tal celebración ha cobrado mayor relieve
con la doble disposición de todo el episcopado argentino de un Año Mariano
Nacional y del IV Congreso Mariano Nacional, que se llevará a cabo, aquí en san
Fernando del Valle de Catamarca, del 23 al 26 de abril de 2020.
En
efecto, estos acontecimientos también son expresión elocuente de lo que
llamamos ‘la Gracia del Valle’, y que debemos agradecer a la Providencia de
Dios, valorándolos e incorporándolos definitivamente al patrimonio sociocultural
y religioso de nuestra historia provinciana.
¡Cómo
no agradecer a Dios que, con ocasión de este Gran Jubileo, vendrán del norte y
del sur, del este y del oeste, multitud de hermanos no sólo como congresistas,
sino como devotos y peregrinos a honrar al Dios Altísimo que se hizo
providencia maternal en la persona de la Santísima Madre de su Hijo Jesucristo,
a través de una frágil imagen con rostro curtido y afligido propio de los
nativos, a los que el Padre Eterno vino a consolar y esperanzar! Nosotros somos
el legado de aquellas gestas evangelizadoras y necesitamos renovarnos en
nuestro amor a la Santa Trinidad, a la Madre de Dios, a la Iglesia y a toda la
humanidad, con un gran ardor misionero y discipular”.
“También
nosotros, herederos de las promesas de nuestros padres en la fe y coherederos,
en Jesús, de la vida eterna, hemos hecho un alto en nuestro camino hace diez
años para celebrar con peculiar fervor el centenario de nuestra Iglesia de
Catamarca, insertarnos en su particular historia de amor evangelizador, recibir
con gratitud los frutos de la labor apostólica de quienes nos precedieron,
comprometernos a cumplir con fidelidad el mandato misionero, revisar lo
realizado, pedir perdón por nuestras falencias, renovar e intensificar los
aciertos y abrir el alma para que “la gracia del Señor Jesucristo, la caridad
de Dios y la comunicación del Espíritu Santo” (2 Cor 13,13) estén con todos
nosotros”.
“Para
ello nos será de mucha ayuda repasar, una y otra vez, las maravillas obradas
entre nosotros por el Señor por intercesión de Nuestra Madre del Valle; tanto
aquellas por todos conocidas, cuanto las que, no habiendo sido muy difundidas,
muestran con sencillez la portentosa protección orante de Santa María, siempre
Virgen”.
A la Madre. Querida Madre del Valle, para ti es este
Año Jubilar, con el que queremos honrarte y agradecerte por todo lo que has
hecho, haces y harás por tus hijos peregrinos en este ‘valle de lágrimas’.
En
Ti siempre queremos ver a la mujer creyente que supo vivir el misterio de la Virginidad
unida a la Maternidad. A la joven diligente que corre presurosa a ayudar a su
prima Isabel en las tareas más exigentes del hogar, para hacerle más llevadero
los últimos meses de gestación de Juan, el Bautista. A la maestra de oración
que nos enseña a alabar la grandeza del Señor, reconociendo que Él es el origen
de los supremos gozos del alma, de la santidad, de la misericordia, de la
justicia, del amor por los humildes y de la fidelidad. Y a la perfecta
discípula de Jesús por el cumplimiento perseverante, fiel y perfecto de la
voluntad del Padre.
Tierna
y paciente, Madre, escucha siempre el clamor de tus hijos. Amén.
Antes de la bendición final
se cantó el Himno a la Virgen del Valle y se rezó la Oración del Año y IV
Congreso Mariano Nacional.
Los vivas y aplausos
resonaron en el templo, mientras era incesante el paso de los peregrinos ante
la Imagen cuatro veces centenario de la Virgen Morenita.