En el marco del Mes de la Familia, el Servicio de Talleres y Charlas del Movimiento Familiar Cristiano organizó una serie de actividades, que culminaron el viernes 30 de octubre con la segunda conferencia sobre “Caridad, Verdad, Bien Común y Familia”, a cargo del Pbro. Rogelio Suárez, párroco de Ancasti.
El Salón Calchaquí fue colmado por concurrentes, quienes compartieron la conferencia en dos momentos, debido a los cortes de energía. El inicio de la plática estuvo amenizado por cánticos y luego del primer momento se ofreció gaseosas.
El sacerdote indicó que “el matrimonio nace bajo el signo de la humildad. Enamorarse de una mujer o de un hombre es realizar el acto más radical de humildad. Es hacerse decirle al otro: ‘No me basto a mí mismo, necesito de tu ser’…”.
En otro tramo manifestó que “la caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo mío al otro; pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es suyo, lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar”. Luego apuntó: “No puedo dar al otro de lo mío, sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. Quien ama con caridad a los demás, es ante todo justo con ellos. No basta decir que la justicia no es extraña a la caridad, que no es una vía alternativa o paralela a la caridad, la justicia es inseparable de la caridad, es la primera vía de la caridad”.
Respecto a la familia dijo que “en un momento como el actual, en el que todo parece conspirar para debilitar los vínculos y los valores de la familia, hay que tener presente que Jesús ha venido a devolver al matrimonio su belleza originaria, para reforzarlo”.
A los jóvenes
Dirigiéndose a los jóvenes presentes, a partir del mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney 2009, expresó: “Cuando uno es joven se alimenta de ideales, sueños y proyectos; la juventud es el tiempo en que maduran opciones decisivas para el resto de la vida. Y tal vez por esto es la etapa de la existencia en la que afloran con fuerza las preguntas de fondo: ¿Por qué estoy en el mundo? ¿Qué será de mi vida? ¿Cómo alcanzar la felicidad?, preguntas que son apremiantes cuando nos tenemos que medir con obstáculos que a veces parecen insuperables: dificultades en los estudios, falta de trabajo, incomprensiones en la familia, etc.”. Sin embargo dijo que hay que encontrar y buscar la forma de mantener viva en el corazón la llama de la esperanza.
Finalizó con las palabras de San Pablo: “El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo”; apelando que “aprendamos de San Pablo a ser testigos de la esperanza cristiana”.
Esta charla fue el corolario de las distintas actividades que se desarrollaron, tales como charlas en parroquias de la Capital y del interior, incluyendo la Vicaría Nuestra Señora de Fátima y la parroquia Nuestra Señora de Fátima, en Fiambalá; además un ciclo radial de charlas.
El Salón Calchaquí fue colmado por concurrentes, quienes compartieron la conferencia en dos momentos, debido a los cortes de energía. El inicio de la plática estuvo amenizado por cánticos y luego del primer momento se ofreció gaseosas.
El sacerdote indicó que “el matrimonio nace bajo el signo de la humildad. Enamorarse de una mujer o de un hombre es realizar el acto más radical de humildad. Es hacerse decirle al otro: ‘No me basto a mí mismo, necesito de tu ser’…”.
En otro tramo manifestó que “la caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo mío al otro; pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es suyo, lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar”. Luego apuntó: “No puedo dar al otro de lo mío, sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. Quien ama con caridad a los demás, es ante todo justo con ellos. No basta decir que la justicia no es extraña a la caridad, que no es una vía alternativa o paralela a la caridad, la justicia es inseparable de la caridad, es la primera vía de la caridad”.
Respecto a la familia dijo que “en un momento como el actual, en el que todo parece conspirar para debilitar los vínculos y los valores de la familia, hay que tener presente que Jesús ha venido a devolver al matrimonio su belleza originaria, para reforzarlo”.
A los jóvenes
Dirigiéndose a los jóvenes presentes, a partir del mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney 2009, expresó: “Cuando uno es joven se alimenta de ideales, sueños y proyectos; la juventud es el tiempo en que maduran opciones decisivas para el resto de la vida. Y tal vez por esto es la etapa de la existencia en la que afloran con fuerza las preguntas de fondo: ¿Por qué estoy en el mundo? ¿Qué será de mi vida? ¿Cómo alcanzar la felicidad?, preguntas que son apremiantes cuando nos tenemos que medir con obstáculos que a veces parecen insuperables: dificultades en los estudios, falta de trabajo, incomprensiones en la familia, etc.”. Sin embargo dijo que hay que encontrar y buscar la forma de mantener viva en el corazón la llama de la esperanza.
Finalizó con las palabras de San Pablo: “El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo”; apelando que “aprendamos de San Pablo a ser testigos de la esperanza cristiana”.
Esta charla fue el corolario de las distintas actividades que se desarrollaron, tales como charlas en parroquias de la Capital y del interior, incluyendo la Vicaría Nuestra Señora de Fátima y la parroquia Nuestra Señora de Fátima, en Fiambalá; además un ciclo radial de charlas.