Bajo el lema “Maestro, ¿a quién iremos? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68), el domingo 26 de junio, los catamarqueños participaron de la tradicional procesión de Corpus Christi, la más importante del calendario litúrgico de cada año, en una manifestación pública de fe en torno a Jesús Eucaristía. La columna procesional inició su marcha desde el templo parroquial del Sagrado Corazón de Jesús, ubicado frente a la plaza 25 de Agosto, en la ciudad capital. La misma fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y asistieron sacerdotes de todo el Decanato Capital.
El trayecto unió el templo parroquial del sur de Capital con el Santuario y Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle, haciendo un alto en la capilla del Buen Pastor, donde se realiza la adoración perpetua a Jesús Eucaristía. Los participantes se desplazaron, elevando súplicas y cantando, en un recorrido que comprendió avenida Güemes y calles Maipú y San Martín, para culminar frente al atrio de la Catedral Basílica, donde el Pastor Diocesano impartió la bendición final.
“Cristo es la bendición divina para el mundo”
Los actos litúrgicos comenzaron a las 16.00 con la Santa Misa, en el atrio del templo del Sagrado Corazón de Jesús, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino; el Rector del Santuario y Catedral Basílica, Pbro. José Antonio Díaz, y otros sacerdotes del clero local.
En su homilía, Mons. Urbanc dijo: “Llevamos a Cristo, presente en la figura del pan, por las calles de nuestra ciudad. Encomendamos estas calles, estas casas, nuestra vida cotidiana, a su bondad. ¡Que nuestras calles sean calles de Jesús! ¡Que nuestras casas sean casas para El y con El! Que en nuestra vida de cada día penetre su presencia”.
Asimismo, manifestó que “con este gesto, ponemos ante sus ojos los sufrimientos de los enfermos, la soledad de los jóvenes y de los ancianos, las tentaciones, los miedos, toda nuestra vida. La procesión quiere ser una bendición grande y pública para nuestra ciudad: Cristo es, en persona, la bendición divina para el mundo”.
En otro tramo expresó: “El objetivo de esta comunión es la asimilación de mi vida con la suya, mi transformación y configuración con quien es Amor vivo. Por ello, esta comunión implica la adoración, implica la voluntad de seguir a Cristo, de seguir a quien nos precede. Adoración y procesión forman parte, por tanto, de un único gesto de comunión”, agregando que “esta fiesta de Corpus Christi nos comprometa a todos a ser verdaderos discípulos-misioneros de Jesucristo, asumiendo así la Misión Diocesana Permanente”.
Ministros de la Comunión
En el comienzo de la celebración eucarística, el Secretario Canciller de la Curia Diocesana, Pbro. Juan Olmos, dio lectura al decreto de nombramiento de los laicos que se desempeñarán como Ministros Extraordinarios de la Comunión, en cada una de las 28 jurisdicciones parroquiales, que comprenden la diócesis catamarqueña. Estos tendrán la misión de colaborar con los sacerdotes en la distribución de la Comunión en las distintas celebraciones eucarísticas; y llevar la Sagrada Eucaristía a las personas enfermas y ancianas.