Queridos hermanos, cada Semana Santa es una invitación a situarnos con fe, esperanza y amor frente a la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo; a ponernos en su presencia, ante su imagen y en su intimidad. Para que ante todo veamos quién es Él y, en comparación a Él, quiénes somos, cómo somos y qué queremos ser.
En estos días en los que tal vez algunos tomarán un descanso fuera de casa, sería bueno no perder de vista el horizonte reflexivo de esta semana. Buscar adherirse, entrar en comunión de alguna manera con la comunidad cristiana, que en todo el mundo eleva su oración al Padre alabando y agradeciendo el don de la salvación regalada en Jesucristo.
Cada celebración de Semana Santa, cada liturgia concelebrada en comunidad, implica un sumergirnos en el misterio de Cristo que desde ya nos hace partícipes de la eternidad al lado del Padre. En todo esto, es parte fundamental la celebración del Sacramento de la Reconciliación, que siendo un acto individual, tiene enorme repercusión para bien de toda la comunidad. De ahí que recomiendo vivamente buscar el momento para celebrarlo y en él experimentar la fuerza de la Redención.
Como comunidad que peregrina de la mano de María del Valle, queremos ofrecer a todos los hermanos esta posibilidad de participar de los misterios que celebraremos en esta gloriosa semana. Por ello les invito como pastor diocesano a que participen activamente en sus comunidades para que sea esta Semana Santa una celebración de la familia cristiana local, figura de la familia cristiana universal que celebra y participa de esta Liturgia en todas las iglesias que hay en el mundo.
Deseo para cada catamarqueño, abundancia de paz y esperanza, fruto de un renovado encuentro con Cristo Resucitado.
Mons. Luis Urbanč
