Un recuerdo lleno de amor hacia el sacerdote franciscano Mario Fuenzalida
Fue un gran impulsor de la Causa Esquiú. Escribió libros y artículos sobre
la vida del ilustre franciscano; y propuso la recreación de su vida a través de
la pintura.
Este martes, 17 de agosto, se cumple un año de la partida a la Casa del Padre del recordado fraile Mario Fuenzalida, sacerdote franciscano catamarqueño, perteneciente a la Provincia Franciscana de la Asunción de la Santísima Virgen del Río de la Plata (Argentina-Paraguay), Orden de los Frailes Menores.
Haciendo memoria agradecida de cuanto hizo, sembró y dejó a
sus hermanos en Cristo, familiares y amigos del fraile Mario invitan a
participar y compartir la Santa Misa este martes a las 19.00 en el templo de
San Francisco y el sábado 21 de agosto a las 19.00 en la parroquia de San José,
departamento Fray Mamerto Esquiú.
Una muy breve reseña de su vida permitirá recordarlo mejor a
quienes lo conocieron y saber de él a quienes no tuvieron el gusto de tratarlo,
de comunicarse con él.
Fray Mario fue una de las personas que más impulsó la Causa
de Beatificación del fraile franciscano Mamerto Esquiú. No pudo estar entre
nosotros para participar, el 4 de septiembre próximo, de este acontecimiento
que tanto esperó, pero seguramente desde el Cielo estará viviendo esta
celebración junto al ya próximo Beato Mamerto. Y acompañándonos en la
continuidad de este proceso, hasta la canonización de nuestro ilustre Esquiú.
Escribió libros y artículos sobre la vida del ilustre
franciscano, y dedicó su vida a propagar el amor a Dios y la veneración a la
Santísima Virgen y a Esquiú. Por propia iniciativa convocó al artista plástico
Cesáreo Alfonso García, para que realizara una serie de cuadros que recrean la
vida de Mamerto de la Ascensión, algunos de los cuales se encuentran expuestas
en la casa natal.
Fue párroco de Fray Mamerto Esquiú por varios años y a
mediados de la década de los ’80, la Orden Franciscana lo llevó por Córdoba,
Santa Fe y La Rioja. Por último fue destinado a Santiago del Estero, donde
falleció a los 80 años de edad.
A lo largo de su vida trabajó en la Pastoral Carcelaria y de
las Comunidades Aborígenes cumpliendo su sueño de misionero. Recibió múltiples
homenajes en cada comunidad por su bondad, sencillez, carisma y total entrega al
Señor, a través del servicio a sus hermanos.
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