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11 abril 2022

Misa de Ramos y bendición de las estaciones del Vía Crucis en el patio de la Catedral

“Queremos celebrar esta Semana Santa como la gran victoria de la Vida sobre la muerte, del Amor sobre el odio, de la Paz sobre la violencia”, manifestó el obispo.

 

Durante la noche del 10 de abril, el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Misa de Domingo de Ramos en la Catedral Basílica y Santuario del Santísimo Sacramento y de Nuestra Señora del Valle, que fue concelebrada por el capellán mayor, presbítero Ramón Carabajal.

La ceremonia litúrgica, que fue transmitida a través de las redes sociales con legua de señas, dio inicio con la bendición de los ramos en el atrio del templo, tras lo cual se inició la procesión por la nave central.

En su reflexionó sobre la Palabra de Dios proclamada, Mons. Urbanc  expresó que “San Lucas en su narración de la Pasión pone el acento en la absoluta inocencia de Jesús y en la omisión de los detalles ofensivos o crueles para invitar al discípulo a que también tome su cruz y siga a Jesús por el camino de la Cruz, puesto que a la resurrección se llega si antes se entregó la vida”.

“También el evangelista destaca sobre todo la misericordia de Dios revelada en la persona de Cristo. Las palabras de Jesús en la cruz son un claro ejemplo: *perdónalos porque no saben lo que hacen, *la promesa del paraíso al ladrón compungido, *la confianza y abandono al Padre. Por otra parte, resalta las actitudes de las personas ante la Pasión de Jesús: *las lágrimas de Pedro, *el cirineo que ayuda a llevar la cruz, *la compasión de las mujeres de Jerusalén, *la conmoción de la gente que vuelve a sus hogares golpeándose el pecho”, destacó.

Al referirse a la escena del Calvario dijo que “muestra que la cruz transforma al mundo de las almas, produciendo la conversión y asegurándonos la misericordia”, luego afirmó que “en el evangelio de Lucas Jesús comenzó su ministerio orando (3,21) y lo termina también en oración. Esto muestra que Dios no está ausente, ni es sordo ni mudo, sino que está cerca y Jesús se abandona a Él con confianza, sin suplicarle en ningún momento un rescate urgente. Las palabras de Jesús confirman su certeza en una verdad inquebrantable: Dios está de su lado y sigue siendo su Padre amoroso”.

Hacia el final de su predicación se dirigió a la Virgen María rogando: “Querida Madre de los Dolores, ayúdanos a entrar decididamente como tu Hijo Jesús, al misterio, siempre incomprendido y resistido, del dolor, la injusticia y la muerte en esta Santa Semana que iniciamos y que queremos celebrar como la gran victoria de la Vida sobre la muerte, del Amor sobre el odio, de la Libertad, sobre la esclavitud, de la Verdad, sobre la mentira, de la Paz sobre la violencia, del Servicio sobre el egoísmo, de la Misericordia, sobre la venganza, de la Esperanza sobre el temor. Y que aprendamos, de una vez para siempre, la verdad sobre el Amor, ese Amor que sólo procede de Dios, porque Él es el Amor”.

Antes de la bendición final, el obispo invitó a los fieles a participar de la Colecta por Tierra Santa, que se llevará a cabo en todo el mundo, el Viernes Santo.

 

Bendición de las estaciones del Vía Crucis

Al concluir la celebración eucarística, Mons. Urbanc procedió a la bendición de las estaciones del Vía Crucis colocadas en el patio de la Catedral, donde los fieles podrán acercarse para rezar durante la Semana Santa. Acompañó este momento especial un nutrido grupo de personas.

 

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA

Queridos hermanos:

                                       El fragmento del cántico que hemos escuchado en la primera lectura nos presenta a un enigmático siervo que es fiel discípulo del Señor y víctima de la maldad de los hombres. Su lengua pronuncia lo que el Señor le indica, su enseñanza procura consolar al abatido (cf. Is 50,4). Acepta su misión sin resistencia, conoce las dificultades que entraña, pero no se da por vencido pues tiene puesta toda su confianza en el Señor.

            Desde la perspectiva cristiana, es evidente que se trata de una profecía en orden a Jesús y su misión redentora. De hecho, en el Nuevo Testamento Jesús es identificado con el Siervo sufriente en su bautismo (Mt 3,17; Mc 1,11; Jn 1,34); en sus milagros (Mt 8,17); en su decisión de ir a Jerusalén a morir (Lc 9,51) y en su humildad (Mt 12,16-21). Según Jn 12,37-43, Jesús asume en su ministerio público las palabras del siervo sufriente de Is 53,1s. El tema del siervo también se atribuye a Jesús en los Hechos de los Apóstoles (Hch 3,13.26; 4,27.30; 8,32) y en los himnos de la primitiva Iglesia (Flp 2,7; 1Pe 2,21-25). Si bien no lo citan, los relatos de la pasión son una realización del tercer cántico, en especial, por la referencia a los salivazos y golpes que recibe el Señor (cf. Mc 14,65).

La segunda lectura (Flp 2,6-11) nos presenta a Jesús “existiendo en condición de Dios” (Flp 2,6a), pero que se despoja de esos atributos, rechazando toda ambición y orgullo, adoptando un actitud mansa y humilde (cf. Mt 11,29; Is 42,2-3; 53,7-9) y siendo obediente hasta la muerte, y muerte en cruz (Flp 2,8), la más ignominiosa. Al contrario de Adán, quien pretendió ser como Dios y así perdió su dignidad, Jesús, siendo de condición divina, no ha hecho valer su privilegio de igualdad con Dios, sino que ha asumido la condición propia del Siervo Sufriente, dando su vida como expresión de su fidelidad total al Padre

San Lucas en su narración de la Pasión pone el acento en la absoluta inocencia de Jesús y en la omisión de los detalles ofensivos o crueles para invitar al discípulo a que también tome su cruz y siga a Jesús por el camino de la Cruz, puesto que a la resurrección se llega si antes se entregó la vida.

También el evangelista destaca sobre todo la misericordia de Dios revelada en la persona de Cristo. Las palabras de Jesús en la cruz son un claro ejemplo: *perdónalos porque no saben lo que hacen, *la promesa del paraíso al ladrón compungido, *la confianza y abandono al Padre. Por otra parte, resalta las actitudes de las personas ante la Pasión de Jesús: *las lágrimas de Pedro, *el cirineo que ayuda a llevar la cruz, *la compasión de las mujeres de Jerusalén, *la conmoción de la gente que vuelve a sus hogares golpeándose el pecho.

En la escena del Calvario muestra que la cruz transforma al mundo de las almas, produciendo la conversión y asegurándonos la misericordia:

  Jesús en el Calvario nos da ejemplo de cómo perdonar las ofensas, rogando por sus verdugos: "¡Padre, perdónalos, no saben lo que hacen!"

  Nos da ejemplo de confianza y de abandono filial: "¡Padre, en tus

manos encomiendo mi espíritu!".

  Nos exhorta a la penitencia: "No lloren por mí, lloren por ustedes".

  Convierte al ladrón, sin necesidad de palabras: “hoy estarás conmigo

en el paraíso”.

  Lo mismo ocurre con la gente: muchos lo contemplan crucificado y se

vuelven golpeándose el pecho.

  El grito final de Jesús antes de morir no es "Dios mío, Dios mío por

qué me has abandonado" (Sal 22,2 en Mc y Mt), sino la súplica de confianza

del Sal 31,6: Jesús, con un grito, exclamó: "Padre, en tus manos

encomiendo mi espíritu. Y diciendo esto, expiró" (Lc 23,46). De este modo, indica que Jesús termina su lucha seguro de la victoria de Dios. En el evangelio de Lucas Jesús comenzó su ministerio orando (3,21) y lo termina también en oración. Esto muestra que Dios no está ausente, ni es sordo ni mudo, sino que está cerca y Jesús se abandona a Él con confianza, sin suplicarle en ningún momento un rescate urgente. Las palabras de Jesús confirman su certeza en una verdad inquebrantable: Dios está de su lado y sigue siendo su Padre amoroso.

            Querida Madre de los Dolores, ayúdanos a entrar decididamente como tu Hijo Jesús, al misterio, siempre incomprendido y resistido, del dolor, la injusticia y la muerte en esta Santa Semana que iniciamos y que queremos celebrar como la gran victoria de la Vida sobre la muerte, del Amor sobre el odio, de la Libertad, sobre la esclavitud, de la Verdad, sobre la mentira, de la Paz sobre la violencia, del Servicio sobre el egoísmo, de la Misericordia, sobre la venganza, de la Esperanza sobre el temor. Y que aprendamos, de una vez para siempre, la verdad sobre el Amor, ese Amor que sólo procede de Dios, porque Él es el Amor. Amén

¡¡¡Viva la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo!!!

Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca