En la mañana de
hoy, en la Festividad de Nuestra Señora de Lourdes, las jóvenes Hna. Zulma
Fernanda Usqueda (de Tinogasta) y Hna. Isabel Yanina Gerez (de Aguilares, provincia de Tucumán) respondieron con un sí generoso al
llamado de Dios como religiosas de la Congregación de las Misioneras
Catequistas de Cristo Rey. La primera ofreció votos perpetuos, mientras que la
segunda hizo sus votos por tres años.
La profesión de
ambas jóvenes fue durante la Santa Misa presidida por el Obispo Diocesano Mons.
Luis Urbanč, concelebrada por varios sacerdotes del clero local, ante la
presencia de sus hermanas de Congregación encabezadas por la Madre General Hna.
Lucila Aveiro Centurión, seminaristas de la Diócesis y gran cantidad de laicos congregados
en la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle.
Al término de la
proclamación del Evangelio, las jóvenes hicieron su profesión religiosa.
Como parte del
rito, la Hna. Zulma se postró totalmente, mientras todos los presentes
entonaban la letanía de los Santos. Luego hizo esta profesión : “ …impulsada
por la firme voluntad de consagrarme más íntimamente a Dios y de seguir más de
cerca a Cristo durante toda mi vida, prometo y hago votos para siempre, de
castidad, pobreza y obediencia, según las Constituciones de las Hermanas
Misioneras Catequistas de Cristo Rey, en tus manos Reverenda Madre General
Lucila Aveiro Centurión y en su presencia Mons. Luis Urbanč, ante las hermanas
aquí presentes, y me entrego de todo corazón a esta Familia Religiosa, para
que, por la gracia del Espíritu Santo y con la ayuda de la Virgen María, pueda
tender a la caridad perfecta, para gloria de Dios, al servicio de la Iglesia”.
Previamente, la
Hna. Isabel había hecho sus votos de castidad, pobreza y obediencia, por tres
años, con idéntica fórmula a la expresada por la Hna. Zulma.
Al término de la
Misa, Mons. Urbanč invitó a todos los presentes a rezar la Consagración a la
Santísima Virgen, pidiendo especialmente por las jovencitas que hicieron su profesión
religiosa y por los seminaristas de la Diócesis.
La vida
consagrada dentro de la Iglesia es un signo y anticipo de la vida Eterna,
expresa con mayor plenitud la consagración del bautismo y vive intensamente en
el Amor que es su ideal.