El Obispo pidió que “Jesús entre
en lo profundo de nuestros corazones, nos renueve, fortalezca, anime, nos dé
alegría y, sobre todo, nos ayude a vivir en la unidad, en la comunión”.
Durante la mañana del
domingo 23 de junio, una gran cantidad de fieles de las comunidades
parroquiales de Capital se congregaron en el Paseo de la Fe, para celebrar la
Solemnidad de Corpus Christi, en el marco del Año Diocesano de la Espiritualidad
de los Discípulos Misioneros,
último del trienio de preparación para vivir el
Jubileo por los 400 años del hallazgo de la Imagen de la Virgen del Valle, el
Año Mariano Nacional y el IV Congreso Mariano Nacional.
Un sol radiante acompañó el
desarrollo de la Santa Misa, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis
Urbanc, y concelebrada por sacerdotes del Decanato Capital, en el escenario
levantado frente al atrio de la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora
del Valle.
En el comienzo los actos
litúrgicos, se dio lectura al decreto de designación de los
nuevos Ministros
Extraordinarios de la Comunión, quienes tendrán la misión de colaborar con los
sacerdotes en la distribución de la Eucaristía durante las misas, o llevándola
a los enfermos y ancianos.
Al comienzo de su homilía, Mons.
Urbanc agradeció la presencia de todos los fieles llegados de diferentes sectores
de la ciudad capital, muchos de ellos portando carteles identificatorios, especialmente
a “los abanderados y escoltas, a los niños, a los
papás, abuelos, a todos los
que estamos acá reunidos frente a nuestra Iglesia Catedral, para homenajear a
Jesús verdaderamente presente en la Eucaristía. Es la única fiesta en el año en
la que hacemos este homenaje público, como dice la canción, pasearon el Corpus
por nuestras ciudades, por nuestra calles, para expresar nuestra fe viva en Cristo
Jesús presente en la Eucaristía”.
Manifestó que “hoy meditamos
uno de los grandes misterios que Cristo quiso dejarnos como legado, como
herencia, para no dejarnos solos, nos mandó el Espíritu Santo, pero Él también
se quedó verdaderamente presente en
la Eucaristía, tal como lo relata el texto
del apóstol San Pablo en la Carta a los Corintios, el más antiguo que relata la
Eucaristía, incluso anterior al de los Evangelios. Él mismo dice: ‘Yo recibí
esto de la comunidad y se lo enseñé a ustedes, como legado, que Jesucristo, el
día de la Última Cena, tomó un poco de pan y pronunció estas palabras: ‘Tomen y
coman, éste es mi Cuerpo’. Luego tomó un poco de vino del cáliz de las
bendiciones y dijo: ‘Tomen y beban, ésta es mi Sangre, que se derrama
por
ustedes. Hagan esto en memoria mía’. Hoy estamos cumpliendo con este mandato”.
En otro tramo de su
predicación, el Obispo se refirió a la institución de los Ministros Extraordinarios
de la Comunión, que se realiza en cada Fiesta de Corpus Christi, explicando que
“para que este misterio de la Eucaristía llegue a todos los fieles, la Iglesia fue
posibilitando que algunos hermanos bautizados, elegidos por el sacerdote,
puedan ayudarle a distribuir la Eucaristía cuando hay mucha concurrencia de
fieles. Y, sobre todo, para poder llevar la Comunión a los enfermos”. En este
sentido, destacó que “tantos enfermos en nuestras comunidades reciben la
Eucaristía gracias a estos hermanos que brindan su tiempo para visitarlos,
reunir a la familia e invitarlos a rezar al lado de los enfermos”.
Definió que el Ministro de
la Comunión “es un servidor que va y lleva la Comunión al hermano enfermo”, y la
distribuye en las celebraciones, de manera “extraordinaria, no habitual”, y
aclaró que “los sacerdotes somos ministros ordinarios de la Eucaristía, y los
laicos ministros extraordinarios de la Comunión”.
Como los ministros ejercen este
servicio en su parroquia, invitó a los fieles a que “tienen que ser conocidos
en sus respectivas comunidades”, y consideró que es importante su
“formación
litúrgica y pastoral, atrayendo a los laicos para que se formen bien en la vida
cristiana para poder servir bien en la comunidad”.
También advirtió sobre
algunas personas que afirman ser sacerdotes cuando en realidad no lo son,
sembrando “la confusión y aprovechándose de la buena voluntad de ustedes”. Es
por ello que exhortó a que “aprendan a conocer a sus sacerdotes, no somos
muchos, somos unos 50 acá, en Catamarca”, afirmó.
Al concluir su mensaje,
Mons. Urbanc expresó que en “esta celebración
pública de la Eucaristía, pidámosle a Jesús que entre en lo profundo de nuestros
corazones, nos renueve, fortalezca, anime, nos dé alegría y, sobre todo, nos
ayude a vivir en la unidad, en la comunión, que es una tarea diaria”.
Seguidamente, procedió al
rito de la bendición de los nuevos Ministros Extraordinarios de la Comunión
presentes en la Santa Misa.
Procesión
con el Santísimo Sacramento
Al finalizar la celebración
eucarística, los fieles participaron de la procesión más importante del año,
acompañando a Jesús, verdaderamente presente en la Sagrada Eucaristía,
alrededor de la plaza 25 de Mayo.
Tras la Cruz procesional se
encolumnaron los abanderados y escoltas de instituciones educativas del medio,
el Señor Obispo y los sacerdotes, quienes portaron la Custodia con el Santísimo
Sacramento.
Durante el recorrido rezaron
y cantaron, deteniéndose en los altares levantados en distintos puntos del
principal paseo público de la ciudad capital.
Al arribar al atrio de la
Catedral Basílica, el Obispo bendijo con el Santísimo Sacramento, como
culminación de esta verdadera manifestación pública de fe en Jesús Eucaristía.