El miércoles 1 de marzo, con
la imposición de las cenizas, inicia la Cuaresma como preparación para vivir el
Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. Es día de ayuno y abstinencia.
Celebraciones
En
la Catedral
Las
celebraciones litúrgicas en el Santuario y Catedral Basílica de Nuestra Señora
del Valle, se realizarán a las 7.00,
8.00, 10.00, 11.00, en el Camarín; 19.00 y 21.00, en el Altar Mayor. En
todas las misas se impondrá las cenizas en la frente de los
fieles.
En
San Pío X
En la capilla de San Ramón
Nonato, la misa del Miércoles de Ceniza será a las 19.00, y en la sede
parroquial de San Pío X, barrio Libertador II, a las 20.30.
El
sentido de la Cuaresma y el Miércoles de Ceniza
Los cuarenta días del tiempo
cuaresmal nos recuerdan, entre otros acontecimientos, los días del diluvio
universal, los años de peregrinación de Israel por el desierto, los días que
duró el encuentro de Moisés con Dios en el Sinaí, los días de la peregrinación
de Elías hacia el Sinaí, el tiempo penitencial de Jesús en el desierto y los
días que duraron sus apariciones luego de la resurrección.
Pero con precisión y en
sentido litúrgico, la Cuaresma tiene un sentido pascual, porque nos prepara
para ella. Por ello, es un tiempo de fe en Cristo y en su misterio pascual, de
esperanza que nos lanza a la participación en el triunfo del Señor y de amor a
Cristo y a los hermanos, especialmente a los sufrientes.
Empezamos este tiempo con el
rito de la imposición de la ceniza como signo de luto y de arrepentimiento,
imitando el dolor de Tamar luego de haber sido violada por Amnón, la actitud de
los ninivitas ante la predicación de Jonás y el gesto de Job luego de haberlo
perdido todo, mientras escuchamos estas palabras: “Conviértete y cree en el
Evangelio”. Es también un signo de la caducidad de la vida humana que nos es
recordada por las palabras que dice el ministro: “Recuerda que eres polvo y al
polvo volverás”, palabras y rito que dan sentido peregrinante a la vida
terrenal y nos recuerdan que estamos llamados hacia el cielo.
A partir de este rito se nos
convoca a las prácticas propias de este tiempo que son la oración más
frecuente, como Jesús en el desierto; la penitencia más intensa, igual que el
Señor; la lectura orante de la Biblia, recordando a Jesús que disputa con el tentador
utilizando palabras de las Sagradas Escrituras; la generosidad manifestada en
la limosna, porque a los pobres los tendremos siempre con nosotros;
intensificación de la vida estrictamente religiosa; superación de las
preocupaciones meramente humanas.
Aprovechemos la Cuaresma
para alimentarnos con la Palabra de Dios, hacer un balance espiritual de
nuestras vidas, reconocer nuestra ínsita debilidad, promover la fraternidad y
acudir a la benevolencia del Padre de las misericordias.