El viernes 24 de junio se
llevaron a cabo los actos en honor a San Juan Bautista, Patrono de San Fernando
del Valle de Catamarca, organizados por la Catedral Basílica y Santuario de
Nuestra Señora del Valle.
Alrededor de las 19.00, cuando
comenzaba a caer la lluvia en la fría jornada, la antigua imagen del Santo
Patrono salió del templo mariano, llevada en andas por gauchos y acompañada por
los fieles portando antorchas, junto al Rector del Santuario Mariano, Pbro.
José Antonio Díaz, sacerdotes del Decanato Capital, y autoridades municipales,
encabezadas por el Intendente de San Fernando del Valle de Catamarca, Lic. Raúl
Jalil. También se contó la
presencia de abanderados y escoltas de colegios
confesionales y de la Banda de Música de la Municipalidad de la Capital.
La marcha procesional bordeó
la plaza 25 de Mayo, en una sentida muestra de fe al Precursor de Jesucristo, de
quien la Iglesia celebra su nacimiento. Durante el trayecto, los peregrinos
elevaron súplicas y cantos al Padre, en este año dedicado a meditar sobre la
misericordia, convocado por el Papa Francisco.
Al arribar al Paseo de la Fe
se encendió la fogata, se bendijo el fuego y se realizó el rito penitencial, donde
el Padre Díaz afirmó que “Dios nos quiere ardientes, no fríos en la fe”,
agregando que “nuestros pecados interfieren en el plan de Dios, por eso, ahora
los presentemos en este fuego e ingresemos al Santuario renovados con el fuego
del amor de Dios”.
En el altar mayor del templo,
a los pies de la Madre del Valle, se ofició la Santa Misa, presidida por el
Rector de la Catedral Basílica y Santuario Mariano, Pbro. José Antonio Díaz, y
concelebrada por los sacerdotes Angel Nieva y Juan Orquera.
En su homilía, el P. Díaz
resaltó la figura de San Juan Bautista como el Patrono que acompañó al pueblo
catamarqueño desde su primera fundación. “Pidamos a San Juan
Bautista que sea
un modelo de exigencia moral, y que su figura sea emblemática para cada uno de nosotros…
un ejemplo de vida en este año de la misericordia”, dijo.
Una vez finalizada la ceremonia
religiosa, todos los presentes se desplazaron hasta el atrio del templo
catedralicio, donde se sirvió un chocolate caliente, que mitigó el frío de la
noche.