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22 diciembre 2022

Durante la Misa presidida por el obispo

Asumió el nuevo equipo de conducción del Centro Educativo y Cultural Diocesano

 

En la noche del miércoles 21 de diciembre, el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, presidió la Santa Misa, en la capilla del antiguo Seminario, en el transcurso de la cual asumió el nuevo equipo de conducción del Centro Educativo y Cultural Diocesano Virgen del Valle (Ceculd), integrado por el diácono Sergio Colósimo, Coordinador General, el Lic. Nicolás Rojas, Director General; la Dra, Ana Verna, Vicedirectora Académica; y la Prof. Gabriela Caamaño, Vicedirectora de Administración. 

Durante la Eucaristía, que fue concelebrada por el padre Oscar Tapia, Director General saliente del Ceculd, y el padre Eduardo Navarro, los flamantes miembros del equipo de conducción realizaron la Profesión de Fe y el Juramento de Fidelidad ante el obispo.

Mons. Urbanč comenzó la homilía saludando a las nuevas autoridades de este Centro Educativo y Cultural, y a continuación pidió que “la Virgen del Valle y el Beato Mamerto Esquiú los inspiren y animen”.

Más adelante meditó sobre el Evangelio que se leyó. “Tras el encuentro con el ángel Gabriel, María se pone en camino con prontitud a una ciudad de Judá y entra en casa de Zacarías.  Ella percibe la invitación a salir de sí misma, de su ciudad, de su paisaje conocido, para ser portadora de Gran Buena Noticia: Dios se ha hecho uno de nosotros”. Después se refirió a Ella como la Bienaventurada “icono de todo creyente, de todo discípulo, de todo aquél que se fía de la Palabra del Señor. Por eso, en ese momento, María estalla de alegría y proclama su Magníficat de acción de gracias al Señor”, expresó.

Entonces interrogó: “¿Experimento gozo al sentir cerca la presencia del Señor? ¿Se me podría también llamar “dichoso/dichosa” porque creo que la Palabra que Dios me dirige cada día se va a cumplir?”

En otro momento de la reflexión sobre el Evangelio, contrastó: “Isabel alaba a María por haber creído de verdad en que las palabras de Dios se harían realidad, a diferencia de su propio marido, Zacarías, que no pudo llegar a esa creencia inicialmente. Cuando rezamos, ¿creemos realmente en su eficacia?”. Y narró una historia de ateos y creyentes, en el que en la realidad se invierten los roles, para concluir alertando: “¡Cuidado que seamos de los que dicen creer y no creen!... ¡Bendita seas María!... ¡Benditos sean los que creen en las palabras de Dios!”.

Una vez concluida la Santa Misa, la comunidad educativa compartió un brindis fraterno.

Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca