“Caminar, pensar, resolver y evaluar juntos es más fructuoso, educativo y duradero”
Dijo el obispo al referirse al tiempo de sinodalidad que transita la
Iglesia y que es compatible con el ámbito secular. También rogó “que la amada
Virgen del Valle les ayude a gobernar en favor del pueblo”.
Durante la noche del 1 de diciembre,
tercer día del novenario en honor de la Pura y Limpia Concepción del Valle,
rindieron su homenaje el Poder Ejecutivo provincial y municipal, representado
por el vicegobernador Ing. Rubén Dusso, entre otros funcionarios del Gobierno
provincial, el Secretario de Gobierno de la Municipalidad de la Capital Dr.
Fernando Monguillot, y miembros del Gabinete municipal.
Las honras a la Madre Morena se
realizaron en la Santa Misa de las 21.00, presidida por el obispo diocesano,
Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por los sacerdotes que sirven en el
Santuario, presbíteros Gustavo Flores -rector- y Ramón Carabajal -capellán-.
Los alumbrantes participaron de la
liturgia proclamando la Palabra de Dios y acercando al altar los dones del pan
y del vino.
Mons. Urbanč comenzó su homilía,
como cada noche, saludando a quienes rendían homenaje a la Madre. En esta
oportunidad expresó: “Que la amada Virgen del Valle los proteja de las insidias
del mal y les ayude a gobernar y a administrar los recursos estatales en favor
del pueblo, privilegiando a los más necesitados y vulnerables de la sociedad”.
Más adelante explicó: “Nos
encontramos transitando junto con toda la Iglesia un tiempo de reflexión y
praxis sinodal. Pero que no es privativo del ámbito de la fe, sino que también
es afín al ámbito secular. Todos necesitamos de este estilo de construir la
sociedad civil y religiosa… La esencia de la sinodalidad es caminar juntos,
saber trabajar en equipo, potenciar la capacidad de escucha que es superior y
más fecunda que el mero ver. Escuchar implica estar al lado del otro con
disponibilidad empática, valorando lo que el otro dice o sugiere hasta con
silencios o imprecisiones. El escuchar nos lleva al encuentro con el otro. En
cambio el mero ver nos instala en nosotros mismos, en nuestra comodidad, en
apreciaciones meramente subjetivas y expuestos a prejuicios condicionantes y a
dar respuestas unilaterales”.
Y agregó: “Caminar, pensar, resolver
y evaluar juntos podría parecer engorroso y poco eficaz; sin embargo, es más
fructuoso, educativo y duradero. En una palabra, es más humano y humanizador.
Exige que todos participen y presupone que cada uno tiene algo importante para
aportar”.
Reflexionando sobre las lecturas
proclamadas, exhortó: “A todos les repito la enseñanza de la Palabra de Dios,
que nos legó el profeta Isaías, que nos dice que si queremos tener ciudades
fuertes, sólidas y prósperas debemos dejar que Dios nos guíe en la construcción
de sus murallas y baluartes, que son la familia, la educación, la salud, el
trabajo, la justicia, la piedad, el orden, el servicio, el respeto, la
corresponsabilidad, la honestidad, la lealtad, la confianza y el perdón”.
Pasando
al pasaje del Evangelio que se leyó, dijo que “es particularmente iluminador
cuando nos previene de un equívoco muy frecuente en la mayoría de los católicos
que están convencidos de que son buenos hijos o hijas de Dios porque no se les
cae de la boca pronunciar ‘Señor, Señor’, o ‘Viva la Virgen del Valle’ (…) pero
no cumplen los mandamientos, es decir, no hacen la Voluntad de Dios que
consiste en rezar, profundizar la fe con las buenas lecturas, transmitir la fe
a los hijos con el ejemplo y las enseñanzas, participar de los sacramentos, en
especial la Eucaristía, la Reconciliación y el Matrimonio, difundir la fe entre
los que no la conocen, ocuparse de los pobres y desvalidos, sostener la obra
evangelizadora de la Iglesia que la formamos todos…”.
“Querida
Virgen del Valle -expresó el obispo hacia el final- la verdad que las palabras
de Jesús nos descolocan, no nos caen bien, son muy duras y descarnadas. Nos
cuesta comprenderlas. Por eso, Tú que eres la Inmaculada, ayúdanos a digerirlas
y a lograr la conversión de la mente y el corazón que tanto necesitamos para
que de verdad estemos cumpliendo con la voluntad salvífica y sanadora de
nuestro Buen Padre Dios. Y, así, tener la paz en el corazón y la certeza de que
vamos por buen camino hacia la Patria Celestial”.
Y
concluyó rogando: “Madre amorosa, que no nos soltemos de tu mano, pues ella nos
conduce hacia la verdadera y única felicidad que es la de estar para siempre en
la presencia del Eterno Dios Amor, anhelo que tiene todo corazón humano,
consciente o inconscientemente. ¡Mamá Achachita, que no nos soltemos de tu
mano, que siempre te escuchemos y sigamos!”.
Hacia el
final de la Eucaristía, toda la asamblea saludó a la Virgen con la oración y el
canto, y recibió la bendición del pastor diocesano.
TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos
devotos y peregrinos:
En este
tercer día de la novena rinden su homenaje a la Virgen el poder ejecutivo
provincial y municipal junto con sus respectivos gabinetes. Bienvenidos a esta
celebración. Que la amada Virgen del Valle los proteja de las insidias del mal
y les ayude a gobernar y a administrar los recursos estatales en favor del
pueblo, privilegiando a los más necesitados y vulnerables de la sociedad.
La
temática propuesta para esta jornada nos llevó a reflexionar que ‘la Iglesia es
un lugar de encuentro para todos’.
En esto
tenemos el inobjetable ejemplo del mismo Dios que en su Hijo vino al encuentro
de la herida humanidad por el pecado. Y lo hizo por medio del generoso Sí de la
Virgen María. Las cuatro semanas de adviento que transitaremos nos estarán
recordando este permanente venir a nuestro encuentro del Buen Padre Dios por
medio del Espíritu Santo, llegando a su culmen en la celebración anual de la
Navidad, primera venida del Hijo de Dios, hecho hombre, pero que nos quiere
preparar para la segunda y definitiva, en la que vendrá como Juez para dar a
cada quien de acuerdo sus méritos, a su fidelidad al llamado recibido desde el
bautismo, que es el de ser santos, como Dios es santo (cf. Lev 19,2).
Nos
encontramos transitando junto con toda la Iglesia un tiempo de reflexión y
praxis sinodal. Pero que no es privativo del ámbito de la fe, sino que también
es afín al ámbito secular. Todos necesitamos de este estilo de construir la
sociedad civil y religiosa… La esencia de la sinodalidad es caminar juntos,
saber trabajar en equipo, potenciar la capacidad de escucha que es superior y
más fecunda que el mero ver. Escuchar implica estar al lado del otro con
disponibilidad empática, valorando lo que el otro dice o sugiere hasta con
silencios o imprecisiones. El escuchar nos lleva al encuentro con el otro. En
cambio el mero ver nos instala en nosotros mismos, en nuestra comodidad, en
apreciaciones meramente subjetivas y expuestos a prejuicios condicionantes y a
dar respuestas unilaterales.
Caminar,
pensar, resolver y evaluar juntos podría parecer engorroso y poco eficaz; sin
embargo, es más fructuoso, educativo y duradero. En una palabra, es más humano
y humanizador. Exige que todos participen y presupone que cada uno tiene algo
importante para aportar.
A todos
les repito la enseñanza de la Palabra de Dios, que nos legó el profeta Isaías,
que nos dice que si queremos tener ciudades fuertes, sólidas y prósperas
debemos dejar que Dios nos guíe en la construcción de sus murallas y baluartes
(cf. Is 26,1), que son la familia, la educación, la salud, el trabajo, la
justicia, la piedad, el orden, el servicio, el respeto, la corresponsabilidad,
la honestidad, la lealtad, la confianza y el perdón.
Por
tanto, “demos gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia” (Sal 117,1). Ser agradecidos es de bien nacidos. Y esta gratitud
debe ser, en primer lugar, hacia el Buen Dios que nos dio la existencia y,
sobre todo, porque nos hizo sus hijos por medio del bautismo y, aquí en
Catamarca, mimados por la Santa Virgen del Valle.
El texto
del Evangelio es particularmente iluminador cuando nos previene de un equívoco
muy frecuente en la mayoría de los católicos que están convencidos de que son
buenos hijos o hijas de Dios porque no se les cae de la boca pronunciar ‘Señor,
Señor’, o ‘Viva la Virgen del Valle’, ‘Diosito ayúdame’, ‘voy a las
procesiones’, ‘voy a la gruta’, ‘hago bendecir agua’, ‘le prendo todos los
sábados un vela a la Virgen’, etc, pero no cumplen los mandamientos, es decir,
no hacen la Voluntad de Dios que consiste en rezar, profundizar la fe con las
buenas lecturas, trasmitir la fe a los hijos con el ejemplo y las enseñanzas,
participar de los sacramentos, en especial la Eucaristía, la Reconciliación y
el Matrimonio, difundir la fe entre los que no la conocen, ocuparse de los
pobres y desvalidos, sostener la obra evangelizadora de la Iglesia que la
formamos todos, iluminar y transformar las realidades sociales con los valores
de la Fe cristiana, etc. Por eso volvamos a escuchar a Jesús, no a este obispo:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino
el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en
aquel día: ‘Señor, Señor ¿Acaso no profetizamos en tu nombre? ¿No expulsamos a
los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre (aquí podríamos agregar
cosas nuestras como: ¿acaso no presidí muchas fiestas en honor a la Virgen,
hice colegios, visité pueblos, parajes, etc? o ¿Acaso no puse dineros para que
se ponga en valor la Gruta de la Virgen, o para que se construyan salones,
aulas, capillas, etc?). Entonces Yo les manifestaré: ‘Jamás los conocí,
apártense de Mí, ustedes los que hacen el mal’. De manera que, el que escucha
estas palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre prudente que
edificó su casa sobre roca» (Mt 7,21.24).
Querida
Virgen del Valle, la verdad que las palabras de Jesús nos descolocan, no nos
caen bien, son muy duras y descarnadas. Nos cuesta comprenderlas. Por eso, Tú
que eres la Inmaculada, ayúdanos a digerirlas y a lograr la conversión de la
mente y el corazón que tanto necesitamos para que de verdad estemos cumpliendo
con la voluntad salvífica y sanadora de nuestro Buen Padre Dios. Y, así, tener
la paz en el corazón y la certeza de que vamos por buen camino hacia la Patria
Celestial.
Madre
amorosa, que no nos soltemos de tu mano, pues ella nos conduce hacia la
verdadera y única felicidad que es la de estar para siempre en la presencia del
Eterno Dios Amor, anhelo que tiene todo corazón humano, consciente o
inconscientemente. ¡Mamá Achachita, que no nos soltemos de tu mano, que siempre
te escuchemos y sigamos! Amén.
¡¡¡Viva la Virgen del Valle!!!
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Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca