“En el deporte pueden encontrar desarrollo las verdaderas y fuertes virtudes cristianas”
Durante la Santa Misa de las 21.00 del lunes 5 de
diciembre, séptimo día del novenario en honor de la Pura y Limpia Concepción
del Valle, rindió su homenaje el ámbito del Deporte estatal y privado, clubes,
asociaciones, círculos y federaciones deportivas.
En esta celebración presidida por el obispo
diocesano, Mons. Luis Urbanč, también se pidió por el eterno descanso del alma
del ministro de Desarrollo Social, Juan Carlos Rojas, quien falleció
recientemente.
Participaron autoridades del sector, encabezadas
por el ministro de Cultura, Turismo y Deportes, Roberto Brunello, entre otras.
Mons. Urbanč tuvo presente en su homilía la
cantidad de personas que se pusieron en camino estos días para llegar a los
pies de la Madre, destacando el tema de reflexión propuesto para esta jornada:
“La fe requiere salir a caminar como peregrinos de la vida”.
“¿Cuánto
de esto no nos hace pensar en el ámbito del deporte como recreación del
espíritu y salud corporal y psíquica?”, se preguntó entonces.
«El deporte es símbolo de una realidad espiritual
aunque escondida, que constituye la trama de nuestra vida. La vida es un
esfuerzo, la vida es una competencia, la vida es un riesgo, la vida es una
carrera; la vida es una esperanza hacia la meta final, una meta que trasciende
la escena de la experiencia común, y que el alma entrevé y la religión nos
presenta», expresó el obispo citando al Papa San Pablo VI, para hablarles a los
alumbrantes de esta Misa.
“Pero el texto por excelencia -indicó el obispo,
aludiendo a un pasaje de la primera carta a los Corintios- es en el que, del
campo físico pasa al espiritual: «¿No saben que en el estadio todos corren,
pero uno solo gana el premio? Corran, entonces, de manera que lo ganen. Los
atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita;
nosotros, en cambio, por una corona incorruptible…»”.
Luego señaló otros aspectos saludables de la
práctica deportiva y más adelante lamentó que en muchos casos se busque el
triunfo a cualquier precio, hasta llegar a cometer infracciones y engaños. En
esta dirección, anheló que “todas las organizaciones de este ámbito y la industria
deportiva deberían trabajar por la meta de recuperar el valor social del
deporte y contribuir a que los campos de batalla se transformen en palestras y
que al odio suceda el amor…”.
En otro tramo de su predicación señaló: “Otro
aspecto que debería contar con mayor apoyo por parte de la industria deportiva
es el carácter formativo del deporte: *el aprendizaje de la derrota, *la
búsqueda del perfeccionamiento, *el trabajo en equipo, *la perseverancia, *el
rigor de los entrenamientos, etc... Además de ser un fenómeno popular a nivel
mundial, el deporte es una actividad que influye en los procesos de
socialización y expresa distintos valores. Tiene el poder de unir a personas de
cualquier edad, etnia, origen social y clase económica. Por este motivo, la industria
deportiva debería reflexionar acerca del uso que le da a esta actividad y
aprovechar sus ventajas para el desarrollo y bienestar de la sociedad”.
“También en el deporte -agregó más adelante-,
pueden encontrar desarrollo las verdaderas y fuertes virtudes cristianas, que
la gracia de Dios hace, luego, estables y fructuosas: en el espíritu de
disciplina se aprenden y se practican la obediencia, la humildad, la renuncia;
en las relaciones de equipos y de competencias: la caridad, el amor de
fraternidad, el respeto recíproco, la magnanimidad y, por qué no, el perdón; en
las firmes leyes del rendimiento físico: la castidad, la modestia, la templanza
y la prudencia”.
“Por último, quiero subrayar algo del precioso
texto del evangelio que hemos escuchado. Ante Jesús colocan un paralítico, que
representa a cada ser humano, que no sólo es un enfermo del cuerpo, sino un
pecador, un enfermo terminal del alma. De allí que Jesús, viendo la fe de ésos
que traen al paralítico, va a decirle: «Hombre, tus pecados están perdonados».
Y, como muestra de que esto sucede, lo cura de la parálisis. Así demuestra que
es Dios, porque quien puede lo más, puede lo menos. No olvidemos que sólo puede
perdonar el que es ofendido. Y el pecado es una ofensa a Dios, por tanto, sólo
Él puede perdonar. En este caso Jesús deja en claro que es Dios, primero porque
perdona y luego porque cura”.
Así, concluyó su prédica orando: “Querida Madre
del Valle, ayúdanos a reconocernos pecadores y necesitados de la misericordia
de Dios. Condúcenos al médico de nuestros cuerpos y almas, tu Hijo Jesús. Que
no tengamos miedo de entrenarnos en el saludable deporte espiritual de la
conversión permanente y que concurramos al saludable gimnasio de la sinodalidad
para que empecemos a ser una Iglesia en salida que siempre escucha el clamor de
los más débiles, socorriéndolos con amor, delicadeza y paciencia”.
Testimonio
de vida
Antes de la bendición final, el obispo invitó a
jóvenes de la Comunidad Cenáculo, que se recuperan de las adicciones en la casa
ubicada en el ingreso a El Rodeo, departamento Ambato, a dar su testimonio.
Mons. Urbanč destacó que el método en que buscan superar
esta situación está basado en un trípode que lo conforman la oración, el
trabajo y la vida en común, que ellos llaman amistad.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos
devotos y peregrinos:
En este séptimo día de la novena rinde su
homenaje a la Virgen del Valle el mundo del deporte. Bienvenidos a esta
celebración y que reciban de Dios las gracias que necesitan.
Durante esta jornada se nos propuso la siguiente
temática: “La fe requiere salir a caminar como peregrinos de la vida”.
En estos días cuántos hermanos/as que se pusieron
en camino: caminando, corriendo, en sulkis, silla de ruedas, bicicletas, motos,
autos, ómnibus y aviones. ¿Cuánto de esto no nos hace pensar en el ámbito del
deporte como recreación del espíritu y salud corporal y psíquica?
Voy a comenzar enmarcando mi reflexión con unas
palabras del san Pablo VI cuando habló a ciclistas del ‘Giro d’Italia’,
respondiendo a la pregunta: ¿por qué los deportistas quieren ver el Papa?...
Aquí, en Catamarca, suele suceder lo mismo, ¿verdad?… “Porque el deporte es
símbolo de una realidad espiritual aunque escondida, que constituye la trama de
nuestra vida. La vida es un esfuerzo, la vida es una competencia, la vida es un
riesgo, la vida es una carrera; la vida es una esperanza hacia la meta final,
una meta que trasciende la escena de la experiencia común, y que el alma
entrevé y la religión nos presenta”.
¡Qué hermosas y verdaderas son estas palabras del
Papa! La vida realmente es un esfuerzo. Y el deporte nos ayuda a vivir mejor
este esfuerzo. Muchos Papas han subrayado el aspecto ascético del deporte, a la
luz de las palabras del San Pablo: “He peleado hasta el fin el buen combate,
concluí mi carrera, he conservado la fe. Y desde ahora me aguarda la corona de
la justicia que Dios me dará, pero no solo a mí, sino a todos los que hayan
aguardado con amor su Manifestación” (2 Tim 4,7-8).
Pero el texto por excelencia es 1 Cor 9,24-27, en
el que, del campo físico pasa al espiritual: “¿No saben que en el estadio todos
corren, pero uno solo gana el premio? Corran, entonces, de manera que lo ganen.
Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se
marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible. Así, yo corro,
pero no sin saber adónde; peleo, no como el que da golpes en el aire. Al
contrario, castigo mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que, después de haber
predicado a los demás, yo mismo quede descalificado”.
Sí, queridos peregrinos y devotos de María del
Valle, las cosas fuertes, grandes, bellas y perfectas ¡son difíciles! Y exigen
renuncia, esfuerzo, compromiso, paciencia y sacrificio.
Además de aportar múltiples beneficios físicos,
psicológicos y espirituales, el deporte es una potente herramienta de
transformación social y una actividad formadora. El deporte desempeña un papel
importante como promotor de la integración social y el desarrollo en diferentes
contextos geográficos, culturales, económicos y políticos. Es una herramienta
poderosa para fortalecer los lazos y relaciones sociales, y para promover los
ideales de paz, fraternidad, solidaridad, tolerancia y justicia.
Sin embargo, estas capacidades han ido perdiendo
fuerza debido a la actual obsesión de los clubes y algunos deportistas de
únicamente lograr resultados positivos, a cualquier precio. Incluso cuando ello
los motiva a cometer infracciones y engaños; por ejemplo, el caso del dopaje.
Esto ha llevado a la desvalorización del desarrollo de la práctica deportiva.
Ante esta situación, todas las organizaciones de
este ámbito y la industria deportiva deberían trabajar por la meta de recuperar
el valor social del deporte y contribuir a que los campos de batalla se
transformen en palestras y que al odio suceda el amor. Para ello, se necesitan
medidas que hagan énfasis en los efectos que puede ocasionar el deporte en la
vida humana, así como su impacto cultural y su rol como instrumento de
educación para la paz, condición imprescindible para el desarrollo.
Considero que muchos aceptan que el deporte
facilita las relaciones sociales, estimula la sensibilidad y la creatividad; y,
no solo canaliza sino que educa las pulsiones de confrontación y agresividad,
ofreciendo una contribución a la mejora del clima social, fomentando la
participación social, rompiendo con las barreras de clase y operando como
herramienta de integración social, cuando permite que personas con discapacidad
física y sensorial puedan participar en competencias de alto nivel.
Otro aspecto que debería contar con mayor apoyo
por parte de la industria deportiva es el carácter formativo del deporte: *el
aprendizaje de la derrota, *la búsqueda del perfeccionamiento, *el trabajo en
equipo, *la perseverancia, *el rigor de los entrenamientos, etc. Éstos son
factores estrictamente educativos que se hallan en el deporte y que necesitan
ser transferidos a la vida social cotidiana.
Además de ser un fenómeno popular a nivel
mundial, el deporte es una actividad que influye en los procesos de
socialización y expresa distintos valores. Tiene el poder de unir a personas de
cualquier edad, etnia, origen social y clase económica. Por este motivo, la
industria deportiva debería reflexionar acerca del uso que le da a esta
actividad y aprovechar sus ventajas para el desarrollo y bienestar de la
sociedad.
En un mundo donde crece la obesidad y las
enfermedades físicas, por diversas razones, el deporte y la sana recreación
física son actividades saludables para el cuerpo, la psiquis, el espíritu y el
cuerpo social.
El Papa Pío XII, en su discurso a un congreso
italiano sobre la educación física, delineaba cuatro fines que tiene el
deporte: 1) un fin próximo, el de educar, desarrollar, y fortalecer el cuerpo;
2) un fin remoto, porque el deporte sirve para predisponer el cuerpo al
servicio del alma y de la persona; 3) un fin más profundo todavía: el de
contribuir a la perfección del hombre; y 4) un fin último, el de acercar el
hombre a Dios.
Por tanto, el deporte, bien cultivado, desarrolla
el carácter, hace del hombre una persona valerosa, que pierde con generosidad y
vence sin presunción; ello afina los sentidos, clarifica e ilumina la mente, y
forja una voluntad de hierro para perseverar. No es solamente desarrollo
físico. El deporte correctamente entendido tiene en cuenta al hombre entero.
También en el deporte, pueden encontrar
desarrollo las verdaderas y fuertes virtudes cristianas, que la gracia de Dios
hace, luego, estables y fructuosas: en el espíritu de disciplina se aprenden y
se practican la obediencia, la humildad, la renuncia; en las relaciones de
equipos y de competencias: la caridad, el amor de fraternidad, el respeto
recíproco, la magnanimidad y, por qué no, el perdón; en las firmes leyes del
rendimiento físico: la castidad, la modestia, la templanza y la prudencia.
Sin duda, ésta es un área donde la Iglesia, puede
y debe a través de sus escuelas, parroquias y asociaciones deportivas, cultivar
y cosechar buenos frutos. ¡Cuánto tiempo pasan los jóvenes cada semana con un
entrenador deportivo, comparado con las pocas horas que pasan los jóvenes en
una lección de catequesis! Hay mucha oportunidad aquí para aprovechar la
potencialidad “formativa” de estas actividades deportivas.
Estas competencias deportivas y los motivos que
congregan e inspiran estas grandes masas de jóvenes proclaman a la faz del
mundo, no solo el honor rendido a los valores físicos y a la armonía de los
miembros del cuerpo, sino también el servicio que estos valores físicos pueden
y deben rendir a las más altas aspiraciones del hombre hacia la perfección y la
belleza interior, hacia la ayuda mutua y hacia la fraternidad universal.
Aquí se abre, además del nivel individual y
personal, un nivel comunitario del deporte, ya que la extensión alcanzada por
el deporte y la prensa deportiva ocupa un puesto de primer plano y constituye
uno de los fenómenos más vivos e interesantes de la cultura contemporánea.
Por último, quiero subrayar algo del precioso
texto del evangelio que hemos escuchado.
Ante Jesús colocan un paralítico, que representa
a cada ser humano, que no sólo es un enfermo del cuerpo, sino un pecador, un
enfermo terminal del alma. De allí que Jesús, viendo la fe de ésos que traen al
paralítico, va a decirle: «Hombre, tus pecados están perdonados» (Lc 5,20). Y, como
muestra de que esto sucede, lo cura de la parálisis. Así demuestra que es Dios,
porque quien puede lo más, puede lo menos. No olvidemos que sólo puede perdonar
el que es ofendido. Y el pecado es una ofensa a Dios, por tanto, sólo Él puede
perdonar. En este caso Jesús deja en claro que es Dios, primero porque perdona
y luego porque cura.
Querida Madre del Valle, ayúdanos a reconocernos
pecadores y necesitados de la misericordia de Dios. Condúcenos al médico de
nuestros cuerpos y almas, tu Hijo Jesús. Que no tengamos miedo de entrenarnos
en el saludable deporte espiritual de la conversión permanente y que
concurramos al saludable gimnasio de la sinodalidad para que empecemos a ser
una iglesia en salida que siempre escucha el clamor de los más débiles, socorriéndolos
con amor, delicadeza y paciencia. Amén.
¡¡¡Viva la Virgen del Valle!!!
Fotos: facebook Prensa Iglesia Catamarca