Durante la mañana de este viernes 10 de enero, jornada en la que conmemoramos los 142 años del fallecimiento del Beato Mamerto Esquiú, se llevó a cabo la Apertura del Año Jubilar Ordinario 2025 en El Suncho, departamento La Paz, para el Decanato Este de la diócesis catamarqueña. Se trata de la penúltima de las seis Puertas Santas dispuestas en el territorio diocesano para este Jubileo de la esperanza, la última se abrirá esta tarde en el templo San José de Piedra Blanca, departamento Fray Mamerto Esquiú.
Los
actos en tierras lapaceñas se iniciaron a primeras horas de la mañana con la
peregrinación, que partió desde la Plazoleta de los Niños en la localidad de
Esquiú hasta la capilla de El Suncho, lugar donde el Beato Esquiú entregó su
vida aquel 10 de enero de 1883, cuando era Obispo de Córdoba. Allí se dieron
cita fieles de las distintas comunidades de la zona entre ellos los llegados de
la parroquia Nuestra Señora del Valle, con sede en Icaño, junto con su párroco,
padre Esteban Chaile, quien antes de iniciar la caminata explicó el significado
de la indulgencia plenaria, que se puede obtener durante este año especial. En
el trayecto, los peregrinos rezaron el Rosario, cantaron y compartieron la vida
del Beato Esquiú.
En
el portal de ingreso al predio de El Suncho, se llevó a cabo la ceremonia de
Apertura de la Puerta Santa en la que se dio lectura al Evangelio y se leyó un
extracto de la Bula de convocación del Papa Francisco, tras lo cual, el obispo
diocesano Mons. Luis Urbanč invitó a vivir este Jubileo Ordinario 2025.
Desde
este punto, los fieles, devotos y peregrinos, caminaron hasta la capilla en
cuyo atrio se continuó con la celebración de la Santa Misa de la manera
acostumbrada, presidida por el Obispo diocesano y concelebrada por los párrocos
del Decanato Este: Humberto Carrizo, parroquia San Roque (Recreo); Esteban
Chaile, parroquia Nuestra Señora del Valle (Icaño); y Carlos Rodríguez, parroquia Inmaculada
Concepción (El Alto); el sacerdote franciscano Fray Pablo Reartes, y el padre Francisco
Urbanč, de la Arquidiócesis de Tucumán.
Participaron
los intendentes de Ancasti, Rodolfo Santillán, y de Icaño, Franco Carletta; el
ministro de Educación de Catamarca, Dr. Dalmacio Mera; el senador por La Paz, José
Pío Carletta; autoridades policiales, representantes de agrupaciones gauchas,
fieles, devotos y peregrinos que se congregaron para vivir esta celebración.
“Todos tenemos que entrar en el
corazón de Dios”
En
el comienzo de su homilía, Mons. Urbanč expresó: “¡Qué hermoso que podamos
estar en este solar desde donde Cristo se llevó a su lado a un servidor, al
Beato Mamerto Esquiú! Esto tiene una gran simbología que la tenemos que
aprovechar”.
Luego
agradeció “al Decanato Este que ha querido elegir este lugar para que se
pudiera abrir una de las Puertas Santas por las cuales uno puede pasar y hacer
este camino de purificación y también poder recibir la gracia de la indulgencia
plenaria”.
“Dios
perdona los pecados, pero a su vez la Iglesia, que tiene el poder dado por Jesús,
puede conceder también la gracia del perdón de las penas o castigos que
merecemos por los pecados que hemos cometido”, explicó respecto de la
indulgencia, apuntando que “este año la indulgencia es plenaria, pero para poder
conseguirla es necesario pasar por esa Puerta que acabo de abrir y cumplir con
las debidas condiciones”.
Asimismo,
dijo que “el sentido de pasar una puerta es entrar a un lugar, y todos tenemos
que entrar en el corazón de Dios”, enfatizando que “en esto, nuestro querido
Beato Mamerto Esquiú fue un campeón. A cuánta gente ha hecho pasar por esa
puerta de la misericordia para encontrarse con el abrazo del Padre Celestial.
Todo esto tiene que estar presente durante este Año”.
“Qué
bueno que tengamos este año para mirar a Jesús, el Hijo de Dios que vino a este
mundo. Por eso la palabra clave será la esperanza”, manifestó.
Al
reflexionar sobre los textos bíblicos escuchados se centró primero en el que relata
cuando Jesús proclama la palabra del profeta Isaías en la que habla del Mesías,
indicando que “Dios mismo ha venido a la tierra a cumplir eso que el profeta Isaías
anunció 600 años antes. Ahora Dios en la persona de su Hijo está diciendo que
la esperanza se cumplió; que está en medio de ustedes para ayudarlos a que
escuchen la Buena Noticia, para que puedan recuperar la vista interior,
descubrir el sentido de la vida, para dar la libertad a los oprimidos y
proclamar un año de gracia, como nosotros, este año de gracia”.
Meditando
acerca de la lectura de San Juan señaló que “tenemos que amar al prójimo como a
uno mismo inspirándonos en el amor de Dios. La certeza que tengo de que
verdaderamente amo a Dios es que amo a mi prójimo, lo quiero, lo respeto, lo
ayudo, comparto con él mi vida, mis dones, mis cualidades”.
En
otro tramo de su predicación exhortó a confiar en Dios, que tenga un lugar en
nuestras vidas y “a creerle y a seguirlo a Jesús, y sabemos que llegamos a buen
puerto porque Él es el mejor baqueano que puede tener todo ser humano”, dijo.
También
recordó los conceptos del Papa Francisco en su mensaje de la Jornada Mundial de
la Paz, en la que llama a desarmar el corazón de todo aquello que nos aleja de
Dios y de los hermanos.
Carta del Provincial franciscano
Antes de la bendición final, Fray Pablo Reartes compartió la carta de Fray
Emilio Andrada, Ministro Provincial de la Provincia Franciscana de la Asunción,
en la que se dirige “a los peregrinos que ven en el Beato Esquiú un testimonio
de santidad”, expresando: “Se inicia, en este día, en el Año Jubilar de la
Esperanza, en la tierra que vio nacer y morir a nuestro Beato Mamerto Esquiú,
el año que conmemora el 142º Aniversario de su fallecimiento. Por eso, es muy
propicio que se haya decidido que, junto a la devoción a la Santísima Virgen
María, Nuestra Señora del Valle, estuviera la presencia del catamarqueño más
ilustre”.
“La
Orden franciscana, en Argentina, -continúa- tiene la grave responsabilidad de
difundir la vida y obra del Beato, como así también llevar adelante la causa de
su canonización por medio de la consideración seria sobre las gracias y
posibles milagros que se reciben, fruto de la devoción que se le tiene.
Mientras esperamos el día glorioso de su canonización, podemos hacer caso a su
mensaje, dado en el sermón sobre la Eucaristía, en el que nos anima a que
vivamos del deseo y la esperanza en el Señor. El Beato Esquiú nos invita a
tener estos sentimientos en cada Eucaristía, especialmente cuando le decimos: ‘¡Ven
Señor Jesús!’”.
En
otro párrafo de la misiva dice: “Dios nos educa purificando y acrecentando
nuestros deseos: ese modo de enseñarnos consiste en saber esperar. Pues,
aquellos que sinceramente buscan a Dios, guiados por el deseo y el amor,
terminan por hallarlo, aun cuando, en lo inmediato, deban caminar sostenidos
sólo por la fe y la esperanza. Así es, una característica del deseo bien
orientado es guiarnos en nuestro itinerario hacia Dios, aún en medio de la
oscuridad. De este deseo y esperanza, tenemos muchos testimonios en los
escritos y la vida del Beato Mamerto Esquiú”.
Por
último, cita a “San Juan Clímaco, quien dice: ‘La esperanza es un tesoro hecho
de otros tesoros que todavía no han aparecido’. Ojalá todos los que miramos
este Año Jubilar de la esperanza como promisorio, y podamos ver al menos algo
de lo que todavía no ha aparecido, algo de los infinitos bienes y gracias que
el Señor nos tiene prometido. ¡Que el Señor no dé a todos la Paz y el Bien!”.
Bendición de una imagen del Beato
Esquiú
Seguidamente,
el Obispo procedió a la bendición de la escultura del Beato Mamerto Esquiú tallada
en madera, que fue realizada por el artesano Cristian Alejandro Ibarra, de La
Quinta, departamento La Paz, donada por el municipio de Recreo.
Esta
obra de fe es un signo de este año de gracia y conversión que estamos viviendo
como peregrinos de la esperanza.
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