La Solemne Procesión dio inicio a las 17.00, desde la Plaza del Maestro, recorriendo la avenida Virgen del Valle, calle República, bordeando la plaza 25 de Mayo, hasta arribar al Paseo de la Fe.
La marcha fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanč, acompañado por sacerdotes del clero catamarqueño, y religiosos.
Participaron de esta nueva manifestación pública de amor y devoción a la Santísima Virgen, autoridades civiles provinciales y municipales, encabezadas por el Gobernador de Catamarca, Ing. Eduardo Brizuela del Moral, y los intendentes de San Fernando del Valle de Catamarca, Dr. Ricardo Gaspar Guzmán, y de Fray Mamerto Esquiú, Dn. Humberto Valdez; militares, policiales; además de instituciones educativas del medio, miembros de comunidades parroquiales, instituciones y movimientos eclesiales, y peregrinos que llegaron desde distintos puntos del país.
Con el rezo del Santo Rosario, los hijos de la Virgen caminaron meditando cada misterio y poniendo sus intenciones en las manos de la María. Cuando la venerada Imagen llegaba al paseo General Navarro (La Alameda), se hizo una especial mención a los 120 años de la Coronación de su Sagrada Imagen.
A su llegada al Atrio de la Catedral Basílica, la Imagen descendió de la urna peregrina en brazos del Señor Obispo, quien la depositó en el trono que la resguarda durante cada fiesta.
En la ocasión, se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino, interpretadas por la Banda de Música de la Policía de la Provincia, y luego se procedió al izamiento de la Enseña Patria.
El Obispo Diocesano brindó su mensaje final (ver texto completo abajo) y luego impartió la bendición a todos los presentes.
En el momento del ingreso al Santuario y Catedral Basílica, los pañuelos se elevaron al cielo y los vivas se hicieron escuchar con fuerza, mientras desde lo alto caían pétalos de flores para despedir a la Reina del Valle.
TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE FINAL DEL OBISPO
Querida Reina de este Valle:
Con ocasión de los 120 años de la coronación de tu sagrada imagen muchos hijos tuyos, de Santiago del Estero, de Tucumán, de Salta, de Jujuy, de La Rioja, de San Juan, de Mendoza, de Córdoba, de San Luis, de Misiones, de Buenos Aires, de Chubut, del interior de nuestra querida Catamarca y de España, hemos peregrinado a tu casa para rendirte nuestro homenaje y gratitud por ser nuestra Reina y Madre, siempre solícita a nuestros ruegos y atenta a nuestras necesidades materiales y espirituales. ¡Gracias Madre por ser nuestra Reina!
El pasado 8 de diciembre hemos puesto bajo tu cuidado la ‘Misión Diocesana Permanente’ en sintonía con toda la Iglesia que peregrina en América. Ayúdanos a asumir cada uno su responsabilidad en esta tarea que tu Hijo Jesucristo nos confía para que todos los seres humanos en Él tengan Vida en abundancia. Danos fortaleza para no claudicar. ¡Que nunca nos cansemos, Madre querida! Tú que eres la Madre del que es la Vida misma, quédate en nuestros hogares para que en ellos se ame, proteja y respete la vida humana de los concebidos, de los que están en gestación, de los niños, de los adolescentes, de los jóvenes, de los adultos, de los enfermos, de los ancianos y agonizantes. Concédenos a todos la gracia de lo hermoso que es creer en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Necesitamos, Querida Reina, que nos alientes cada día para que vayamos como alegres misioneros a llevar el Evangelio, que es Jesucristo mismo, a los pobres, a los excluidos y marginados, a los que la sociedad los considera descartables o desechables, a tantas mamás que están gestando una nueva creatura -que es imagen y semejanza de Dios- y que tiene el derecho de llegar a ser un digno hijo o hija de Dios, a nuestros ámbitos familiares, laborales, culturales, educativos, científicos, políticos, sindicales deportivos, sanitarios, urbanos, rurales y religiosos. De un modo particular te pedimos, Querida Madre, que aceitemos con la Verdad del Evangelio los ejes de la sociedad democrática: los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, de modo que todos, como auténticos ciudadanos, trabajemos por el Bien Común, sin excluidos de ningún tipo, especialmente en estos meses de transición. Que todo transcurra con tranquilidad, armonía y confianza en Dios, fuente de equidad y paz.
Tú sabes, Reina amada, que lo más precioso que tenemos es la Vida, la que debemos proteger y respetar como al mismo Dios, pues Él nos la participa y a Él se la debemos entregar enriquecida, al final de nuestro peregrinar terreno. Por eso, te suplicamos que nos ayudes a valorar y a hacer apreciar la Vida en este año dedicado a este noble propósito… Que todo aquello que atenta contra Ella sea combatido con inteligencia y perseverancia, en especial los diversos tipos de adicciones que debilitan la voluntad humana, disocian la personalidad y descomprometen al ser humano de sus obligaciones, más aún, potencian el sometimiento a las bajas pasiones que minan la concordia, la unidad, la convivencia y la alegría en los hogares y en la sociedad, propiciando abusos, desórdenes y muertes. Además, que entre todos respetemos las leyes de convivencia y que las enseñemos a nuestros niños, adolescentes y jóvenes a fin de que nuestra vida no se vuelva un cotidiano lamento.
Como Obispo te pido encarecidamente por mis queridos hermanos sacerdotes, cuídalos, fortalécelos y renueva en ellos el ardor misionero para que guíen y entusiasmen incansablemente a los laicos en esta necesaria labor eclesial. Que tengan las luces y la creatividad para reentusiasmarse y reentusiarmar a todos los bautizados en la ‘Misión Diocesana Permanente’, de modo que la presencia de Cristo Resucitado transforme y oriente nuestra vida civil y eclesial.
Suscita en el corazón de nuestros niños y jóvenes la pasión por la verdad y el compromiso por el Bien Común, especialmente a través de una especial consagración a sus hermanos a través de la vida sacerdotal o religiosa. Y, que quienes han sido llamados a la vida conyugal, lo hagan con plena conciencia y responsabilidad, apreciando el sacramento del matrimonio, verdadera fuente de gracias y bendiciones para tan noble vocación a la santidad, que para todos nace del bautismo.
Finalmente, Reina de Cielos y Tierra, Reina de las Familias y de la Paz, acompaña a todos estos hijos tuyos en el regreso a sus hogares. Que lleven grabado en sus corazones cuanto les has hecho vivir en estos días aquí en tu santuario y que lo compartan con sus seres queridos y vecinos.
¡Madre querida y Reina de este Valle, acompáñanos siempre, y
que jamás ninguno se separe de Ti!
¡Viva la Virgen del Valle! .... ¡Vivan sus hijos peregrinos!