Durante su homilía, el P. Suárez destacó el significado del sacerdocio, ensamblando la reflexión con el texto del Evangelio que habla sobre la viña, indicando que “los sacerdotes somos obreros de la viña del Señor, que es el mundo con todo lo que ello implica”.
Asimismo, dijo que “la gran obra es creer en Cristo, y en el caso del sacerdote, tienen un hombre y un creyente, que ayuda a creer y a crecer en la fe a los otros”.
Antes de finalizar la Santa Misa de acción de gracias, el P. Rogelio, quien hoy pastorea a los fieles de una de las jurisdicciones parroquiales más populosas del Decanato Capital, con sede en el barrio Libertador II, más conocido como Mil Viviendas, recordó sus inicios como consagrado y los lugares donde estuvo desempeñándose pastoralmente, entre ellos Recreo y Ancasti, este último destino previo a su arribo a Capital. En referencia a su acción pastoral en las Mil Viviendas afirmó que “hace casi un año que estoy aquí, y para mí es una bendición… cuántas manos para trabajar, cuántos corazones para amar, por lo cual doy gracias a Dios”.
También tuvo unas palabras emocionadas hacia su madre, que lo acompaña desde el Cielo; y hacia los sacerdotes presentes en la ocasión.
Finalizada la misa, el P. Suárez recibió el saludo de los fieles de la comunidad, y compartió un brindis a la canasta; apagó la velita durante el agasajo, mientras los asistentes acompañaron el momento con el canto y fuertes aplausos.
Junto con el P. Suárez cumplió también sus 15 años como sacerdote, el Pbro. Raúl Contreras, actual párroco del Santuario de Nuestra Señora de Fátima, con sede en la localidad de Fiambalá, departamento Tinogasta.