Estimados hermanos Catamarqueños:
Con ilusionada esperanza celebramos una vez más el Misterio de la Navidad. Cada uno lleva en su interior una visión y experiencia de esta fiesta que ya se volvió patrimonio de la humanidad, cuanto más para los cristianos, ya que es el inicio de la fe que profesamos y que tenemos necesidad de anunciar, sin descanso, para que todos gocen del Amor de Dios que no abandona a ninguna de sus criaturas, socorriéndolas a través de la sensibilidad y acción solidaria de los congéneres. ¡¡¡Qué bueno que Dios quiera contar con nuestra libre cooperación para amar a cada ser humano nacido para siempre de su corazón de Padre!!!
Esta celebración ha de motivarnos a asumir entre todos el ‘Año de la Familia’ que iniciamos en nuestra Diócesis, el 8 de diciembre, en el marco de la ‘Misión Diocesana Permanente’, bajo el atinado lema: “A TU FAMILIA DIOS LA AMA”. A todos les invito a escribirlo en su agenda, en su casa, en el lugar de trabajo o de recreación, en los templos, hospitales, escuelas, etc., pero sobre todo en su mente y corazón, pidiéndole a la Virgen del Valle que le ayude a hacer todo lo posible por renovar las familias a la luz de la fe que recibimos de nuestros mayores y a convertirlas en testigos del amor, del perdón, de la fidelidad y de la vida de Dios.
No lo olvidemos, la familia ha sido instituida por Dios, no es invento humano, por eso Él mismo quiso que su Hijo eterno, a quien confió la salvación de la humanidad, fuera concebido, naciera, creciera y se educara en el seno de una familia. No quiso recurrir a ninguna excepción, sino que respetó y reconfirmó su propio plan a la hora de concretarlo en favor nuestro.
La evangelización del mundo depende en gran parte de la ‘Iglesia Doméstica’. En nuestros días, como sucedió en tiempos pasados, el eclipse de Dios, la difusión de ideologías contrarias a la familia y la degradación de la ética sexual, están vinculados entre sí, y todo complota contra la dignidad y felicidad humanas. De hecho la familia es el ‘camino’ de la Iglesia porque crea el espacio humano para el encuentro con Jesucristo.
La familia, fundada en el sacramento del Matrimonio, refleja y presenta a la Iglesia como comunidad salvada y salvadora, evangelizada y evangelizadora. Así como la Iglesia está llamada a acoger, irradiar y manifestar en el mundo el amor y la presencia de Cristo, así los cónyuges lo hacen por medio de la entrega mutua, la procreación generosa y responsable, el cuidado y educación de los hijos, el trabajo y las relaciones sociales, la atención de los necesitados y la participación de actividades eclesiales y civiles.
La familia es riqueza para los esposos, bien insustituible para los hijos, fundamento indispensable de la sociedad y comunidad vital para el camino de la Iglesia. Hay ámbitos, como la educación en el amor de los niños, adolescentes y jóvenes, la preparación de los novios para el matrimonio como un itinerario de fe, la formación de los jóvenes esposos, la asociación con fines caritativos, educativos y de compromiso ciudadano, etc., en los que urge el protagonismo de las familias cristianas en colaboración con los sacerdotes y bajo la guía del obispo y el Papa.
Con esta reflexión sobre la familia quería compartir con ustedes el Misterio inefable del Dios hecho hombre que trae luz, paz, amor y esperanza a la humanidad peregrina. Son mis deseos de padre, pastor y hermano que en cada uno de sus hogares renazcan los valores que consoliden su fe y su condición de discípulos-misioneros de Jesucristo para que todos los argentinos en Él tengamos vida plena.
¡Feliz Navidad y venturoso Año Nuevo!