“Si tenemos a Dios en el corazón, debemos compartirlo con los demás”, dijo fray Pablo Reartes. También destacó la figura del Beato Esquiú.
El
sábado 4 de diciembre, durante la Santa Misa de las 11.00, honraron a la Madre
del Valle los consagrados y consagradas que realizan su labor pastoral en la Diócesis
de Catamarca: Orden de los Frailes Menores y Orden Franciscana Seglar,
Monasterio Inmaculada del Valle, Hermandad Dominicana, FASTA, Carmelitas
Misioneras Teresianas, Fraternidad Eclesial Franciscana, Hermanas Misioneras
Catequistas de Cristo Rey, Hermanas del Verbo Encarnado, Hermanas Nazarenas,
Hermanas Franciscanas Misioneras de la Natividad, Padres Lourditas, Hermanas
del Huerto, Instituciones Cristíferas, Instituto Amigas y Amigos en el Señor Jesús
en Comunión con Chemin Neuf.
La
ceremonia litúrgica fue presidida por Fray Pablo Reartes y concelebrada por Fray
Eligio Bazán, de la comunidad franciscana; el padre Sebastián Vallejo, de Fasta;
y los sacerdotes del clero diocesano, Ángel Nieva, Mario Hernández y Eduardo
Navarro.
Fray
Reartes comenzó su homilía compartiendo
una oración que solía rezar el Beato Mamerto Esquiú desde el púlpito de la
Iglesia Matriz y que la escribió en su diario personal. “Como amaba mucho a la
Santísima Virgen de Valle, decía: Reina de la
Misericordia, hermosísimo San José, en vuestras manos pongo mi vida para que
hagáis con vuestro poder y misericordia que en ella se cumpla la santísima
voluntad de mi Señor Jesucristo. Amén (Diario
de Recuerdos y Memorias. Tomo I, 1 de febrero de 1877, pág. 317)”.
“En
este sexto día de la novena, cuyo tema es ‘Cruzar el
umbral para compartir y servir’, en el que hacemos este homenaje a la vida religiosa
especialmente de Catamarca, tenemos la felicidad de que una hermana de la Congregación
Hijas de María Santísima del Huerto, la hermana Mary Penayo, de Paraguay, que es
formadora, hoy celebra sus Bodas de Plata de Consagración a Dios, y lo hace a
los pies de nuestra Madre del Valle. También un grupo de hermanas del Huerto ha
venido a misionar y servir en la Gruta de la Virgen del Valle: las hermanas
Sandra, Andrea, Ana María, Mónica; Mirna (novicia) y Priscila (postulante)”.
“En
esta Misa pedimos también, por intercesión de Nuestra Madre del Valle, por toda
la Vida Consagrada de Catamarca”, dijo, mencionando a cada uno de los
alumbrantes. Luego compartió que la
Iglesia define: “La vida consagrada por la profesión de los consejos
evangélicos es una forma estable de vivir en la cual los fieles, siguiendo más
de cerca a Cristo bajo la acción del Espíritu Santo, se dedican totalmente a
Dios como a su amor supremo, para que entregados por un nuevo y peculiar título
a su gloria, a la edificación de la Iglesia y a la salvación del mundo,
consigan la perfección de la caridad en el servicio del Reino de Dios y,
convertidos en signo preclaro en la Iglesia, preanuncien la gloria celestial”.
Al
referirse al Evangelio proclamado -Mt 9, 35-10, 1-8- manifestó: “Lo primero que
dice es que Jesucristo tuvo compasión de la multitud, porque estaban fatigados
y abatidos como ovejas sin pastor. Dios se compadece de sus hijos; y también: ‘La cosecha es abundante, pero los
trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe
trabajadores para la cosecha’”.
“Jesús
envía a sus discípulos a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. ¿Nosotros a dónde
debemos ir? ¿A la ciudad, al barrio, a las escuelas públicas, a los católicos
alejados de su Iglesia?”, indagó, afirmando que “la misión para nosotros es
proclamar que el Reino de Dios está cerca. Transmitir una experiencia de vida,
nuestro vínculo con Jesús. Dios está cerca, en medio nuestro”.
“Lo último
que afirma el Señor es que ‘Ustedes han
recibido gratuitamente, den también gratuitamente’”, dijo el predicador, y
se preguntó: “¿Qué recibimos gratuitamente, los consagrados, que no podemos
guardarlo para nosotros? Si tenemos a Dios en el corazón, debemos compartirlo
con los demás”.
Después
reflexionó: “Así, sin misión no habrá vocaciones; sin una oración profunda,
tampoco. Como consagrados, ¿a dónde debemos ir?, porque la cosecha es
abundante, pero somos pocos en una ciudad mariana, que tiene el privilegio de
tener un Beato”.
El Beato Esquiú
En
esta línea compartió algunos textos de Fray Mamerto Esquiú que fue un hombre
multifacético: “Dios bendiga estos
propósitos si fueren de su agrado y servicio, que si no, lléveme por donde
quiera en que haga su voluntad, que en ésta hallaré mi felicidad y no en mis
propósitos”.
“También escribió en su diario: ‘Lo que importa es hacer a todo
trance la voluntad de Dios’; ‘Los santos me enseñan que allí, en el Corazón de Jesús, está el remedio
de mis incurables males’. Y una expresión muy
hermosa de lo que estamos celebrando: ‘Panem Nostrum quotidianum da nobis
hodie -Danos hoy nuestro pan de cada día-. ¡Ah! ¡Concédame el Señor la gracia de ver y sentir
siguiera una migaja del pan que conocen y aman los Santos!’. Sin la participación reverente, piadosa
y amorosa en la Eucaristía, no puede haber conocimiento de Jesús”.
Finalmente, el sacerdote franciscano rogó
“que el Señor, nos haga discípulos misioneros, perseverantes en su seguimiento
y que el Beato Mamerto Esquiú suscite muchas y santas vocaciones a la vida
consagrada”.
Después
de la predicación, la hermana Mary Penayo, de Paraguay, perteneciente a la
Congregación del Huerto, hizo la renovación de sus votos a los pies de la Madre
del Valle en los 25 años de su consagración a Dios.
Luego
de la Comunión se rezó la Oración por la Canonización del Beato Mamerto Esquiú.
La
celebración eucarística concluyó con la bendición y el canto a la Madre Morena.
Fotos: Facebook Prensa Iglesia Catamarca