Multitudinario homenaje de las familias a la Virgen
“Necesitamos los vínculos de la
familia para vivir, y vivir bien; para hacer la humanidad más fraterna,
solidaria, inclusiva y feliz”, expresó Mons. Urbanc.
Durante la noche del martes 7 de diciembre, en
vísperas de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, una multitud de personas
participó de la Santa Misa y la Vigilia en el Campo de las Celebraciones
ubicado en el sector norte del Parque Adán Quiroga.
La celebración fue presidida por el Obispo Diocesano,
Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por sacerdotes del clero catamarqueño de
Capital y llegados desde el interior de
la diócesis y de provincias vecinas.
En el último día de la novena, rindieron homenaje a la
Madre del Valle las familias, los Familiares de Víctimas de Accidentes de Tránsito
de Catamarca (Faviatca), y se rezó especialmente por el eterno descanso de las
personas fallecidas a causa del Covid-19.
En el inicio de la ceremonia litúrgica y acompañado
por un fuerte aplauso de los presentes, el Obispo colocó la urna con las
reliquias del Beato Mamerto Esquiú a la derecha del altar, para que acompañen
la celebración y los fieles puedan tomar gracia posteriormente.
Familias representantes de la Pastoral Familiar Diocesana
y del Movimiento Familiar Cristiano estuvieron a cargo del guión y las
lecturas, mientras que el coro Cantus Nova engalanó la Eucaristía.
En su homilía, el Obispo meditó acerca de las lecturas
de la segunda semana de Adviento y luego se dirigió a las familias presentes
recordando que “cada víspera de la fiesta de la Virgen ustedes son convocadas
para volver a poner la mirada en la Familia de Nazaret y así renovarse a la luz
de la Palabra de Dios y del ejemplo de la Virgen María, esposa, madre, creyente
y discípula misionera”.
Luego agregó, “Como han venido a encontrarse con la
Madre de las Familias les voy a señalar tres elementos que necesitan observar
siempre: *en primer lugar, sus familias estarán vivas y fecundas si cada día se
unen en la oración; *en segundo lugar, sus familias serán fuertes, si
redescubren la Palabra de Dios y el valor providencial de todas sus promesas;
*en tercer lugar, sus familias serán bendecidas y constructoras de la historia
si permanecen abiertas a la vida, si no discriminan y sirven a los más débiles
y necesitados, si no dejan de ofrecer al mundo el pan de la caridad y el vino
de la fraternidad”.
Mons. Urbanc también detalló que “la gramática de las
relaciones familiares, que son la conyugalidad, la maternidad, la paternidad,
la filiación y la fraternidad, es la vía por la que se transmite el lenguaje
del amor, que da sentido a la vida y da calidad humana a toda relación ad intra
y ad extra de la familia”.
Y haciendo referencia a los duros y angustiosos
tiempos de pandemia que tocó atravesar, “en medio de tantas dificultades, tanto
psicológicas como económicas y sanitarias, se ha puesto de manifiesto que los
lazos familiares siguen siendo el punto de referencia más firme, el apoyo más
fuerte, el guardián insustituible para la estabilidad de toda la comunidad
humana y social. ¡Así que apoyemos a la familia! Defendámosla de todo lo que
comprometa su belleza. Cuidemos este misterio del amor con asombro, discreción
y ternura. Y nos aboquemos a salvaguardar sus preciosos y delicados vínculos:
hijos, padres, abuelos, etc. Necesitamos estos vínculos para vivir, y vivir
bien; para hacer la humanidad más fraterna, solidaria, inclusiva y feliz”.
Luego de la comunión, matrimonios presentes renovaron
sus votos matrimoniales y el Obispo Diocesano realizó una bendición especial
para las embarazadas.
Al finalizar la Santa Misa dio inicio la Vigilia que
contó con una Velada Cultural lírico- poética; un momento de reflexión y
oración; y culminó con un homenaje cultural.