“Nos dejemos modelar por el Señor, para que nos podamos parecer a Juan el Bautista, que supo dar testimonio de Jesús”, dijo el Obispo.
El martes 24 de junio, se
llevaron a cabo los actos litúrgicos de cierre de las fiestas patronales en honor
de San Juan Bautista en la parroquia con sede Tinogasta, que contaron con la
presencia del obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč.
Los mismos dieron inicio a
primeras horas de la tarde, con la procesión que partió desde la rotonda Mons.
Julio Niñoles, donde se congregaron los fieles de las comunidades que conforman
la jurisdicción parroquial, para caminar juntos como peregrinos de esperanza en
este Año Jubilar. Desde este punto, llevando las imágenes de San Juan Bautista
y de San Pedro, a quien se venera en la vecina parroquia de Fiambalá, se
encaminaron por avenida Córdoba y calle 25 de Mayo hasta el templo, en cuyo
atrio se celebró la Santa Misa.
La Eucaristía fue presidida por
Mons. Luis Urbanč y concelebrada por el párroco anfitrión, padre Gustavo Flores,
los párrocos de Nuestra Señora de Belén y de Nuestra Señora de Fátima, Fiambalá,
presbíteros Martín Melo y Javier Cisternas, respectivamente, y el padre Dardo
Olivera.
En el comienzo de su homilía,
el Obispo expresó: “Nos hemos congregado una vez más con mucha alegría para
celebrar a nuestro santo patrono San Juan Bautista, que ustedes acá lo veneran
con esta imagen de niño. Qué bueno que tengamos celebraciones como la de San
Juan Bautista y la de Jesús en la que recordamos ambas fechas, tanto el
nacimiento a esta vida como el nacimiento a la eternidad, porque el 29 de
agosto se celebra el martirio de San Juan Bautista. También tenemos la
celebración del nacimiento de Jesús y toda la Pascua donde celebramos su Pasión,
Muerte y Resurrección; de la Virgen María también celebramos el día de su
nacimiento y el día de su partida de este mundo. Pero de los otros santos, recordamos
el día de su nacimiento a la eternidad, así que tiene particular envergadura la
fiesta de San Juan Bautista”.
Continuando su predicación
dijo que “a San Juan Bautista no se lo entiende si no es unido a Jesús, su
existencia está estrechamente ligada a la misión de Jesús. Por eso tenemos los
dos títulos, el Precursor y el Bautista, aquel que está justo antes de Jesús,
es el último profeta, con él termina toda la misión profética de muchos hombres
a lo largo de la historia de Israel, porque va a señalar al Salvador presente
en el mundo”.
Tomando el texto del Evangelio
afirmó que San Juan Bautista “nació de un modo milagroso de una ancianita estéril,
Isabel, y de un viejito, Zacarías. No le ponen el nombre que deberían ponerle, sino
otro que significa ‘Don de Dios’, porque Juan es un regalo de Dios y se
transforma en la voz que anuncia la Palabra. Juan mismo dice: ‘Yo soy la voz,
pero Jesucristo es la Palabra’. El contenido es Jesús, la voz para hacer sonar
ese contenido era Juan… Dice: ‘Yo soy la voz que clama en el desierto invitando
a la conversión, para que cada uno de ustedes se vaya detrás del Cordero que
quita el pecado del mundo’. Y así se lo representa, este niñito tiene la Palabra
en sus manos y está el Cordero, Cristo es la Palabra del Padre encarnada, que
se sacrifica, que se entrega por la salvación del mundo”.
Llamados
a proclamar la Palabra
En otro tramo de su mensaje pidió
que “a lo largo de todo este año… vamos a trabajar esto que nos proponía la
lectura del profeta Jeremías, que nuestras palabras sean palabras que se
inspiran en Dios. ‘Yo pongo mis palabras en tu boca y lo que yo te mande vas a
decir’, entonces vamos a tener la Palabra de Dios al alcance de la mano todos
los días, la vamos a meditar para alimentar nuestra mente, nuestro corazón, con
ella, para que donde esté lo que salga de mi boca sea Palabra de Dios”.
Además, exhortó a que “no
tengamos miedo de proclamar la Palabra de Dios, con tranquilidad, con claridad…
hablemos con autoridad, y solamente vamos a hablar con autoridad, si lo que
digo está inspirado por el Espíritu Santo”.
Hacia el final llamó a que “nos
dejemos modelar por el Señor, para que nos podamos parecer a Juan el Bautista
que supo dar testimonio de Jesús, incluso delante de los poderosos de este
mundo… Nuestra vida está en las manos de Dios, y si somos fieles a Dios hasta
la muerte, Dios que es fiel también nos va a sentar a su lado en el Cielo, para
que podamos ser eternamente dichosos, felices, realizarnos plenamente en este Dios
que es amor, que es vida, que es plena felicidad”.
“Que San Juan Bautista, con su
intercesión, con su ejemplo de vida, nos ayude, nos anime a querer a lo largo
de este año, que les propongo como tarea, hablar Palabra de Dios. Si lo hacemos
así, verán que esta comunidad de Tinogasta será una comunidad sin fisuras, sin
grietas, sin enemistades, porque la Palabra de Dios une, hace que formemos
todos una sola familia, la familia de los hijos y de las hijas de Dios”, concluyó.
Tras la bendición final, todos
los presentes vivaron a San Juan Bautista y a Nuestra Madre del Valle. Y luego se
acercaron a tomar gracia de la imagen del santo patrono.