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09 marzo 2011

Mons. Urbanc: “El trípode cuaresmal de la oración, el ayuno y la caridad propicia que nos renovemos para ser auténticos ‘discípulos-misioneros’”

Amados hermanos catamarqueños:


Todos los años, con el llamado ‘miércoles de cenizas’ (hoy) los miembros de la Iglesia Católica iniciamos el tiempo de la ‘Cuaresma’, es decir, que durante cuarenta días (a ejemplo de Jesucristo antes de iniciar su tarea evangelizadora) nos abocaremos con gran austeridad y seriedad a renovar nuestra condición de bautizados.
El Bautismo, que nos ha hecho Hijos de Dios y miembros de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, es un regalo que nos hizo el buen Padre Dios en los inicios de nuestro peregrinar terreno. Él nos dio la Gracia de ser su Familia, de ser sus hijos e hijas, de ser hermanos para siempre.

Tres puntos les propongo reflexionar:

1. Como Iglesia diocesana hemos iniciado la ‘Misión Permanente’. Ésta exige de cada bautizado, laico, sacerdote o consagrado, una profunda ‘conversión pastoral’. El trípode cuaresmal de la oración, el ayuno y la caridad propicia que todos nos renovemos para ser auténticos y generosos ‘discípulos-misioneros’ que llevemos a Jesús al encuentro de todos, empezando por los más necesitados de su cercanía salvífica.

2. El 2011 fue declarado el ‘Año de la Vida’. Intensifiquemos nuestra oración para que toda vida humana desde su concepción hasta el momento que Dios la lleve a su presencia, sea respetada, cuidada y amada. Quien respeta y ama toda vida humana, adora verdaderamente a Dios que es Vida y Amor, es decir, que va encaminando bien su fe, su religión.

3. Estamos a unos días del deber cívico de elegir autoridades provinciales, municipales y legislativas. ¡¡¡Cuánto discernimiento conlleva siempre esta acción ciudadana!!!...Por eso, los invito a que hagamos ayuno de palabras y promesas vanas para disponer nuestras mentes y corazones a asumir con responsabilidad y compromiso la transformación de la realidad, apoyados en la sabiduría de Dios y en nuestra querida Madre del Valle.

Para suscitar en ustedes un amor afectivo y efectivo al Papa Benedicto XVI transcribiré enseñanzas de su mensaje cuaresmal: "El Bautismo no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleva a alcanzar la talla adulta de Cristo".
De allí que todos hemos de abocarnos a justipreciar el Bautismo como ese acto decisivo que involucra todo nuestro ser y quehacer diario.
"Nuestro sumergirnos en la muerte y resurrección de Cristo mediante el sacramento del Bautismo, nos impulsa cada día a liberar nuestro corazón del peso de las cosas materiales, de un vínculo egoísta con la "tierra", que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo. Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo".
"El ayuno adquiere para el cristiano un significado hondamente religioso. Haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor; soportando la privación de alguna cosa -y no sólo de lo superfluo- aprendemos a apartar la mirada de nuestro 'yo', para descubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros de nuestros hermanos. Para el cristiano el ayuno no tiene nada de intimista, sino que lo abre a Dios y a las necesidades de los hombres, y hace que el amor a Dios sea también amor al prójimo".
"En nuestro camino también nos encontramos ante la tentación del tener, de la avidez de dinero, que insidia el primado de Dios en nuestra vida. El afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte; por esto la Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir. La idolatría de los bienes, en cambio, no sólo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete, porque sitúa las cosas materiales en el lugar de Dios, única fuente de la vida".
"Meditando la Palabra de Dios e interiorizándola, aprendemos una forma preciosa e insustituible de oración. La oración nos permite también adquirir una nueva concepción del tiempo, que sin la perspectiva de la eternidad y de la trascendencia, simplemente marcaría nuestros pasos hacia un horizonte que no tiene futuro. En la oración encontramos, en cambio, tiempo para Dios, para conocer que "sus palabras no pasarán" (cf. Mc 13, 31), para entrar en la íntima comunión con él que "nadie podrá quitarnos" (cf. Jn 16, 22) y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna".
De esta manera, catamarqueños queridos, los animo a no tener miedo de hacer la experiencia de una ‘atrevida cuaresma’, a saber, que en cada uno de sus hogares mejore el diálogo con Dios, que no tengan miedo de dar y darse a los demás, y que se empeñen en aniquilar el egoísmo con un sostenido ayuno; a fin de que, todos, nos encontremos renovados para celebrar el Misterio Pascual de Jesucristo, fundamento único y definitivo de toda esperanza humana.