A
14 años del sismo, los catamarqueños renovaron
su gratitud a la Madre Protectora
“Es de esperar que el significado de ‘El Día del Milagro’ se lo
enseñe en el hogar y en las escuelas, colegios y universidades, al igual que la
figura del Venerable Esquiú, de manera que las futuras generaciones no
desconozcan sus raíces”, dijo Mons. Urbanc.
En una jornada agradable con
un sol a pleno, los catamarqueños se convocaron en torno a la Eucaristía, para
expresar su gratitud a la Madre del Valle por su maternal protección durante el
movimiento telúrico ocurrido el 7 de septiembre de 2004.
A 14 años de aquel terrible acontecimiento,
los habitantes de este suelo renovaron su amor y fidelidad a la Madre
Protectora que camina a su lado desde hace cuatro centurias.
Este año la conmemoración se
realizó en el marco del feriado provincial establecido por la
Ley Provincial N°
05525/17, que declara el 7 de septiembre como Día del Milagro.
Los actos litúrgicos dieron
inicio a las 8.00 con la Santa Misa, presidida por el Obispo Diocesano, Mons.
Luis Urbanc, y concelebrada por numerosos sacerdotes del clero diocesano.
El principal santuario
mariano de Catamarca se vio desbordado por una gran cantidad de fieles, entremezclándose
en la multitud había autoridades civiles, entre ellas el Senador Provincial,
Prof. Oscar Vera, autor del proyecto aprobado por la Legislatura provincial declarando
esta jornada como Día del Milagro.
Durante
su homilía, Mons. Urbanc expresó: “Ya
han pasado 14 años de esa dramática mañana del 7 de setiembre de 2004, que ha
quedado grabada en la memoria de miles y miles de paisanos, a tal punto que
algunos de ellos, en uso de sus facultades legislativas, han dispuesto que, a
perpetuidad, se reconozca esa jornada como el ‘El Día del Milagro’, de manera
que las actuales y venideras generaciones agradezcan de corazón la intervención
maternal de la Morena Virgen del Valle, y la juren por celestial Protectora de
cada ser humano que more en esta provincia
argentina, acudiendo a Ella en sus
pesares y aprendiendo de Ella a conocer, amar y servir a Dios, creador,
salvador y santificador de cuantos a Él se acercan con humilde fe, confiada
esperanza y comprometida caridad para con sus semejantes”.
En torno a ello, dijo que “es de esperar que el
significado de ‘El Día del Milagro’ se lo enseñe en el seno del hogar y en las
escuelas, colegios y universidades, al igual que la figura del gran fraile
catamarqueño, el Venerable Mamerto Esquiú, de manera que las futuras
generaciones no desconozcan sus raíces y reciban alimento de ellas”.
En otro tramo afirmó que “además, Dios espera que sembremos ‘la paz de Cristo en nuestros corazones, que
seamos agradecidos en toda circunstancia, que la palabra de Cristo habite entre
nosotros con toda su riqueza, que nos enseñemos unos a otros con toda
sabiduría, que nos corrijamos mutuamente, que cantemos a Dios dándole gracias
de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados’”.
Y apuntó: “Que nos quede claro que detrás de cada vida humana está Dios,
fuente y razón de toda verdad y justicia. Este Buen Dios nos cuida con paternal
solicitud y nos ha dado como tierna Madre, a la que se eligió como Madre de su
Hijo, hecho hombre en sus purísimas entrañas. ¡Cuánta bondad, cuánta
misericordia, cuánto Amor de Dios por la criatura humana!”.
Dirigiéndose a la Madre Morenita, suplicó: “Postrados ante tu
imagen cuatro veces centenaria, queremos renovar nuestro amor a Ti, agradecer
tu maternal protección y pedirte que nos sigas acompañando sobre todo en la
educación de nuestros niños, adolescentes y jóvenes, presente y futuro de
nuestra patria. Vuelve hacia tus hijos descarriados tu amor para que regresen
al hogar de la Iglesia, casa y escuela de comunión, experimentando profunda y
cabalmente la inagotable e inefable misericordia de Dios, de la que Tú eres la
cara visible. Cuida de nuestros gobernantes; obtenles del corazón de tu amado
Hijo la
sensibilidad hacia los más necesitados y la decisión de ser ejemplo de
vida para los demás por medio del servicio desinteresado al bien común de todos
los ciudadanos. Ayúdanos a luchar contra las inequidades, las adicciones, la
corrupción, la miseria y la venta y consumo de sustancias que destruyen la vida
de la gente. Fortalece y da esperanza a los enfermos, a los ancianos, a los
abandonados, a los depresivos y a los moribundos. Líbranos de los azotes de la
naturaleza a la que tanto hemos dañado. Concédenos la sabiduría que necesitamos
para sabernos cuidar los unos a los otros y para dejar un mundo habitable a las
futuras generaciones. Danos, en fin, la humildad necesaria para estar siempre
con Dios y, con su ayuda e inspiración rehacer los vínculos que como sociedad
hemos destruido”.
Tañir
de campanas y peregrinación
A las 8.53, hora en que se
produjo el terremoto de 2004, redoblaron las campanas del Santuario Mariano,
como parte de los actos de este día de fiesta y agradecimiento a la Señora de
este Valle, en el contexto de los 400 años de su hallazgo en la Gruta de Choya.
Finalizada la celebración eucarística,
los fieles participaron de una alegre peregrinación con la Imagen de la Madre
del Valle, llevada en andas por calle San Martín hasta las instalaciones del
Centro Educativo y Cultural Diocesano Virgen del Valle, antiguo Seminario, donde
se desarrolla la Asamblea del Decanatal con la convocatoria de las parroquias
distribuidas en el territorio capitalino, por cuyos frutos se pidió durante la
Misa, en unión con los hermanos del Decanato Centro, quienes hicieron lo
propio.