El sábado 27 de octubre, fue
presentado el Grupo Esperanza Viva, de autoayuda a las personas con problemas
de adicciones, en la parroquia Santa Rosa de Lima, ubicada en la intersección
de avenida Virgen del Valle y calle Rojas, en la ciudad capital.
Al finalizar la Santa Misa
de las 20.00, el párroco anfitrión, Pbro. Antonio Bulacio, agradeció a todos
los presentes por apoyar este nuevo proyecto pastoral en la diócesis y en forma
particular en la parroquia Santa Rosa de Lima.
Destacó la presencia de los
integrantes de la Fazenda de la ciudad de Aguilares, provincia de Tucumán, e
inmediatamente se realizó la presentación y el testimonio de cada uno de ellos.
Mario, un joven paraguayo
que está en la fazenda desde hace 4 años, manifestó la alegría de ver
concretada en Catamarca esta gran aventura de caminar como familia, de la mano
de Jesús, en la rehabilitación de tantos niños, jóvenes y no adultos acechados
por las drogas.
Testimonio
de vida
Acompañado por su familia, un
joven catamarqueño brindó un emotivo testimonio: “Desde los 12 años comencé a
drogarme con marihuana a la salida de la escuela, y lo que había comenzado como
una curiosidad pronto se convirtió en una necesidad de consumir otras
sustancias, éstas me llevaron a ser
violento con mis padres y delinquir sin sentir culpa alguna, ya que consideraba
que el daño sólo me lo hacía a mí. Un día me llevaron a la fazenda en Tucumán.
Me costó adaptarme porque era muy bromista, nada era importante para mí. La
paciencia y el cariño de todos los que viven en la granja y la lectura de la
Biblia me llevaron a descubrir, poco a poco, la presencia de Dios en mi vida. Antes,
yo no sabía nada de Dios y hasta dudaba de que exista, pero ahí aprendí que sólo
con su ayuda puedo recuperarme. Estoy comenzando a valorar el amor de mi
familia y la convivencia con todos los que vivimos en la fazenda; y todos los
días le pido a Dios que aumente mi fe”.
También compartieron sus
experiencias integrantes "externos" del grupo: un matrimonio que
tiene una hermana en la fazenda en Paraguay, una joven docente y un médico, quienes
coincidieron en que ingresar al grupo para ayudar a sus propias familias a
salir de las adicciones les cambió la vida, la manera de buscar un camino de
comprensión y ayuda para todos.
La
oración, pilar fundamental
La jornada concluyó con un
mensaje del Padre Julio Avalos, asesor de la Pastoral de Adicciones en la
Diócesis de Catamarca, quien dijo que “este caminar del grupo Esperanza Viva en
Catamarca está en la etapa de la prevención, que debe ser llevada a cabo en
unión con todos los organismos para evitar que niños, jóvenes y adultos caigan
en las diferentes adicciones, que no sólo son el alcohol o las drogas sino
también la ludopatía. Ante esta realidad, lo primero que tenemos que hacer es
rezar, porque la oración tiene un poder incalculable. Por eso en las fazendas,
la oración es uno de los principales pilares”.
Luego expresó que en medio
de “la cultura de la muerte, que avanza en tantos barrios de nuestra provincia,
y que creemos que no lo podemos parar, no debemos perder de vista que Cristo es
Vida, Camino y Amor. El amor salva, el amor sana, con el amor evitamos el
problema, con la oración ayudamos”.
“Otro camino fundamental es
la actitud de escucha, principalmente en el seno de las familias, de modo que
vamos a prevenir en familia, ayudar en familia y curar en familia. Por eso la
fazenda se abre a todas las familias, fundamentalmente se abre a Cristo, porque
quien sigue a Cristo sigue el camino del amor, la vida, la verdad. Sigamos
caminando juntos en el amor, juntos en la fe y, sobre todo, juntos en la
esperanza”, concluyó.
El
grupo
Esperanza Viva es un grupo
de autoayuda ligado a las fazendas y uno de los trabajos es el acompañamiento
de familias y de jóvenes que precisan ayuda para enfrentar el problema de las
drogas y reciben fuerza para superar ese momento difícil de la vida. Puede
participar cualquier persona con el deseo de vivir experiencias relacionadas
con el Evangelio. No hay restricción de edad, religión, condición social,
profesión o estudio.