El domingo 27 de julio en
horas de la tarde, tomó posesión de la parroquia San Francisco de Asís, con
sede en la ciudad de Andalgalá, el Pbro. Moisés Pachado, durante la Santa Misa
presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por
sacerdotes del clero local, entre ellos el Párroco y el Vicario Parroquial de
Belén, Pbros. Víctor Hugo Vizcarra y Luis Delgado, respectivamente; el flamante
párroco de Capayán, Pbro. Marcelo Amaya, quien se hizo cargo de esta comunidad
en horas de la mañana; el Pbro. Dardo Olivera, quien acompaña la tarea pastoral
en la parroquia Nuestra Señora de Luján, con sede en Chumbicha; y el diácono
Diego Manzaráz.
Participó de la ceremonia
una gran cantidad de fieles, qua se dio cita en la escuela N° 995 Samuel Lafone,
donde se llevan a cabo las celebraciones eucarísticas hasta tanto se
acondicione el templo parroquial. En la oportunidad, se destacó la presencia de
la imagen de la Virgen Peregrina de Belén, que llegó acompañada por un grupo de
personas de ese departamento vecino, y también la presencia de fieles de la
parroquia Nuestra Señora de Luján, que llegaron para acompañar al P. Pachado hasta
su nuevo destino.
Durante su homilía, el
Obispo Diocesano agradeció “al Padre Hugo Rodríguez, quien se hizo cargo de la
atención de la parroquia durante tres meses,
a todos los presentes, a la gente que vino de Belén trayendo la imagen
peregrina de la Virgen de Belén, y de la parroquia de Nuestra Señora de Luján
que acompañó al Padre Pachado, a los andalgalenses por sus oraciones, por su
paciencia”, expresó, a la que vez que pidió a Dios que “aprendan de su Santo
Patrono San Francisco de Asís, de su vida de humildad, de pobreza, de quererse
configurar cada vez más con Jesucristo. Les pido de corazón que acepten este
desafío tan grande, que San Francisco de Asís sea muy querido, que nos pueda
ayudar a vivir el seguimiento de Jesús. Esta será una las misiones del Padre Moisés,
hacer que se meta a fondo esta devoción a San Francisco de Asís, que cobra particular
fuerza porque nuestro Papa ha querido tomar el nombre de este Santo para
mostrar al mundo que la Iglesia quiere ser una Iglesia pobre para los pobres,
una Iglesia servidora, cercana, misericordiosa, compasiva, siempre dispuesta al
diálogo”.
El Pastor Diocesano recordó
que a partir del 15 de agosto iniciará la visita pastoral a esa comunidad
parroquial, y consideró que será “un hermoso momento para ir acercándose al
Padre Moisés, conociendo las comunidades que va a acompañar”.
En otro tramo destacó la necesidad de promover las vocaciones
sacerdotales y religiosas. “Son una comunidad grande, muchos participan de la
misa, así que ruego a Dios que pueda iluminar, fortalecer al Padre Moisés para
trabajar mucho y apuntalar la pastoral vocacional en esta gran ciudad y en todo
este gran departamento de Andalgalá”, manifestó.
Asimismo, llamó a todos a
trabajar en la Misión Diocesana Permanente, ya que “quedan seis años para
llegar al 2020, en que celebraremos los 400 años del hallazgo de la imagen
bendita de Nuestra querida Madre del Valle. Los animo a todos a que se sumen y
que el Padre Moisés se sume a ustedes para encarar esta hermosa tarea de la
evangelización, de la Misión Diocesana Permanente, y de aprovechar siempre esos
temas específicos que nos ponemos cada año, el año pasado los jóvenes, ahora los
niños y adolescentes y el año que viene será el de los laicos, que esto ustedes
lo asuman como un desafío, se pongan la mochila al hombro y a caminar”.
Al referirse al nuevo
párroco expresó: “Al padre Moisés cuídenlo, con ese espíritu de vivir la comunión,
de vivir en el espíritu de la participación, de trabajar juntos, de llorar
juntos, de reírse juntos. El sacerdote es un hermano mayor, un padre, un
sacerdote es el pastor, el amigo que acompaña, que consuela, que fortalece, que
enseña, que orienta, que corrige, eso es el Padre”.
En la ocasión, hubo emotivas
palabras de despedida al P. Hugo Rodríguez, quien acompañó a la comunidad en
estos últimos meses, y también de bienvenida al nuevo párroco.
La ceremonia continuó con la
profesión de fe, el juramento de fidelidad y la renovación de las promesas
sacerdotales; además de la entrega de los óleos, el pan y el vino, y las llaves
del Sagrario, que el Obispo depositó en las manos del nuevo párroco.