“Vivo
con emoción y serenidad este camino hacia la consagración
porque es donde encontré mi felicidad”
El viernes 24 de marzo a las
20.00, el seminarista Carlos Rodríguez recibirá el ministerio del Diaconado,
paso previo al sacerdocio, durante una celebración presidida por el Obispo
Diocesano, Mons. Luis Urbanc, en la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra
Señora del Valle.
Aprovechamos este importante
acontecimiento de la Iglesia en Catamarca, para dialogar con Carlos sobre su
camino vocacional y cómo está viviendo este momento especial hacia su
consagración.
Carlos Alexis Alexander
Rodríguez tiene 27 años y es oriundo del departamento Andalgalá. Su familia
está compuesta por su mamá, Marcela Delgado, su papá Carlos Rodríguez y su hermano
menor Franco. Con alegría expresó que “gracias a Dios tengo una familia que
siempre me acompaña y me apoya desde el primer día que di el sí a Dios y a la
Iglesia”. Aunque reconoció que “al principio ellos no comprendían este camino
que iniciaba, con el transcurso del tiempo, Dios se encargó de que fueran
descubriendo la importancia, la riqueza de la vocación al sacerdocio, a la cual
estaba llamado”.
En su querida Andalgalá
nació su vocación, que fue tierra fértil gracias al apoyo de su gente, como
dice Carlitos. “En Andalgalá está puesto mi corazón, porque es mi tierra, de
donde salí. Estoy muy agradecido también, porque no solo he tenido el apoyo de
mis padres, sino también de mi gente”. Allí, en la Parroquia de San Francisco
de Asís, también compartió con sacerdotes que “fueron instrumentos de Dios para
mostrarme esta posibilidad de vida, este camino, esta entrega a partir de otras
personas que aman su sacerdocio y se entregan a los demás”, expresó.
Con una sonrisa comentó que
“el llamado vocacional lo sentí desde muy chico, y Dios se valió de personas
muy concretas para hacerme saber lo que quería de mí, personas, sacerdotes,
catequistas, situaciones, circunstancias, que me llevaron a plantearme qué era
lo que Dios quería de mí”.
Precisamente, este camino lo
comenzó a los 15 años, cuando ingresó al Seminario Menor. En plena adolescencia fue madurando esa
vocación, y cuando terminó la enseñanza secundaria pudo dar el paso ingresando
al Seminario Mayor de Tucumán, donde se afirmó ese llamado “en lo cotidiano, en
las cosas simples de cada día, en el estudio, en la parroquia, los fines de
semana, en la visita a los enfermos, a los hogares de ancianos, a la gente más
pobre, ahí también fui madurando y descubriendo mi vocación, fui dándome cuenta
para qué estoy en este mundo”, compartió el joven.
Después de un largo camino
recorrido de la mano del Señor, se acerca el día en que el Obispo le impondrá
las manos para otorgarle el ministerio, momento que espera “con mucha emoción,
también con paz y serenidad, porque sé qué es lo que Dios quiere para mí y
donde encontré mi felicidad”, indicó.
Sobre el ministerio que
recibirá describió al diácono como el servidor, y dijo que “mi diaconado debe
estar siempre orientado al servicio de los más pobres, los más necesitados. Mi
tarea también va a estar al servicio de la Palabra de Dios, por eso dentro de
la Liturgia de la Palabra voy a poder proclamar el Evangelio y predicar.
También podré administrar el sacramento del Bautismo, del Matrimonio, y dar una
bendición”.
Actualmente, el joven está brindando su servicio pastoral en la
parroquia de San José Obrero, en el barrio La Tablada, acompañando al Pbro. Carlos
Figueroa, comunidad a la que describió llena de vida, que va alimentando su
vocación. Allí, realizó públicamente su profesión de fe y asumió el celibato ante
Mons. Urbanc y todos los fieles
presentes, durante la misa del pasado domingo, en el cierre de las fiestas
patronales.
“Yo quiero vivir con un
corazón plenamente entregado a Dios, y de ese modo entregarme a los demás. Es
algo libre que elegí y es también un don que da Dios. Yo lo fui madurando, lo
fui rezando y hace muchos años lo vengo viviendo”, afirmó.