Camino a la Beatificación

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30 noviembre 2017

Mons. Urbanc en el homenaje de los comunicadores

“Que el Señor y la Virgen del Valle iluminen a los cualificados y entusiastas operadores de los medios”

En la primera jornada de la novena en honor a la Virgen del Valle, el miércoles 29 de noviembre a las 21.00, rindieron su homenaje los medios de comunicación social, voluntarios de Radio María y Comunicadores de María, programa católico Mateando con la Vida y Pastoral de Comunicación Social Diocesana, durante la misa presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino, el Delegado Episcopal de la Pastoral Familiar, Pbro. Eduardo López Márquez, y el Capellán del Santuario Mariano, Pbro. Lucas Segura.
La  ceremonia dio inicio con el ingreso de los alumbrantes, quienes participaron en los
distintos momentos de la celebración, guiando, leyendo la Palabra de Dios, elevando las súplicas al Padre en forma particular por los trabajadores de prensa enfermos y por los fallecidos. También acercaron ofrendas particulares consistentes en elementos para la atención de los peregrinos y la liturgia.
Durante su homilía, Mons. Urbanc pidió que “el Señor y la Virgen del Valle bendigan e iluminen a los numerosos, generosos, cualificados y entusiastas operadores de los medios televisivos, gráficos, digitales y radiales”, destacando el servicio de Radio Nacional, que transmite las misas centrales
de las 21.00 durante los nueve días de la fiesta.
En otro tramo de su reflexión dijo que “si hay una virtud que cuesta entender y más aún vivir es la esperanza. Por cierto que, luego de la muerte y resurrección de Jesucristo, todo debería ser claro y alentador; sin embargo, la humana fragilidad una y otra vez se topa con la dureza del terrenal vivir y le hace claudicar en no pocas circunstancias. Con todo, los discípulos-misioneros como María, necesitamos volver una y otra vez hacia la virtud teologal de la Esperanza que nos sostiene y lanza
siempre hacia la meta en medio de los avatares de la vida”.
Pidió a María, “Madre de los discípulos-misioneros, haznos semejantes a ti en fe, esperanza y caridad para que podamos ser fieles a nuestros deberes de hijos e hijas de Dios, y para hacer de nuestro mundo una verdadera casa y escuela de comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.
Antes de la bendición final, los participantes de la celebración eucarística se ubicaron frente a la Virgen Morenita desde donde realizaron la oración de preparación para le celebración del Jubileo por los 400 años del hallazgo de la Sagrada Imagen.

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILIA

Queridos Devotos y Peregrinos:
En este primer día de la novena se nos propone ponernos en Camino, como la virgen María, llenos de esperanza.
Doy la bienvenida a todos los que trabajan en los medios estatales, privados y eclesiales de comunicación social, que rinden su homenaje a la celestial protectora de nuestra Diócesis y de nuestra Provincia.
Párrafo aparte, destaco y agradezco a Radio Nacional que transmitirá todas las noches la celebración eucarística, de 21 horas.
El Señor y la Virgen del Valle bendigan e iluminen a los numerosos, generosos, cualificados y entusiastas
operadores de los medios televisivos, gráficos, digitales y radiales.
Si hay una virtud que cuesta entender y más aún vivir es la esperanza. Por cierto que, luego de la muerte y resurrección de Jesucristo, todo debería ser claro y alentador; sin embargo, la humana fragilidad una y otra vez se topa con la dureza del terrenal vivir y le hace claudicar en no pocas circunstancias. Con todo, los discípulos-misioneros como María, necesitamos volver una y otra vez hacia la virtud teologal de la Esperanza que nos sostiene y lanza siempre hacia la meta en medio de los avatares de la vida.
El texto del profeta Daniel (5,1-28) es muy rico en simbolismo, pues narra la última noche de un imperio que venía haciendo méritos para esto. Se bebe vino en
abundancia, sacrílegamente, en los vasos sagrados que fueron sacados del templo de Jerusalén, como desafiando al mismo Dios, quien interviene inmediatamente decretando el fin de fiesta y el fin del imperio. Una mano misteriosa escribe en el muro, a la vista de todos, un mensaje que no pueden descifrar los astrólogos reales, pero sí el profeta de Dios, Daniel, el cual rechaza los honores que le promete el rey si desvela el enigma escrito en la pared del salón: ‘Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le expondré su interpretación’ (Dn5,17). Las tres palabras traslucen una triple sentencia, puesto que ni el orgullo humano, ni la idolatría, ni el sacrilegio del rey con su corte tienen el poder de silenciar la voz de Dios y de sus mensajeros. Con ello Dios ratifica que siempre es fiel a su Promesa y que sostiene la esperanza de los débiles y oprimidos de
su Pueblo.

El texto del Evangelio de Lucas 21,10-19 refleja que la comunidad primitiva no vive sus mejores momentos, ya que surgen por doquier falsos mesías y ruidosos pregoneros del inminente fin del mundo. El texto amasa diferentes mensajes, tanto los referentes a la ruina de Jerusalén como los que hablan del remate de este mundo. Por lo que el evangelista, debido a que no es conocido ni inminente la segunda venida de Jesucristo, exhorta a los bautizados a serenar los ánimos, templar el espíritu y a mirar con afecto el mundo y la historia presente, en medio de las dificultades y tribulaciones.
Los creyentes, mejor los discípulos-misioneros, no nos debemos permitir bajar los brazos, sino resistir,
perseverar y renovar el compromiso de seguir fielmente la voz del Maestro, porque por ser la comunidad de los redimidos tenemos que saber que la defensa oportuna, los argumentos aclaratorios y denunciantes, siempre vendrán no de nuestros talentos sino de la fuerza del Espíritu Santo que no permitirá que sucumbamos en la lucha.
Ni con la destrucción de Jerusalén, ni con las guerras mundiales, ni con los innumerables genocidios, ni con el pérfido terrorismo, ni con las armas nucleares ha acabado el mundo; no obstante, los cristianos estamos obligados a proclamar, en la clave propia del siglo XXI, que buscamos el rostro del único Dios que es Padre y enamorado de la vida de todos sus hijos, cuidándonos los unos a los otros, ocupándonos de los más débiles y protegiendo el planeta, nuestra casa común. Los regímenes de este mundo pasan, todos los poderosos y tiranos tienen, muy a disgusto de ellos, fecha de vencimiento, pero el Reino de Dios sigue vigente y a la espera de ser afianzado cada día más, porque nuestro Dios no abandona a sus hijos.
Por eso les dejo esta pregunta: ¿Hemos asumido, personal y comunitariamente, que nuestra misión como creyentes en el mundo conlleva vivir la fe en conflicto y en esperanza?
Que nos queden resonando las últimas palabras del Evangelio: “Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas” (Lc 21,17-19) y del Apocalipsis 2,10: “Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida”.

Querida Madre de los discípulos-misioneros, haznos semejantes a ti en fe, esperanza y caridad para que podamos ser fieles a nuestros deberes de hijos e hijas de Dios, y para hacer de nuestro mundo una verdadera casa y escuela de comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.