Al servicio de la
Iglesia y de toda la Comunidad:
Jesús dijo a sus
discípulos: “Denles de comer ustedes mismos... todos comieron hasta
saciarse...” (Mt. 14,16.20). Desde el principio tenemos hambre de la verdad, de
saciar nuestra sed de conocimiento. Es por ello que buscamos un “maestro” para
que nos guíe en esta búsqueda, alguien que no nos mienta, que no nos engañe...
y que nos ayude a crecer como personas, en dignidad. Por eso Jesús pide a sus
discípulos que saciemos esta necesidad, y ustedes encontraron la forma de
hacerlo en el fiel desempeño de la docencia, donde cada alumno busca la
“verdad”.
Ser maestros es una
tarea y un desafío que se renueva al mirar a la cara de cada niño, niña, que
nos miran buscando en nuestros rostros a alguien que devuelva esa mirada
transmitiendo amor y sabiduría. Debemos tener en cuenta que el maestro no es
mezquino, no esconde el conocimiento, al igual que el pasaje bíblico que
citamos al inicio debemos colmar esta búsqueda “comieron hasta saciarse”. El
docente está dispuesto a dar, así cumple con su vocación.
La escuela católica
fundamenta su proyecto educativo en
Cristo, orientado a obrar una síntesis entre fe, cultura y vida. Todo aquel que
dentro de nuestros claustros no camina en, con y para Cristo no está haciendo
el camino marcado por la Iglesia para las escuelas católicas. Y será tarea de
todos hacerles tomar conciencia para que a través de su camino de conversión
cambie y quiera servir a Cristo en cada alumno. La misión es una tarea que se
renueva, aun en estos ámbitos es necesario un claro anuncio de la Palabra de
Dios.
¡Gracias! Dios
bendiga a cada uno de los que hacen esta
hermosa Casa de formación, irradiando fe y esperanza. Gracias por enseñar, por
compartir con cada chico, con cada Familia. Gracias por consolarlos. Gracias
por ayudarse los unos a los otros, formando una verdadera comunidad de
hermanos. ¡Gracias!
Que Nuestra Madre
Santísima, que junto a San José tuvieron la feliz misión de recibir al Niño
Dios en el seno de su Familia, nos enseñen a ser fieles “maestros”,
comprometidos con el don de cada niño que se nos ha confiado.
De corazón, les
imparto mi bendición.
Mons.
Luis Urbanc
8°
Obispo de Catamarca