El sábado 20 culminaron las
fiestas patronales en honor al Señor de los Milagros en Choya. A las 18.00, el
Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, acompañado por el Párroco y Vicario
Parroquial de Santa Rosa de Lima, Pbro. Armengol Acevedo y Pbro. Manuel Bulacio, respectivamente, bendijo
un altar y la ermita situada en la plazoleta del barrio El Milagro, donde serán
entronizadas las imágenes del Señor de los Milagros y de Nuestra Señora del
Milagro.
Posteriormente, con la
participación de vecinos de la zona, se inició la procesión con las imágenes
del Señor del Milagro, Nuestra Señora del Milagro, Santa Rosa de Lima, Divino
Niño Jesús, Sagrado Corazón de Jesús y Virgen de la Dulce Espera, recorriendo
las calles del barrio hasta el templo de la capilla de Choya donde se celebró
la Santa Misa en el atrio del templo, presidida por el
Obispo Diocesano.
Camino
a los 200 años del templo
Durante su homilía, Mons. Urbanc
manifestó que “con esta misa estamos
dando inicio al año de preparación para agradecer a Dios por los 200 años de la
construcción de este templo, que data del año 1815. No me cabe la menor duda
que ustedes se van a esforzar mucho en hacer un buen trabajo evangelizador en
esta zona de Choya, para dar gracias por este bicentenario”.
Hizo mención a la plaza del
barrio El Milagro con la ermita en honor al Señor y Señora de los Milagros, que
bendijo previamente, para que “sea un lugar de fe, donde cada uno de ustedes
pueda ir a orar. Es hermoso que tengan el hábito de rezar todos los días el
Santo Rosario. La Virgen, en todas sus apariciones, nos pide a todos los
cristianos que recemos el Rosario. Éste es un hermoso compromiso que podemos y
debemos asumir para que Jesús y la Virgen estén contentos. Al rezarlo no nos olvidemos
de pedir por la conversión de los pecadores y por la paz en el mundo, como nos
pide la Virgen”. Asimismo, expresó su deseo de que “sería lindo que
nuestros
niños concurran a esta ermita para acompañar a sus padres a rezar. Hagan el
propósito y verán cuántas bendiciones van a recibir, de cuántos males van a
librar a estos niños, porque sin oración no se consigue nada. Acuérdense que la
oración es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios”.
“Estamos celebrando la
fiesta patronal del Señor de los Milagros de esta comunidad y le tenemos que
pedir al Señor que nos ayude, nos fortalezca, porque nosotros queremos
colaborar para que se dé el milagro de nuestra conversión. No seamos simpatizantes
de Dios, sino hijos e hijas íntimamente unidos a Él. Por el bautismo somos
hijos de Dios y debemos obrar así. No andemos ‘orillando’ sino estemos adentro
del corazón de Dios”, enfatizó Mons. Urbanc.
“Es
muy triste pasarse toda una vida sin saber que Dios existe”
Refiriéndose al texto del Evangelio,
dijo que “Jesús termina diciendo que los últimos serán los primeros y los
primeros serán los últimos. Acuérdense que nosotros somos los primeros que ya
hemos recibido el bautismo desde niños. También el texto nos relata el momento
que los jornaleros se enojan con Jesús por el pago igualitario que recibieron
todos los trabajadores y a los cuales les respondió: ‘Por qué toman a mal que
yo sea bueno?’. Dios es así, aunque muchas veces nosotros seamos duros de
corazón. Si preguntamos a un padre o a una madre a cuál de sus hijos quiere
más, seguramente entenderemos mejor esta parte del Evangelio. Ellos son
igualmente generosos con todos sus hijos aunque alguno sea como algunos de
estos jornaleros descriptos en el texto. Ellos tienen la bondad que viene de
Dios. Por eso el apóstol Pablo cuando medita sobre el misterio de la muerte
redentora de Jesús, el Hijo Único de Dios, expresa que es ‘la locura del amor
de Dios’. Pues bien, nosotros tenemos que aprender de este Dios que nos ha
creado, que nos ha enviado a su Hijo para salvarnos. Él quiere que todos
entremos en el cielo. Cristo ha muerto por todos, los que se portan bien y por
los que no y se arrepienten y reciben su perdón. Tenemos que aprender a
prepararnos para recibirnos todos en el cielo porque al cielo van todos los que
quieren ir. Hay que aprender a amar al prójimo, a comprendernos, a perdonarnos.
Hay que agradecer a Dios que nosotros lo conocemos desde niños, porque es muy
triste pasarse toda una vida sin saber que Dios existe, que Dios nos ama a
todos”.
En otro tramo de su
predicación, expresó que “en el mundo hay millones de personas que conocen a
Dios, pero son muchos más los que no tienen ni idea de Dios y que también ellos
entrarán en el cielo. Jesucristo, cuando vino al mundo, entregó su vida por todos
los seres humanos, desde Adán y Eva hasta el último ser que venga a la tierra.
Por eso nuestros aborígenes, aunque no recibieron el bautismo de Jesús, pero
vivieron coherentes con sus creencias están gozando en el cielo porque Dios quiere
la salvación de todos. Qué triste es saber que hoy en día hay personas que no
quieren ir al cielo”.
“Tenemos
que abrir nuestro corazón a todos nuestros hermanos”
“Si algo tenemos que
aprender es que tenemos que abrir nuestro corazón a todos nuestros hermanos,
que tenemos que ir a buscar a los que estén lejos para acercarlos a Dios aunque
algunos de ellos nos haya hecho algún daño. Ésta es la tarea, no descartar a
nadie. Esto es lo que hizo Dios, mandó a su Hijo al mundo para rescatarnos a
todos de la esclavitud del pecado y de la muerte para que todos tengamos la
posibilidad de volver a entrar al cielo. Esto quiere decir que nuestro corazón
tiene que ser semejante al corazón de Jesús porque hay cosas que no vamos a
entender desde nuestra lógica humana”, dijo el Obispo.
También pidió al Señor de
los Milagros “que nos ayude a no olvidarnos que Dios es amor y que tenemos que
ir configurando nuestro corazón al corazón de Dios. Por eso Jesús nos dice: ‘Aprendan
de mí que soy manso y humilde de corazón’.
A ustedes, queridos niños, les pido que aprendan esto de Jesús, y a los adultos
les pido que enseñen esto con el ejemplo. Tenemos que ser todos como Jesús,
bondadosos, misericordiosos, dispuestos siempre a perdonar, a dar otra oportunidad
a los que se equivocan. Si rezamos más vamos a disminuir las situaciones de
pecado en nuestra vida personal, porque quien reza está cerca de Dios”.
“Ojalá que este año de
preparación para celebrar los 200 años de la bendición de este templo de Choya,
renovemos nuestro corazón, nuestras familias y así logremos que esta barriada
sea más fraterna, más solidaria, más rezadora. Una barriada donde reine
Jesucristo. Que la ermita que hoy bendecimos sirva para esta misión, que juntos
hagamos un barrio donde reine la paz, la unión, la solidaridad y la cercanía
entre todos”.