Los
esterotipos
Aplaudieron y hasta lloraron de risa.
Pero no se movieron de allí. Al payaso le daban aún más ganas de llorar. En
vano trataba de explicarles que no se trataba de un truco ni de una broma, sino
que había que tomarlo muy en serio y que el circo estaba ardiendo realmente. Su
énfasis no hizo sino aumentar las carcajadas. Creían los aldeanos que estaba
desempeñando su papel de maravilla, y reían despreocupados..., hasta que por
fin las llamas llegaron a la aldea. La ayuda llegó demasiado tarde, y tanto el
circo como la aldea fueron consumidos por las llamas.
Esta narración puede servir para ilustrar la
situación por la que a veces pasan los cristianos, o la propia Iglesia como
tal, cuando comprueba su fracaso en el intento de que los hombres escuchen su
mensaje. Aunque se esfuerce en presentarse con toda seriedad, observa que
muchos escuchan despreocupados, sin temor al grave peligro del que se les
advierte.
La Iglesia se encuentra muchas veces
con una enorme y agobiante dificultad para remover algunos estereotipos del
pensamiento o del lenguaje, con la tristeza de no alcanzar a hacer ver que la
fe es algo sumamente serio en la vida de los hombres.
—
¿No será un problema de saber explicarse, o
de que se plantean demasiadas cosas como misterios?
Puede haber, en efecto, un problema de
comunicación, y por eso es preciso por parte de los cristianos un esfuerzo de
comprensión, de explicación, de capacidad comunicativa.
En cuanto a lo que dices sobre los
misterios, no debe entenderse, al hablar de ellos, que la fe cristiana sea un
conjunto de paradojas incomprensibles. Sería un desacierto recurrir al misterio
como pretexto para no esforzarse en la comprensión o la explicación. El
misterio, tal como lo entiende la Iglesia católica, no quiere destruir la
comprensión, sino posibilitarla. Y eso no va contra la racionalidad. También
Einstein, por ejemplo, escogió la palabra misterio para expresar la
incalculable racionalidad del universo; y también es un misterio la salud, o la
felicidad, o el amor, o la educación, y eso no quiere decir que no se pueda
profundizar racionalmente en su comprensión. Se les llama misterios en cuanto
que son realidades complejas en cuyo conocimiento se puede avanzar
racionalmente pero nunca se llegan a abarcar o comprender del todo.
Mons. Luis Urbanc
8° Obispo de
Catamarca