“TODOS SOMOS GUARDIANES, LOS UNOS DE
LOS OTROS”
Mucho
dolor y un angustiante sentimiento de impotencia y desprotección han provocado
en gran parte de nuestra Comunidad la cantidad y la frecuencia de los hechos de
inseguridad, que se desataron en este último tiempo contra la integridad
física, los bienes materiales e incluso la vida misma de algunas personas. Una
cruda parte de la realidad que nos sacude diariamente y que parece no tener
freno.
Además,
las pocas respuestas y algunas opiniones nos han sumido en la inquietante
desazón de no saber qué hacer.
Muchos
sienten la tentación de defenderse a sí mismos y como se pueda, y de tomar la
justicia por mano propia. Pero ese no es el mejor camino. Porque “el que a
hierro mata a hierro muere” (Mt 26,52), y la violencia engendra violencia.
Porque ya superamos la vida de las cavernas y la ley del más fuerte y del que
pega primero la hemos dejado atrás. Porque además, y sobre todo, hemos elegido
una forma de convivencia que es la Democracia Republicana. Esta forma de
organización social se caracteriza porque todos tomamos parte, porque todos
somos responsables y, además, porque todos o la mayoría les encargamos a algunos
ciudadanos el ejercicio de los poderes para el bien Común.
Entre
esas responsabilidades están el poder de cuidar y defender la vida y los bienes
de los ciudadanos, y el poder de administrar justicia cuando son conculcados
los derechos de las personas.
La
seguridad como ambiente en el que nos sentimos protegidos y tranquilos es
ciertamente una responsabilidad de todos. En efecto, todos estamos obligados a
practicar los preceptos básicos: no matar, no robar, no mentir (Ex 20,13.15-16),
“amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev 19,18; Mc 12,31), “no hagas a nadie
lo que a ti no te gustaría que te hagan” (Tob 4,15). Todos somos guardianes
unos de los otros (cfr Gen 4,9), todos debemos respetar y cumplir las leyes,
especialmente la Constitución Nacional y la Constitución Provincial. ¿Quién puede
dudar de que si todos practicamos esto no habría la tan ansiada y reclamada
seguridad? En este sentido todos somos responsables de la seguridad.
Pero
como dijimos antes, aunque todos somos responsables, hay algunos de nosotros a
los que por la forma de convivencia que hemos elegido, les hemos encomendado el
ejercicio del poder para que nos cuiden, nos protejan del injusto agresor y nos
defiendan cuando sean avasallados nuestros derechos. A ellos les corresponde la
máxima responsabilidad en el cuidado de la seguridad de todos los miembros de
la Comunidad, especialmente de los más vulnerables. A ellos se les exige que sean intachables,
que no cedan ante el delito, que no les dé lo mismo el cumplir la ley que el
delinquir, ser inocente que culpable.
Es
imposible que haya seguridad si los que nos tienen que proteger no lo hacen y
si los que nos tienen que defender con la justicia nos dejan en manos de los
que nos han hecho daño.
Una
respuesta fácil a nuestros problemas es la costumbre de echarles la culpa a los
demás. No es lo que queremos hacer con esta reflexión. Se trata de una
invitación a todos los hermanos de buena voluntad a que asumamos cada uno
personalmente la responsabilidad que todos tenemos por la seguridad, cada uno
en el puesto o función que le toque, según la organización de nuestra
sociedad. La seguridad la construimos
entre todos, pero hay algunos ciudadanos que tienen el deber de asegurarla con
el ejercicio público que emana de la Constitución y las leyes y con la administración
recta de la justicia. A Ellos y en nombre de todos los ciudadanos, encarecidamente
les pedimos, que redoblen esfuerzos y que nos cuiden un poco más.
EQUIPO DIOCESANO DE PASTORAL SOCIAL
DIÓCESIS DE CATAMARCA