Camino a la Beatificación

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13 abril 2020

EN LA CATEDRAL Y SANTUARIO MARIANO


Un canto celestial para el Domingo de Pascua y aniversario de la Coronación de la Virgen

El Obispo pidió a la Madre Morena: “Llévanos al encuentro de tu Santísimo Hijo, para que nos revista con el traje, siempre nuevo, de su Gracia”. Recordó el 129° aniversario de la Coronación de la Sagrada Imagen y el cumpleaños N° 10 de la parroquia que la tiene como Patrona, en Icaño.

El domingo 12 de abril, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Misa de Pascua de Resurrección, en el marco de la celebración del 129° aniversario de la Coronación Pontificia de la Imagen de la Virgen de Valle, a quien celebramos en las cuatro centurias de su presencia entre nosotros.  
La ceremonia litúrgica, transmitida por la TV Pública Catamarca, el canal youtube y redes sociales de la Catedral Basílica y del Obispado de Catamarca, se realizó en el Altar Mayor de la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle, y fue concelebrada por el
Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino; y el Capellán del Santuario Mariano, Pbro. Juan Orquera.
En la Liturgia de la Palabra, previo a la proclamación del Evangelio, el Prof. Tomás Rodríguez cantó la Secuencia Pascual, que permitió contemplar más hondamente el infinito misterio de la Resurrección del Señor.
Luego, el prestigioso tenor Nicolás Romero cantó el Aleluya llenando con su hermosa voz el templo y los hogares. Hacia el final, interpretó un Ave María dedicado especialmente a la Reina y Señora de este Valle.
“La fe cristiana defiende, y yo estoy de acuerdo, que el único salvador que está cualificado para liberarnos, darnos esperanza y salvarnos es Jesús de Nazaret porque es el único que ha vencido la muerte”, afirmó Mons. Urbanc en el comienzo de su homilía, luego de enumerar a los “salvadores” que se presentan como tales, descriptos por el historiador Arnold Toynbee, todos los cuales murieron.

“Los evangelios no terminan con el «todo está cumplido» de Jesús en la cruz, sino que tienen un capítulo más, el de la Resurrección, el de la vida nueva y glorificada”, agregó entonces.
Después recordó que “millones de personas creen en Dios, creen en otra vida, viven la regla de oro -no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan- pero sólo los cristianos creemos en Jesús Resucitado”.
Para concluir su homilía narró una historia que observó, de un trapero que al revés de lo que se pueda creer, entregaba trapos nuevos a cambio de trapos viejos. Así, fue viendo cómo cambiaba los trapos a distintas personas como a una señora que lloraba. “Se acercó, y le dijo: Señora, deme su pañuelo y yo le daré otro… Con mucha suavidad le sacó el
pañuelo de los ojos y le puso otro limpio en sus manos, tan brillante y hermoso, que resplandecía. El trapero siguió su camino y observé que algo extraño sucedía. Se llevó el pañuelo a la cara y lo empapó con sus lágrimas, pero la mujer ya no lloraba”… “Finalmente llegó a un gran basurero, pensé ayudarle, pero preferí esconderme… Subió a lo alto y dio un gran suspiro. Se tumbó y se cubrió con los trapos viejos que había intercambiado y murió. Lloré amargamente, yo, testigo de su muerte, yo, que había llegado a amar al trapero y lloré mientras dormía en un coche del cementerio de coches”.
Continuó narrando: “Dormí todo un viernes y un sábado. El domingo por la mañana una luz violenta me despertó, una luz tan fuerte, tan fuerte que no podía mirarla… Pude ver un milagro ante mis atónitos ojos. Allí, sí, allí estaba el trapero doblando su manta. Estaba vivo
con sólo una cicatriz en su cabeza. Ni la menor señal de tristeza o de edad, y todos los trapos que había recogido a lo largo de la vida brillaban de limpios. Bajé mi cabeza asombrado por todo lo que había visto, salí de mi coche chatarra y caminé hacia el trapero y le dije mi nombre… Me quité todos mis vestidos y le dije: «Te doy mis trapos viejos. Vísteme con tus trapos nuevos. Hazme nuevo otra vez»...”.
Luego, el Obispo preguntó: “A mí me vistió… ¿Quién te viste a ti? ¿Con Quién te
dejarás vestir tú?”.
Finalmente invocó a la Virgen diciendo: “Nuestra querida Madre del Valle, en esta fecha de tu coronación pontificia, recibe nuestras súplicas y llévanos al encuentro de tu Santísimo Hijo para que nos revista con el traje, siempre nuevo, de su Gracia, la que nos adquirió con su Pasión, Muerte y Resurrección, para que reinemos contigo y con Él, sirviendo a los hermanos”.
Antes de la bendición final, Mons. Urbanc destacó el aniversario de la Coronación Pontifica de la Imagen cuatro veces centenaria de la Madre del Valle, y también el cumpleaños de la parroquia puesta bajo su patronazgo, con sede en la localidad de Icaño, departamento La Paz, que fue creada el 12 de abril de 2010. Rogó por los hermanos de esa comunidad parroquial, para que el Señor los proteja.

También suplicó por “aquellos hermanos que están sufriendo la pandemia del virus Covid 19, “para que el Señor fortalezca a los enfermos y dé mucha fuerza a los valientes médicos, enfermeros, paramédicos y tantos que trabajan en el ámbito de la salud”, expresó.
Antes de la bendición final, se rezó la Oración del Año Mariano Nacional y tuvo lugar el homenaje del tenor Nicolás Romero a la Madre del Resucitado, en la advocación del Valle.