“Madre,
que no nos cansemos de amar, de
perdonar, de compartir, de rezar”
El martes 21 de abril,
tercer día del Septenario en honor de Nuestra Madre del Valle, durante la
última Misa de la jornada, rindieron su homenaje quienes trabajan en los ámbitos
del transporte, las comunicaciones, el Correo, taxis y remises, como también
pueblos originarios y colectividades con sus respectivos consulados.
La Eucaristía fue presidida
por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Vicario
General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino, y el Capellán de la
Catedral Basílica y Santuario Mariano, Pbro. Lucas Segura.
Al comenzar su homilía,
Mons. Urbanc saludó a los alumbrantes, y seguidamente pasó a referirse a cómo
vivían los primeros cristianos, compartiendo todo, que en los Hechos de los Apóstoles se nos narra y
que se leyó en esta celebración. “Qué iluminador el texto para posibilitar un
encuentro real entre pueblos originarios y miembros de otras culturas o
continentes, sobre todo, hoy que la migración es un fenómeno masivo y que
genera muchos complejos desafíos que no se resuelven sólo con buena voluntad
,
sino que exigen profundas motivaciones y convicciones para saber aceptar las
diferencias y
Más adelante, el Obispo Diocesano
explicó que “el texto del Evangelio es continuación del de ayer: Jesús le va
haciendo ver a Nicodemo que es necesario que se tome la vida en serio, no
apoyándose en su propio quehacer como fuente de salvación, sino en la
Misericordia de Dios, como fuente de salvación para todo aquel que crea en
Jesús, el que murió en la Cruz y al tercer día resucitó y nos reconcilió con
Dios, su Padre, y con nuestros semejantes”.
Hacia el término de su
predicación, hizo una reflexión sobre la situación actual a raíz de la pandemia
para concluir rezando: “Querida Madre Morena del Valle, escucha nuestra súplica
en medio de nuestros gemidos y quejidos frente al dolor, la incertidumbre y la
muerte. Que tengamos el valor de saber compartir con los demás lo que Dios en
su providencia nos concede, antes de que la muerte o circunstancias adversas
nos lo quiten, a fin de que aprendamos que sólo somos dueños de lo que estamos
dispuestos a dar. Que no sólo demos cosas, o tiempo, sino que nos brindemos
cada uno de nosotros como un don de Dios para los demás, sea quien fuere, a
ejemplo de tu Hijo Jesús, que no vino a ser servido, sino a servir y a dar su
vida en rescate de una multitud. Madre, que nos cansemos de amar, de perdonar,
de compartir, de rezar, de hacer penitencia y de alimentarnos con el Pan de la
Palabra y de la Eucaristía, para tener la fuerza y prontitud para servir al
prójimo”.
Antes de la bendición final,
se rezó la Oración del Año Mariano Nacional y se honró a la Madre Morena con el
canto.
Concluida la ceremonia religiosa
se pasaron dos videos, uno de Salud Municipal y otro de la Pastoral
Universitaria.
La jornada tuvo como
corolario la lectio divina, a cargo del Padre Oscar Tapia, responsable de la
Pastoral Bíblica Diocesana, quien se refirió a la Visitación de María a su
prima Isabel.
En la ocasión, reflexionó
sobre el tema de la vida humana, tomando la referencia de la vida de Jesús en
el vientre de María y la vida de San Juan en el vientre de Isabel. Cerró este
momento con la Palabra de Dios, rezando el Magníficat.