Camino a la Beatificación

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21 abril 2020

Mons. Urbanc en el homenaje de la Salud


“No pongamos excusas para demorar el cambio que debe darse en nuestras vidas”

Durante la noche del lunes 20 de abril, en el segundo día del Septenario en honor de Nuestra Madre del Valle, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Misa en la que rindieron su homenaje el Ámbito Provincial y Privado de la Salud: Hospitales, Sanatorios, Institutos, Círculo Médico, Colegios Auxiliares de la Medicina: Colegio Médico, Farmacéutico, Odontológico, Kinesiólogos, Anestesistas, Psicólogos, Bioquímicos,, entre otros, PAMI, OSEP, SAME, ECA y EMI. Pastoral de la Salud, Pastoral de las Adicciones y Servicio Sacerdotal de Urgencia.
Hoy la labor de este sector, que brinda un servicio esencial en el cuidado de la vida, es muy importante en este tiempo de pandemia, que nos obliga a permanecer en los hogares, desde donde familias enteras participan de las celebraciones litúrgicas.
Tras la proclamación de la Palabra de Dios; y luego de saludar a los trabajadores de la salud, alumbrantes de esta misa, al comienzo de su homilía, el Obispo Diocesano expresó: “La Palabra de Dios que acabamos de escuchar nos ayuda a asumir las oscuras jornadas en las que nos sumió la pandemia del dengue y el covid 19”.
Se refirió luego al fragmento leído de los Hechos de los Apóstoles y al salmo 2 también proclamado señalando que este último -recitado por los apóstoles- refleja “la prepotencia de los poderosos y de los gobernantes, que creen que el mundo está en sus manos, y que incluso Dios tiene que someterse a sus planes”.

“Lo que estamos viviendo en medio de la pandemia nos hace ver que el futuro no está garantizado, que no somos omnipotentes, que nuestros proyectos, programaciones, rutinas, etc., se han escapado de nuestras manos y que nuestra finitud ha quedado al desnudo, a flor de piel”, observó el Obispo.
Luego agregó: “Los apóstoles viven esta situación de persecución sin miedo ni agobio;cuál era su situación cuando arrestaron y crucificaron a Jesús. La diferencia la marca el haber recibido al Espíritu Santo, que les dio la gracia de la parresía, es decir, total libertad interior y mucha paz frente a los contratiempos de la vida y del ministerio”.
En otro momento de su predicación, al referirse al Evangelio proclamado, Mons. Urbanc sostuvo que “muchos de nosotros nos sentimos como en una larga noche. Necesitamos una luz que alumbre nuestras preguntas, nuestros miedos, nuestras incertidumbres. Nicodemo, trae consigo muchas dudas, pero busca la respuesta. Y la encuentra. No de la forma que la buscaba, en un Mesías poderoso, que todo puede solucionar como por arte de magia, sino en el Hijo del hombre elevado en la Cruz, prueba suprema del amor del Padre hacia la humanidad”. Acotó entonces: “Jesús, con mucha paciencia, le irá haciendo ver a Nicodemo que para entender esto es necesario nacer de lo alto, o sea, aceptar la vida como don, y que no podemos disponer de ella a nuestro antojo”.

Finalizando su homilía elevó una plegaria: “Querida Madre del Valle, consíguenos la gracia de tener la convicción de que necesitamos nacer de nuevo a la luz y por la fuerza del misterio pascual que estamos celebrando. Que no andemos poniendo excusas para demorar o esquivar el cambio necesario que debe darse en nuestras precarias vidas”. Continuó sus peticiones y concluyó rogando: “Te pido, Madre de los enfermos, que asistas a cuantos yacen en el lecho del dolor, que fortalezcas a quienes los cuidan y que insufles en el corazón de médicos y enfermeros y enfermeras tus mismos sentimientos maternales para con aquel hermano o hermana que sufre en el cuerpo o en el espíritu”.
Hacia el final de la celebración eucarística, los sacerdotes desde el templo y los fieles desde sus hogares, en plena comunión, rezaron la Oración de Año Mariano Nacional y alabaron a la Madre Morena con el canto.
Después de la bendición final, impartida por el Pastor Diocesano, se compartió un video de la Pastoral de la Salud, como homenaje a la Patrona de Catamarca.
La jornada cerró con la lectio divina, espacio para el encuentro con Dios a través de su Palabra, que estuvo, como cada noche, a cargo del Pbro. Oscar Tapia, Delegado Episcopal de la Animación Bíblica de la Pastoral.
En esta ocasión se leyeron versículos del primer capítulo del Evangelio de Lucas, para tratar el tema de la Anunciación y, en la segunda parte, el de la Inmaculada Concepción, misterio con que desde el comienzo se la identificó a la sagrada imagen de la Virgen del Valle.